Para esta ocasión, en que tengo que hablar sobre colores, quiero dejaros un texto escrito por mí allá por el 2009, ligeramente modificado para la ocasión. Algunos de vosotros lo habeis leido ya y os pido disculpas por ello, pero creo que es interesante ofrecérselo a mis amigos jueveros. Fué escrito en un momento de mi vida en que predominaba la ausencia de color, así que fiel al título de mi blog, aquí os dejo desgranado, ese momento.
HAIKU PARA UN COLOR AUSENTE
Mano de sombra.
Cubres de densa bruma,
mi negra pena.
LA MANO DE
SOMBRA (cuento infantil, pero menos).
En un
pequeño claro existente en la espesura más densa de un bosque muy lejano con
respecto a cualquier sitio conocido, a salvo de peligros y en completa armonía
con la naturaleza circundante, vivía feliz, muy feliz, una familia de duendes.
Su vida transcurría de la plácida forma en que todos sabemos que transcurre la
vida de los duendes. Rodeados de vida y color. El amarillo del sol, el azul del
cielo, el verde de una exuberante vegetación, el naranja y el ocre de las hojas
en otoño, el marrón de la fértil tierra,
el malva de algunos atardeceres. Papá y mamá duende labrando, sembrando,
regando, recogiendo cosechas, recolectando frutas que el bosque les ofrecía,
cuidando de la casa y de los cuatro duendecillos, y estos, como podeis suponer,
todo el día persiguiendo mariposas y pajarillos, molestando a las ranas del
cercano lago, coleccionando mariquitas y, sobre todo, jugando a imaginar donde
conduciría el majestuoso arco iris que todos los días invariablemente, aparecía
en la cascada que desde gran altura, vertía sus aguas al lago.
Tanta era la
fascinación de los duendecillos por el arco iris, que decidieron incorporarlo a
sus juegos. Con todas la magia que se les puede suponer a los duendes, poniendo
cada uno de ellos como ingredientes lo mejor de sí mismos, consiguieron un arco
iris, trenzado a modo de cuerda, pequeñito,
que hacían girar con tan solo unir sus voces. A partir de ese día, su pequeño
arco iris les sirvió para jugar a la comba, pasando a ser ese momento del día
el más especial y celebrado de todos, incluyendo a papá y mamá duende que veían
en ese pequeño arco iris, el símbolo de su bienestar y felicidad.
Un día, un
personaje siniestro llamado Caronte, envidioso de tanta felicidad, raptó a
Murmel, uno de los duendecillos y trepando por el gran arco iris de la cascada,
anduvo con él hasta el final del rutilante camino que sus siete colores
trazaban en el cielo. Nada más hubo cruzado, el Arco Iris desapareció y una
densa bruma se extendió sobre el bosque, como si una mano de siniestra sombra
se hubiera cerrado sobre este.
Desde
entonces, nada fue lo mismo. Los colores del bosque se tornaron grises o
negros, la tierra se volvió menos fértil, el trabajo diario dejó de importarles
y hasta la comba que les servía para jugar perdió los colores y dejó de girar,
al faltar una de las voces que al unísono con las otras, la hacían ser mágica y
preciosa. En vano esperaron el regreso de Murmel, que contra su voluntad había
sido llevado por el camino sin retorno donde van todos los que ya no están,
pues este es el verdadero destino que se encuentra más allá del Arco Iris.
Transcurrido
un tiempo, perdida por completo la ilusión por verlo regresar, tan sólo les
quedaba la esperanza, la remota esperanza, de ver desaparecer algún día, al
menos en parte, la espesa oscuridad extendida sobre su bosque por la mano de sombra.
Pepe.
Más historias repletas de colores en el blog de nuestros intrépidos reporteros
Bienvenido a este viaje a los colores!
ResponderEliminar...y la luz, a pesar de todo, algunas veces se abre paso entre las sombras.
gracias por participar
saludos x 2
Solo desear que amanezca la esperanza, verde, que su luz disipe las sombras. De corazón.
ResponderEliminarAbrazo lleno de cariño para los duendes.
Espero que la oscuridad poco a poco vaya adquiriendo luz y color.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y es que cuando la sombra aparece los colores se vuelven oscuros. Espero que entre un rayito de sol, para que ilumine algún color de esa espesura. Y los duendes vuelvan a mirar con un poco de brillo los días.
ResponderEliminarUn abrazo para los dos.
El blanco y negro, el gris, son colores, dicen que el negro los suma todos, esperemos que los devuelva junto con el arco íris, Murmel...la esperanza.
ResponderEliminarNo es de niños, es hermoso para todos y todas sin distinción de edades.
Besitos a pares.
Hola, Pepe.
ResponderEliminarLa pérdida de un ser querido nos llena de sombras y tristezas. Solo el cariño a los que nos rodean y viceversa, nos saca poco a poco de esa espesa oscuridad en la que irremediablemente caemos a lo largo de esta vida.
Es un cuento muy bello, Pepe.
Un abrazo.
Lupe
EL haiku es de premio!!
ResponderEliminarRecuerdo esta entrada por su belleza y sé que a pesar de las sombras,ha desparecido ,solo en parte,muy solo en parte,la niebla.
Besucos solidarios
Gó
Sin duda ese duende seguirá aguardando al pie de un arco iris!
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Pepe.
=)
Me parece que está incompleto, le falta el final, la moraleja para ser un cuento de niños. Así resulta demasiado real, demasiado de adultos, porque, aunque tienen esperanza, no hicieron nada por rescatar a su hermano (o hijo).
ResponderEliminarLa vida es una lucha continua por mantener los colores, por mantener la luz. Y no por conseguir el fin egoísta e individual de estar "bien", sino por demostrar EL AMOR que se dice y se siente por los demás, por lo demás.
Porque cuando uno deja de AMAR se convierte, aún sin quererlo, en esa sombra cuyas manos roban lo hermoso.
Felicidades por este cuento que, a pesar de la crítica, me ha gustado.
Un abrazo
Ibso, puede parecer incompleto pero no lo está. Efectivamente es un cuento adulto por eso lo titulo cuento infantil, pero menos. He llegado a la conclusión que tras el último viaje, allí donde nos lleva Caronte, no hay absolutamente nada, así que lo único que queda para los que quedamos es el recuerdo y la esperanza que también menciono en el último párrafo, de que algo de ese color que nos ha sido arrebatado, vuelva a nuestras vidas. De hecho, tras seis años ese color va tornando a nosotros, que el tiempo todo lo cura.
EliminarGracias por tu crítica.
Un abrazo.
Bonito cuento; pero con un final triste, que pena no volver a ver el arco iris y sus colores. ¿Quien sabe? a lo mejor vuelve, no hay que perder la esperanza
ResponderEliminarUn abrazo
La amenaza de la sombra, el contraste, la espera de nuevos colores...como para dejarse llevar. Un saludo.
ResponderEliminarEl paso del tiempo permite que el arco iris vuelva, incluso en memoria de ese duende que ya no está. Es menos doloroso el camino que hay que seguir transitando si en el hay luz y colores.
ResponderEliminarUn cuento triste y bien contado, desde el alma.
un abrazo
Me ha gustado que lo vuelvas a traer, en mi caso no lo conocía, y hoy me ha sido presentado. Un cuento que deja mucho para pensar y reflexionar. ¿Que cuentos hay que leerle a los niños? De niños , pero sin ocultar la realidad.
ResponderEliminarQue el verde se multiplique, aunque yo a veces me los confunda.
Abrazo en colores.
Yo pensaría en la vida del duendecillo al otro lado del arcoiris, al saber que mientras estuvo con su familia, vivía feliz, y hacía felices a los suyos. Un abrazo
ResponderEliminarYo no lo conocía y me ha emocionado mucho;ojalá esos negros y grises se vayan difuminando poco a poco, aunque nunca del todo, pero sí lo suficiente para que puedan colarse entre ellos unos rayitos de colores y de sonrisas.
ResponderEliminarTriste y duro como la vida, pero precioso el cuento.
Un beso enorme.
Me gustó tu cuento, que a difencia de otros muchos, tiene un final triste.
ResponderEliminarCuando te falta tu ser querido, la vida ya no sonríe, el arco iris se va y todo es más difícil entre la penumbra que te envuelve. Comparto el mensaje de tu relato.
Bss.
Seguro que esa oscuridad desaparecerá algún día, al menos eso es lo que deseo.
ResponderEliminarUna abrazo
Lola
Un cuento precioso, aunque no termine con final feliz. Se fue Murmel y con él el color del arcoiris. Un beso.
ResponderEliminarEs un cuento precioso, Pepe, muy triste con ese final desconsolado aunque tenga un hilillo de esperanza de que todo se supera con el tiempo.
ResponderEliminarHay que acogerse a los recuerdos y a cuanto nos de un punto de esperanza en que el arco iris vuelva de nuevo a colorear los sueños.
Aunque se sepa que ya nunca volverá a brillar con la misma intensidad.
Un abrazo
Y después de mucho tiempo la oscuridad se fue disipando...Tal vez la luz y el color de Murmel, su recuerdo, el amor que dejó mientra existió, es lo que aclara el camino.
ResponderEliminarTodo mi cariño Pepe.
pepe, no me queda otra que expresarme con mis típicas expresiones de calle:
ResponderEliminar¡qué cabronazo, pepe!¡¡ joderse y joderse...has entretejido o tejido una historia tan bella como lo es la visión misma del arcoiris...y se acabó, no digo mássss¡¡
bueno, sí...joderse y joderse, añado..
medio beso.
Es un cuento precioso, y todos podemos entenderlo, lo único que deseo es que los colores ya estén de nuevo instalados en tu vida y la de Toñi. Por desgracia los colores que tanto admiro se me han escapado varias veces, pero por fortuna vuelven a mi vida, no quiero volver a vivir en blanco y negro, fue un experiencia terrible.
ResponderEliminarIntento volver a la normalidad, ya sabes que cuesta, vamos a ver si puedo leer varios colores, sé que me hará mucho bien. Abrazos dobles.
Perdón, el Haiku me encantó.
Es un cuento para cualquier edad, contiene cosas mágicas, llenas de colores, aunque su final sea oscuro, creo que deja al lector con la esperanza de que todo vuelva a colorearse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los opuestos se atraen, por eso creo que en la vida hay colores y sombras. Somos y seremos así. Muy bueno Pepe. Un beso
ResponderEliminarComo dice m. José que se me adelantó... Los opuestos se atraen. Estaba pensando en eso. Un hermoso relato. Besos y buen fin de semana.
ResponderEliminarLos colores y los deseos, parecen nacidos los unos para los otros. Cada color un deseo.
ResponderEliminarUn cuento verde esmeralda, una esperanza rosa purpura, un deseo azul celeste.
Un abrazo de un amigo naranja valenciana.
Me ha conmovido el relato, Pepe. Es buenísimo y te doy las gracias por ponerlo al alcance de tus lectores.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Es un cuento intemporal, de cualquier época, incluso de la que estamos viviendo...
ResponderEliminarUn cuento precioso!
Abrazos.
Dice un tango: sombras nada más...
ResponderEliminary yo no creo en eso, y tú lo demuestras, con mejores letras y tonalidades.
un fuerte abrazo
YUn precioso escrito nacido desde lo más profundo de tus sentimientos mi querido Pepe, yo a diferencia tuya, creo que el reaparecimiento de los colores obedece a que el duendecito aquel esta construyendo uno nuevo en algun lugar, creo que la brillantez de su sonrisa es la que da brillo a tus ojos.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, compartiendo contigo los bellos colores de las flores de mi jardin en un pedacito de miEterna Primavera!
Anny