Permitidme que me tome la licencia de obviar la relación 1 entre mil que nos propone Mónica, cambiándola por 1 entre 1391 que son, creo, las columnas, 924 estructurales y 467 decorativas, que embellecen y soportan uno de los edificios más singulares de la Península Ibérica. La Mezquita-Catedral de Córdoba, mi ciudad.
En un sitio sagrado, que alberga en su interior joyas arquitectónicas de dos de las más grandes religiones monoteistas, no podía faltar Satanás haciendo de las suyas.
Si nos deleitamos paseándonos por ese bosque mágico de columnas que soportan sus arcos bicolor de piedra y ladrillo, de doble arcada, lenta y reposadamente, acabaremos viendo, junto a un enorme cuadro de San Cristóbal, al que llamamos San Cristobalón por su tamaño, una columna protegida por un tubo de metacrilato.
Cuenta la leyenda que esa columa fué tallada en las entrañas del infierno por el mismísimo Satanás. Mientras que las demás columnas son lisas y claras, La Columna del Infierno, pues ese es su nombre, es salomónica y negra.
Presenta, de ahí su protección, muchos surcos y huecos que la han adelgazado al punto de peligrar su integridad.
La imaginación popular sitúa su origen en el Averno, porque, al raspar su superficie con una moneda, se desprende de ella un olor a azufre, como si de un huevo podrido se tratara. Aquellos a los que su extremada sensibilidad los hace proclives a todo tipo de creencias, cuentan además que, en la soledad y el silencio de la Mezquita, al lado de la columna, se perciben ruidos de pezuñas y lamentos de ultratumba.
La realidad, la tozuda realidad, es mucho más prosaica. La ciencia ha demostrado que en la composición de materiales de esa columna está presente el azufre y que al rasparla, este, con el agua presente en la humedad del ambiente, produce en muy pequeña cantidad, acido sulfhidrico, que es el causante de ese, apenas perceptible, olor nauseabundo.
Particularmente me quiero dejar llevar por la magia de la leyenda, esa que sitúa a Satanás en el origen de la columna, la misma leyeenda que me hace desear que el metacrilato no existiera para experimentar ese olor que, quiero creer, proviene del infernal azufre.
Más relatos de proporcionalidad uno de mil, en el blog de nuestra amiga Neeogéminis
La licencia que te has tomado ha valido la pena, un precioso recorrido y leyenda de las columnas tan bellas y mágicas de la mezquita de Córdoba. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy buena decisión, presentar, contar y exponer datos sobre la Catedral de Córdoba es interesante, casi necesario para quien la visita sin tiempo y para ilusionar a futuros visitantes. Es una joya. Gracias y un abrazo
ResponderEliminarInteresante que haya mas columnas decorativas que columnas utiles. No lo que no es si esta en particular sobre la que se centra el relato es decorativa o es de soporte
ResponderEliminar924 estructurales y 467 decorativas, más estructurales como ves. En cuanto a la columna del Infierno, es estructural, de las que soportan arcadas.
EliminarMe encanta la historia y el tema que utilizaste para encarar la consigna, Pepe. Muy original e instructivo. Muchas gracias por este aporte tan significativo de tu tierra. Un abrazo
ResponderEliminarHe conocido ese hermoso lugar con sus columnas en tu narración y me alegra mucho que lo hayas hecho, pues he viajado con la mente, tu texto se adapta perfectamente al desafío, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Una leyenda que desconocía, pero que pone los pelos de punta. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarPepe gracias por rebelarme esa historia, que no tenía ni idea que había alrededor de esa columna que efectivamente es única y creía que por eso estaba protegida por el metacrilato.
ResponderEliminarDe nuevo gracias.
Columna única la que describes. Buen relato. Saludos
ResponderEliminarTu texto hace un equilibrio entre la leyenda y la explicación científica. Y podría estar dentro de la consigna.
ResponderEliminarSaludos.
Estoy contigo. la ciencia está muy sobrevalorada. ¿ explica la ciencia porque es negra y las otras no? ¿ porque esta tiene azufre y las otras no?
ResponderEliminaraquí la ciencia aclara muy poco
Abrazo
Cuando estuve en la mezquita-catedral de Córdoba no pude ver dicha columna, pero me ha encantado tu descripción, tan interesante y detallada. Me quedo también con la historia de su origen infernal antes que con otras teorías.
ResponderEliminarEn mi blog escribí sobre esta mezquita un post titulado "El templo de las mil columnas". Te invito a leerlo.
Enhorabuena por tu gran aportación al reto.
Un saludo.
Bonito homenaje a la Mezquita, edificio único y especial, como parece ser tambien esa columna de la que nos hablas! Un abrazote Pepe!
ResponderEliminarAlgunos se apoyan en más de una columna maléfica.
ResponderEliminarCreí haberte comentado. Te decía que esa columna, al verla, me pareció demasiado protegida, pero al saber la leyenda todo cuadra.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz finde
Ah, es que las creaciones satánicas son más ocurrentes que las celestiales... Buen día, Pepe. Aquí Verónica al ataque de nuevo.
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