Pan y circo. Era el
ingenioso y sibilino procedimiento que utilizaron los romanos para
tener contento al populacho, a la plebe. Trigo barato, cuando no
regalado, y costosos juegos circenses como método para conseguir
votos y para mantener a la masa fuera del pensamiento, la crítica y
la actividad política.
Los tiempos han cambiado muchas cosas, pero esa forma de embrutecimiento de las sociedades, poco ha variado y ha sido a peor, porque al menos los romanos facilitaban el pan. Ahora nos hemos quedado solamente con el circo.
Démosle a los ciudadanos
normales, los ciudadanos de a pie, grandes espectáculos de masas, el
fútbol es un buen ejemplo de ello, fábrica de mitos, semidioses a
los que idolatrar y seguir, por los que sufrir o gozar, convirtiendo
a sus equipos en orgullo patrio o en vergüenza nacional, en función
de sus éxitos o fracasos deportivos.
Mientras fijamos
obsesivamente nuestra atención en ese balón que rueda, a nuestro
alrededor suceden cosas, desahucian familias, matan mujeres, se
precariza el empleo, se reducen los servicios sociales, llaman a la
puerta de nuestras sociedades millones de personas que han huido del
hambre y la miseria, pero nosotros a lo nuestro, a ver ese balón que
rueda con la esperanza de mantener nuestra portería a cero mientras
marcamos gol en la del equipo contrario.
Al día siguiente
comentaremos con pasión desmedida lo mal que estuvo Messi o el
golazo de Cristiano, y a nuestro alrededor, ante nuestra
indiferencia, seguirán sucediendo cosas que ni tan siquiera nos
rozarán, satisfechos y saciados como estamos, con nuestra dosis de circo.
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del mundial de fútbol en casa de nuestro amigo Gustavo