¿Escribir desde el corazón? no recuerdo haber escrito nunca de otra forma. Mi blog se llama desgranando momentos porque eso es precisamente lo que intento hacer en cada uno de los post que publico desde mi rinconcito. No sabría escribir de otra manera. Mis letras, independientemente del tema sobre el que versen, van siempre persiguiendo ser reflejo de emociones, de sentimientos, de vivencias. Intentan ser expresión de estados de ánimo, de convicciones, de creencias. El estremecimiento, el llanto, la risa, la pasión, el amor o el desamor, han de anteceder siempre a la palabra escrita. Después, el preciado don de la palabra como vehículo de transmisión. Hoy me piden escribir desde el corazón y no se me ocurre cual puede ser el tema que refleje más fidedignamente ese requerimiento.
Voy a retomar para ello la historia de una pregunta. La escribí hace tiempo y es poco probable que la hayais leído, así que algo modificada os la ofrezco. La pregunta era y sigue siendo ¿Y AHORA QUE?.
Esta es la pregunta que más me ha marcado desde que me la hicieron hace ya 42 años, el día 22 de Enero de 1.970. El reloj marcaba la una y media de la tarde.
Andaba yo, mucho tiempo antes de esa fecha, intentando enamorar a la mujer que ha compartido mi vida desde entonces. Hablo por supuesto, de esa persona inteligente, tierna, sensible, generosa, maravillosa criatura que es mi mujer, Toñi. Los amigos que la conocen, si leen esto, me estarán dando la razón. Puedo aseguraros que puse todo mi esfuerzo en ese empeño, y que no me fué nada fácil. Recordando esa etapa viene a mi memoria una frase: Nunca un camino fácil te llevará a sitios que merezcan la pena. Solo puedo deciros que mereció la pena.
Y en ese día y a esa hora, cedió y me dijo: Bueno, si, ya somos novios….. ¿Y AHORA QUE?.
La pregunta en su simpleza, abría una interrogante que aún hoy seguimos resolviendo, tanta era su enorme dificultad. Es comprensible que nos haya marcado para siempre, aunque esforzándonos en su resolución hayan transcurrido los años más felices de nuestra vida.
Empezamos a resolverla, mientras nos poníamos llenos de ilusión y esperanzados, con voluntad y no pocos tropezones, a la tarea de conocernos, de aprender a querernos, de aprender a renunciar a nuestros pequeños y grandes egoísmos para darnos con generosidad al otro.
Más tarde nos casamos y de nuevo el mismo interrogante ¿Y AHORA QUÉ?
Y tuvimos que aprender a vivir en común, (tarea no siempre fácil), para ir resolviendo en la convivencia diaria, la dichosa pregunta.
Vinieron nuestros cuatro hijos y con cada uno de ellos, junto con el pan debajo del brazo, el mismo interrogante ¿Y AHORA QUE?
Tuvimos que aprender a ser padres. Intentamos, casi siempre inútilmente, ser sus amigos. Aprendimos a ser confidentes unas veces, cómplices otras, enfermeros de cuerpo y de alma otras, educadores siempre. Y así, día a día, fuimos resolviendo con ellos y para ellos, a duras penas en ocasiones pero con la misma ilusión del primer día, la pregunta que ocupa esta reflexión, acrecentándose al mismo tiempo nuestro amor, por tanta vida en común empleada en dar una respuesta adecuada a esa pregunta.
Más tarde el destino aposentó el infortunio en nuestras vidas con crueldad desmedida y de nuevo, más acuciante, más compleja, más hiriente que nunca, la misma pregunta ¿Y AHORA QUE?, He de confesaros que en esta ocasión aún andamos extraviados, desorientados, tardando en encontrar respuesta, haciendo nuestras aquellas palabras de Benedetti: “Cuando creíamos tener todas las respuestas, cambiaron de repente las preguntas. En esta circunstancia adversa, algo tocados pero en ningún caso hundidos, el esfuerzo requerido es mayor, pero la pregunta va siendo respondida.
En esa tarea estamos y en ella seguiremos porque la búsqueda de respuesta a esa pregunta ¿Y AHORA QUE?, siempre presente en nuestra vida, ha ido aportándonos no sólo felicidad, sino un enorme sedimento de solidez y estabilidad en nuestra relación.
Esta es la pequeña historia similar a muchas otras, de la pregunta que ha marcado toda nuestra vida. Escrita, como la ocasión requiere, desde el corazón.
Segunda aportación.
Desprende el tiempo,
del corazón humano,
las malas horas.
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