Escribo esta pequeña anotación casi a pie de coche. Una pequeña reseña de urgencia con olor a horizontes marinos, a malsana fritura de chiringuito, a hamaca y sombrilla, para deciros que mis vacaciones dan comienzo.
Parece irónico que un prejubilado como yo diga que comienza sus vacaciones, pero no lo es. Voy a disfrutar de unos días alejado de la diaria rutina, de las cotidianas tareas y, en ese sentido, vacaciones serán y procuraré disfrutarlas con la misma intensidad con que las he añorado.
No sé si tendré la oportunidad de acercarme a vuestras casas virtuales y leeros, pero, si no es así, nos vemos en Septiembre.
Un abrazo.
Surge de la necesidad vital de expresar, de comunicar, de compartir sentimientos, ilusiones, momentos. Tiene vocación de ser un punto de encuentro con los muchos amigos que la vida me ha ido proporcionando tanto fuera como dentro de este mundo virtual.
31 de julio de 2010
29 de julio de 2010
22/07/2010 Una convocatoria literaria : "Este jueves un relato". ME GUSTARIA ENCONTRARME CON
En defensa del libre albedrío, de la sagrada libertad del hombre, los creyentes justificamos el hecho de que Dios no intervenga corrigiendo y previniendo la maldad humana.
Así se justifica la no intervención divina en todos aquellos males que para la humanidad se derivan de sus propias actuaciones. Guerras, robos, violaciones de derechos, asesinatos, tráfico de seres humanos, etc. etc.
Ese argumento, que en sí mismo pudiera parecer incontestable, no puede ocultar otro aspecto de vital importancia para la humanidad. Aquellos fenómenos naturales en los cuales el hombre para nada interviene y cuyos efectos son tremendamente crueles para el, como son defectos congénitos, terremotos, maremotos, períodos prolongados de sequías, lluvias torrenciales y un sin fin de manifestaciones furiosas de una Naturaleza que, si de alguien depende, es directamente de ese Dios omnipotente y que normalmente se ceba con ensañamiento en las clases más humildes, aquellas clases más necesitadas del amor divino.
Fruto de esta reflexión, es el poema que atendiendo a la llamada de Gustavo, hoy os ofrezco.
Me gustaría encontrarme con El,
aunque dudo si existe, cada dia,
si con El me encontrara, yo podría
recriminarle su forma de querer.
Nos quiere en las tormentas torrenciales,
en los devastadores maremotos,
en volcanes, sequias, en terremotos,
en tragedias de efectos colosales
Por su infinito "Amor" encadenados,
se desprenden más hombres cada día
de su amoroso abrazo, liberados.
No existe Dios, proclaman defraudados
Los que en El sustentaron la armonía
de un mundo que se rompe, destrozado.
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22 de julio de 2010
Una convocatoria literaria : "Este jueves un relato". PROBLEMAS TECNICOS
La lavadora continuaba llena de agua. Los ciclos de desagüe no respondían a lo que se esperaba de ellos que era precisamente eso, vaciar de agua la lavadora para iniciar el siguiente ciclo.
Con tres niños pequeños, uno de ellos con escasos meses de vida, la lavadora era un elemento insustituible. De su buen funcionamiento dependía una parte muy importante de los quehaceres diarios.
Como mejor pudimos, provistos de toallas, un barreño de plástico y fregona con la que recogimos el agua que inevitablemente alfombró el suelo, conseguimos vaciarla casi en su totalidad.
Después, cometí la torpeza de volcarla en mi afán de buscar las posibles causas de la avería sin tomar la precaución de desenchufarla previamente. Un chispazo y el corte del suministro eléctrico en casa, me dejó patente que la presencia de un técnico de mantenimiento se había hecho imprescindible.
Y el técnico vino y vino y vino y……, pero permitidme que os lo narre con un poco más de detalle.
Como os he dicho, vino. Abrió la lavadora y nos explicó que el programador, una pieza que al parecer es algo así como el corazón de la bestia, como consecuencia del chispazo había dejado de latir.
Lo primero que hizo fue desconectar todas las venas (cables), que entraban y salían sin tener la precaución de hacerse un pequeño esquema del punto del corazón al que cada uno de ellos apuntaba y, os lo digo sin miedo a exagerar, que pasaban de la treintena.
Sucedió lo inevitable. Aquel “técnico” no era el cardiólogo apropiado para echar a andar de nuevo el corazón paralizado de la máquina. Cuando conseguía que aclarara, no centrifugaba. Cuando conseguía que ejecutara el prelavado, no conseguía que lavara y así, hasta el infinito, se sucedían las combinaciones de mal funcionamiento.
Después de tres infructuosos días, optó por pedir a fábrica el esquema eléctrico del dichoso aparato.
Mientras tanto, la ropa conoció otras formas más artesanales y arcaicas de tratamiento para conseguir su limpieza. Bañera, puños, estrujones y retorcimientos a los que en absoluto estaba acostumbrada.
Lo peor de todo fue su empecinamiento en arreglarla. Fruto de nuestra juvenil timidez, pues de este episodio hace ya muchos años, no pudimos, no quisimos o no supimos, imponer nuestra opinión de que no merecía la pena, que mejor comprábamos otra. Tal vez nos dio pena echar por tierra la voluntad y el empeño de nuestro “técnico”.
Así que soportamos estoicamente su visita diaria durante ¡¡¡VEINTE DIAS!!!, el tiempo que tardó en llegar el esquema eléctrico de aquella criatura del averno, invariablemente de 13`30 a 14’30, asistiendo al desigual enfrentamiento de sus escasos conocimientos con la ¿complejidad? de aquel dichoso programador.
Un efecto colateral de esta situación poco deseada es que yo salía a las tres de la tarde de trabajar y naturalmente el hecho de recibir diariamente al técnico de lavadoras, en mi ausencia durante tanto tiempo, pudo hacer que los vecinos encontraran algo sospechosa esa visita diaria, teniendo en cuenta además que sólo llevábamos viviendo dos meses en aquel lugar. Si así fue, nunca lo sabremos, pero nos queda la duda, la razonable duda, de que muy bien fuéramos por aquellos días objeto de comentarios jocosos y maledicentes.
Al fin llegó el dichoso esquema eléctrico e, incomprensiblemente, lo que había costado veinte días, quedó resuelto en treinta escasos minutos.
Decir en su favor que solamente nos cobró el importe de la pieza y la mano de obra de dos horas de trabajo. Se despidió para siempre de nosotros, satisfecho de haber triunfado finalmente, como San Jorge contra el dragón, en su desigual lucha contra la bestia.
Más problemas técnicos en el blog del amigo GUS
Con tres niños pequeños, uno de ellos con escasos meses de vida, la lavadora era un elemento insustituible. De su buen funcionamiento dependía una parte muy importante de los quehaceres diarios.
Como mejor pudimos, provistos de toallas, un barreño de plástico y fregona con la que recogimos el agua que inevitablemente alfombró el suelo, conseguimos vaciarla casi en su totalidad.
Después, cometí la torpeza de volcarla en mi afán de buscar las posibles causas de la avería sin tomar la precaución de desenchufarla previamente. Un chispazo y el corte del suministro eléctrico en casa, me dejó patente que la presencia de un técnico de mantenimiento se había hecho imprescindible.
Y el técnico vino y vino y vino y……, pero permitidme que os lo narre con un poco más de detalle.
Como os he dicho, vino. Abrió la lavadora y nos explicó que el programador, una pieza que al parecer es algo así como el corazón de la bestia, como consecuencia del chispazo había dejado de latir.
Lo primero que hizo fue desconectar todas las venas (cables), que entraban y salían sin tener la precaución de hacerse un pequeño esquema del punto del corazón al que cada uno de ellos apuntaba y, os lo digo sin miedo a exagerar, que pasaban de la treintena.
Sucedió lo inevitable. Aquel “técnico” no era el cardiólogo apropiado para echar a andar de nuevo el corazón paralizado de la máquina. Cuando conseguía que aclarara, no centrifugaba. Cuando conseguía que ejecutara el prelavado, no conseguía que lavara y así, hasta el infinito, se sucedían las combinaciones de mal funcionamiento.
Después de tres infructuosos días, optó por pedir a fábrica el esquema eléctrico del dichoso aparato.
Mientras tanto, la ropa conoció otras formas más artesanales y arcaicas de tratamiento para conseguir su limpieza. Bañera, puños, estrujones y retorcimientos a los que en absoluto estaba acostumbrada.
Lo peor de todo fue su empecinamiento en arreglarla. Fruto de nuestra juvenil timidez, pues de este episodio hace ya muchos años, no pudimos, no quisimos o no supimos, imponer nuestra opinión de que no merecía la pena, que mejor comprábamos otra. Tal vez nos dio pena echar por tierra la voluntad y el empeño de nuestro “técnico”.
Así que soportamos estoicamente su visita diaria durante ¡¡¡VEINTE DIAS!!!, el tiempo que tardó en llegar el esquema eléctrico de aquella criatura del averno, invariablemente de 13`30 a 14’30, asistiendo al desigual enfrentamiento de sus escasos conocimientos con la ¿complejidad? de aquel dichoso programador.
Un efecto colateral de esta situación poco deseada es que yo salía a las tres de la tarde de trabajar y naturalmente el hecho de recibir diariamente al técnico de lavadoras, en mi ausencia durante tanto tiempo, pudo hacer que los vecinos encontraran algo sospechosa esa visita diaria, teniendo en cuenta además que sólo llevábamos viviendo dos meses en aquel lugar. Si así fue, nunca lo sabremos, pero nos queda la duda, la razonable duda, de que muy bien fuéramos por aquellos días objeto de comentarios jocosos y maledicentes.
Al fin llegó el dichoso esquema eléctrico e, incomprensiblemente, lo que había costado veinte días, quedó resuelto en treinta escasos minutos.
Decir en su favor que solamente nos cobró el importe de la pieza y la mano de obra de dos horas de trabajo. Se despidió para siempre de nosotros, satisfecho de haber triunfado finalmente, como San Jorge contra el dragón, en su desigual lucha contra la bestia.
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15 de julio de 2010
7 de julio de 2010
Una convocatoria literaria "Este jueves un relato" AMOR
HOY NO QUIERO HABLARTE DE AMOR
Hoy no quiero hablarte de amor,
porque no estoy romántico este día.
No quiero hablarte de pasión ni de armonía,
ni compararte con la belleza de una flor.
Hoy no quiero hablarte de amor,
de sus colores, olores ni sabores,
no te hablaré de estrellas ni de soles
ni de su brillo, su luz, ni su esplendor.
Hoy no quiero hablarte de amor
de mariposa, de pájaro, de hada,
de caricia, de pasión atormentada,
de cuerpos batallando con ardor.
Hoy no quiero hablarte de amor.
Te invito a sentarte aquí, a mi lado,
y a dialogar sobre nuestro pasado,
su alegría, su pena, su placer, su dolor.
Quiero hablarte del tiempo compartido,
de la belleza y la dureza del camino,
de haber forjado con voluntad nuestro destino
de los fracasos y de algún que otro logro conseguido.
Quiero hablarte de nuestros hijos, de sus vidas,
de las dichas y de los sinsabores,
de alimentar sus sueños, de alejar sus temores,
de gozar con sus logros, de curar sus heridas.
Quiero hablarte de ti y de mí, de nuestra vida,
lejos de mariposas, de musicas, de flores,
hoy contigo no quiero hablar de amores,
porque no estoy romántico este día.
Hoy… no quería hablarte de amor
porque no estoy romántico este día.
Pero es tan abundante entre los dos,
que de rondón se ha colado en mi poesía.
INSTANTE
Parada junto a mí, contemplo enamorado
su belleza madura, su sereno semblante.
Como respuesta a su mirada interrogante,
dos lágrimas brotan de mis ojos nublados.
Sus brazos me rodean y me acercan con mimo,
dos cuerpos encontrados, unidos se estremecen
Mientras AMOR anota otro mágico instante
en el libro de vida que juntos escribimos.
Más instantes de encendido amor en el blog de GUS