¿Harto?. Según la RAE, la palabra harto
define un estado de fastidio o
cansancio. Para aproximarme con justeza a definir las sensaciones que me
producen la situación actual, la palabra harto me resulta manifiestamente
insuficiente. Asqueado sería más justo.
Me provoca repulsión, me subleva, me produce rabia, aloja en mí mente ideas
contrarias a mi forma de ser, habitualmente pacífica y poco dada a la
confrontación.
El panorama social se asemeja a un páramo
desierto y seco. Desolador, devastado, esquilmado, saqueado. Los avances
sociales, en vertiginoso retroceso. Sanidad,
educación, sistema de pensiones, atención prioritaria a las personas dependientes, pilares del tan elogiado y apreciado estado del bienestar , sufren recortes tan bestiales que disminuyen
drásticamente su función vertebradora de una sociedad solidaria y avanzada
socialmente.
¿Se han agotado los recursos?. Tal vez sea cierto el machacón discurso que
nos habla de la escasez de recursos, pero lo que provoca asco e ira es que muchos de los existentes se han
despilfarrado en obras faraónicas que se han demostrado innecesarias e
ineficaces, que otros, en gran medida, han ido a engrosar las cuentas
corrientes de gente sin escrúpulos o a tapar los agujeros dejados por unas
entidades financieras que olvidaron las más elementales normas de prudencia en
cuanto al riesgo asumible.
Asco, porque los representantes de los poderes legislativo,
ejecutivo, judicial, empresarial, sindical, incluso religioso, sólo se
representan a ellos mismos y sus actuaciones de una forma flagrante y clamorosa
van encaminadas a defender sus bastardos y particulares intereses, o los
intereses de los poderosos, si es necesario, por la
amenaza y la represión, alejados, cada vez más, de las necesidades de una
sociedad a la que dicen servir.
Asco, al comprobar que de poco o nada sirven las masivas protestas, esas que deberían ser suficientes para hacerlos recapacitar y enmendar sus
actitudes, pero que en la práctica sólo sirven para provocar su jactancia y
altanería.
Ni tan siquiera el alivio que supone el que
la sociedad civil en su conjunto esté volcada en la tarea de aligerar en lo
posible las situaciones más graves de indefensión, aleja la sensación de asco que produce la dejación de
responsabilidades por parte de los poderes públicos.
No quiero despertar en vosotros un
sentimiento de hartazgo por la extensión de mi entrada, así que, como dice la
canción, harto ya de estar harto…. termino sumido en la impotencia ante una
situación que a todos nos supera.
Más gente harta la podeis encontrar en el blog de nuestra amiga Mar