Me confieso desorientado. La existencia es relativamente estable cuando se desarrolla soportada en la aparente solidez de unas creencias, de unos modelos a imitar, de unas doctrinas a seguir.
Somos limitados, imperfectos, débiles, perecederos. Creo que esa imperfección, esa debilidad, es la fértil tierra donde brota pujante la imperiosa necesidad de buscar modelos a los que imitar e ídolos, fuerzas superiores, deidades que a modo de anclajes, nos doten del necesario equilibrio, nos ayuden a superar los miedos, aporten firmeza a nuestra inseguridad, destierren nuestra finitud con una ilusoria idea de trascendencia posterior a la muerte física.
No tengo consciencia de cómo se ha producido el proceso que me ha conducido al desconcierto actual. Ese proceso que me induce a cuestionar, a poner en tela de juicio, a ponderar y enjuiciar de forma crítica y escéptica las excelencias de cualquier modelo a seguir, de cualquier ídolo al que imitar, sea de origen humano o divino.
Tengo claro el momento en que ese desconcierto afloró, en que se me hizo patente algo que a lo largo de un tiempo largo e indeterminado había ido tomando en mí aunque no quisiera admitirlo, carta de naturaleza: La necesidad de desterrar ídolos, de someterlos a la criba de la razón, de la inteligencia, de la superación y el esfuerzo personal.
Tan solo sé que ese proceso no parece que tenga vuelta atrás y produce desazón vivir el día a día sabiendo que los modelos, todos los modelos, tienen sus imperfecciones y que las deidades constituyen un placebo para nuestras flaquezas.
Tengo claro el momento en que ese desconcierto afloró, en que se me hizo patente algo que a lo largo de un tiempo largo e indeterminado había ido tomando en mí aunque no quisiera admitirlo, carta de naturaleza: La necesidad de desterrar ídolos, de someterlos a la criba de la razón, de la inteligencia, de la superación y el esfuerzo personal.
Tan solo sé que ese proceso no parece que tenga vuelta atrás y produce desazón vivir el día a día sabiendo que los modelos, todos los modelos, tienen sus imperfecciones y que las deidades constituyen un placebo para nuestras flaquezas.
Otras deidades se asoman al balcón de CASS
Te comprendo Pepe, estamos en lo mismo, para mí !qué alivio a través de los años! Fuera ídolos, arriba personas.
ResponderEliminarNos vemos, besito.
Nada es seguro ni perfecto, sobre todo si hablamos de la parte "terrestre" de la cuestión. Me parece que no estás desorientado si tenés clara esa idea en tu cabeza, al contrario, me parece que tu claridad de conceptos (siempre) es
ResponderEliminarexcelente.
un abrazo
Tenes Pepe, o mejor te leo y tus palabras me llegan con una claridad meridiana. La mento que sientas esa desazón de la orfandad, es cierto que a veces nos sentimos a la deriva si nos metemos a cuestionar tanto, pero eso es inevitable verdad? Pero tambien estoy segura que eso es a veces, las personas valemos la pena!..pero que te lo voy a decir yo a vos!
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo
Ceci
Muchas gracias por la visita.
ResponderEliminarSabias palabras las que encuentro en tu texto,hoy día, mucha gente tiene los conceptos equivocados,pero siguen empecinados en que los suyos son los buenos.
Abrazos.
Y sin embargo, dejar de creer en idolos me parece síntoma de madurez, de dejar de depender de modelos ajenos a uno mismo.
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe.
Hola Pepe.
ResponderEliminarTienes razón. No cabe duda que hay momentos que vivimos desorientados. Y mucho más hoy en día. Personalmente, a veces, envidio a las personas con sólidas creencias. Eso, les ayuda bastante en circunstancias puntuales.
Te dejo un abrazo.
Maat
Pepe me siento bastante identificada con tu relato, pienso que uno tiene que creer principalmente en uno mismo y ser fiel a eso, sin daños a terceros. En algún momento aparece algo o alguién en quien creer. Un abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPepe,amiguco.Hoy me impacta tu escrito,no sin alguna razón por tu parte,pero..si buscamos esa "deidad" en la que creer es porque existe una necesidad de porqués innnata al ser humano.Desde el mero y no poco grande hecho de nacer, vamos en busca de la MANO que nos acune.
ResponderEliminarEn momentos determinnates,mis deidades se han anestasiado y no me han dado paz para soportar los miedos.Sin embargo,su luz me persigue y yo...la quiero,la dejo prender.
Besucos, escritor de escritores!!
Gó
P.S.
Perdona: EL anterior comentario lo eliminé porque me salieron las palabras con omisiones,como casi siempre,ayy!!
Es normal que estés desorientados, tantos ídolos caidos, tantas personas que nos han decepcionado; pero igualmente creo que no has de perder la esperanza,e igual muy escondido hay algunos que aun no hemos descubierto.
ResponderEliminarUn abrazo
celebro este nuevo estado ampliamente. A fuerza de golpes, o cuando se caen las caretas, o cuando nos dimos cuenta que no sabían escribir dos lineas, ni tener un acto de humildad. Así fue que fue pasando.
ResponderEliminarquizás produce desazón enterarse de eso...pero también nos permite crecer dentro de una verdad importante... yo dejé de DIOSIFICAR, y humanicé a Dios en algún momento de mi vida... dejé de creer en él como algo tan supremo y poderoso... directamente lo ignoré como algo posible ya que la vida me demuestra que lo único más grande que el hombre es su propia naturaleza. un abrazo amigo
ResponderEliminarmmm es más seguro, más cómodo quizás, pensar que en medio de este mar hay una isla donde uno está a salvo de todos los oleajes de la vida, pero al fin y al cabo si uno mismo no es el que nada...las islas (y la mayoría de las montañas) tienen la fea costumbre de permanecer inmóviles e impasibles...
ResponderEliminarUn abrazote Pepe : ) y las mejores mareas para este fin de semana
Siempre lo pensé y lo sigo pensando y cada dia con más motivo,y cada día lo diré con el corazón limpio,Pepe.
ResponderEliminarLos dones hay que reconcerlos !!!
Besucos
Gó
La razón se impone. Es una lástima que perdamos esa esperanza de pasar a un sitio de eterna felicidad, pero los cuentos infantiles no nos sirven en la madurez. Ningún príncipe devuelve la vida con un beso, y nadie despertará de su muerte para vivir entre nubes de algodón. Somos polvo....Un beso.
ResponderEliminarPepe
ResponderEliminarAcà vengo luego de tu visita, compartimos la idea que los seres humanos son imperfectos, que cometemos errores, que muchas veces nada es de la manera que nosotros esperamos.
Admiro eso de creer en uno mismo, eso es una forma de fe, de confianza, hay personas que ni eso tienen ,ni en ellos mismos siquiera.
Tener convicciones, sentirnos seguros de lo que somos como seres humanos, quizàs es una forma de tener un idolo, sin caer en lo que serìa ser un egòlatra.
Te felicito por tu escrito, ya he visto varios creo que hay en muchos este comùn denominador, me incluyo.
Un abrazo y un gusto conocer tu espacio.
Si, tienes razón, objetivamente es deseable no necesitar ídolos, pero el desterrarlos de forma voluntaria y consciente facilita que se idolatre al hombre desterrando a la vez la espiritualidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Si, creo que es algo que va con los tiempos, a veces tengo la sensación de que todo está cambiando en cuanto a los planteamientos que antes me parecían normales. No sé, creo que es mas libertad de ideas lo que nos permite ver que todo no es como nos lo venden y que las deidades aplacan pero ayudar lo que se dice ayudar solo lo hace uno mismo con su propia aptitud ante la vida... ¡¡Ya me has hecho reflexionar!!. Te entiendo, eso es lo que quería decir al fin y al cabo...
ResponderEliminarBesos
Pepe, creo que mientras ese reconocimiento de las virtudes sobresalientes de otros seres humanos se mantenga en la línea de señalarnos el camino de la superación propia y universal, es bueno y constructivo. Ahora, si caemos en la tentación de idealizar y deshumanizar a esos destacados, cometemos el error de esperar de ellos lo que nunca podrán ser: seres perfectos dignos de imitar e idolatrar al punto que dejen de lado su propia humanidad.
ResponderEliminarun abrazo fuerte.
Cuando la vida nos va avanzando, destapando cuentos, desaparecen los idolos y quedan al desnudo los seres humanos con todas sus consecuencias. Esta en nosotros imitar o rechazar patrones, perdonar u olvidar y sobre todo construir un sólido pedestal para nuestros sueños.
ResponderEliminarCoherencia, se le llama a eso.
ResponderEliminarNosotros con nosotros mismos, sin dramas... y a continuación salir a la vida, con nuestras mejores ropas, con nuestra mejor cara. Y así, cada día.
Caminante no hay camino...
Abrazos
El del anónimo soy yo, Alfredo.
ResponderEliminarNo podía dejarlo de otra forma
¡¡Google, no es mi ídolo... desde luego!!
Amigo Pepe, una vez más estoy de acuerdo contigo, aunque la verdad sea dicha, pienso que somos nosotros los que la mayoría de las veces, endiosamos a quién no lo merece, y claro de pronto ese ídolo se nos cae, y vemos con asombro que no solo tenía los pies de barro, era todo el cuerpo. Debemos conocernos más a nosotros mismos y no perder el tiempo con algunos ídolos de muy poco valor. Besitos dobles.
ResponderEliminarDespués de la claridad, yo busco los sueños. Y eso me mantiene viva con entusiasmo, a veces más leve, a veces imperceptible, a veces... solo a veces.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Prueba ( llevo dias sin poder comentar nada en algunos blogs)
ResponderEliminarY beso, claro
Yujuuuuuuuu, por fin. Ayer te escribí un comentario dos veces y nada. Tampoco en otras casas.
ResponderEliminarEl hecho de ser conscientes de que puesto que el ser humano tiene defectos, y por lo tanto también todo lo que hace, incluídos los ídolos, filosofías, religiones, sistemas políticos etc..., darte cuenta te hace menos inocente, también más desvalido ante el mundo. Pues no creyendo en nada, no tienes nada donde apoyarte y eres consciente de tu soledad en el camino. O eso, o te apoyas , como hacemos, sola mente en las manos amigas, que tienen defectos, por supuesto, pero realmente, es lo único que tenemos. Y sus defectos y los nuestros, nos hacen humanos, no ídolos.
Un beso, del Aire
en plan bruto,bueno, en el hablar diario lo soy, para qué engañarnos, decía para mí esto, pepe: si yo fuera mu mu grande, al dios le retorcía los cojones...en el hablar fino, medio sin brutalidades, pepe, suelo tener esta otra frase: no es posible que el dios me haya dado discernimiento, inteligencia,pues al dármela, él mismo se desmonta...
ResponderEliminaraplica ambas cuestiones a toda serie de ídolos...
es martes y ando terminando de leer la renuión última, es martes y es un placer reflaxionar contigo...
medio beso, pepe.
Excelenta forma de explicar ladesazon que sentimos cuando nos damos cuenta de que son de barro y por ello rompibles. Magistrales palabras Pepe.
ResponderEliminarBesos
Hola Pepe! Tanto tiempo! Te leo y te comprendo perfectamente, pienso que lo que nos hace desterrar ídolos de nuestras creencias es la simple vida y su cruda realidad. (aunque a veces manoteemos en busca de algo o alguien supremo que avale una postura de idolatría, tal vez para no sentirnos tan solos e indefensos), la verdad es, que está en nosotros la fuerza y el valor para seguir adelante. (quizá debamos reconocernos un poco ídolos de la sobrevivencia, o por nuestros logros, cuando los alcanzamos).
ResponderEliminarBesitos y un gusto leerte nuevamente:
Gaby*
Mi querdio Pepe, creo adivinar el momento aquel en el cual entraste en ese total destierro de toda creencia, es totalmente comprensible, yo tengo fe, yo creo en Dios, no soy fanatica, no soy religiosa, no soy tampoco irrespetuosa con las creencias o no de cada quien.
ResponderEliminarUn beso amigo bello, me alegro mucho verte alla en el nido, tu cantar siempre es una linda melodia!
Un abrazo fuerte, extensivo a Toñi!!!
Anny