31 de enero de 2013

Este jueves, un relato: "Hablar escribiendo"



Se dejó caer en la cama, como cada día, con el alma cansada por el peso de  las últimas historias. Aquellas a las que ese día había tenido que dotar de un esqueleto gramatical y caligráfico o aquellas a las que había tenido que poner voz para desvelar su contenido.  No podía evitar involucrarse en ellas y así, un día más, había amado, odiado, recordado, añorado, implorado un regreso, comunicado una defunción, un nacimiento, una boda, un golpe de fortuna y solicitado diversas cosas a organismos oficiales. 

Sus padres se habían esforzado porque él no fuera un analfabeto más en  un tiempo en que el conocimiento era privilegio exclusivo de las clases más acomodadas. Le gustaba leer y escribir y eso le  permitió tener una cultura general más que aceptable a pesar de no haber podido acceder a estudios superiores. 

Lo que empezó siendo un gesto altruista, de buena vecindad, escribir o leer alguna carta para una vecina, terminó convirtiéndose en un trabajo que si bien nunca lo haría rico, le permitia vivir sin apuros aunque modestamente. Se durmió, un días más, con la incertidumbre de no saber durante cuanto tiempo iba a poder soportar ese trabajo, ser conocedor y confidente de tantas historias, secreto de confesión al que su oficio de escribidor y lector por encargo, le obligaba.

Más historias en casa de nuestra amiga Rochies

28 de enero de 2013

Este jueves un relato: "A pie de frase"

Gratamente sorprendido por los resultados de la quiniela, ante el hecho de haber estado a punto de lograr doblete, por número de aciertos propios (6) y por aciertos ajenos con respecto a mí (0), os dejo la entrada que tanto os ha despistado. 

(Dedicado con cariño, admiración y respeto para nuestros queridos reporteros del “The Daily Planet’s Bloggers”)

“La reina en el palacio de las corrientes de Aire” 
tercer libro de la trilogía Millennium
Stieg Larsson

“Si Millennium ha funcionado hasta ahora es porque tú y Mikael os complementais”
Erika Berger, redactora jefe, es metódica y cerebral. Dotada para la gestión, planificación y liderazgo. Mikael Blomkvist es intuitivo y anárquico. Dotado de una gran inteligencia y un  instinto especial para escarbar y destapar todo tipo de componendas y corruptelas en el mundo político, empresarial y financiero.  Amigos íntimos,  amantes ocasionales, fundadores de la revista Millennium, periodistas comprometidos, de raza. El éxito de la revista es fruto de la perfecta simbiosis de los dos.

Quiero explayarme en un aspecto común de su semblanza, el de ser amantes ocasionales, por lo que su peculiar relación puede suponer de choque cultural. Desde sus tiempos de Universidad mantienen esporádicas relaciones sexuales a las que no han sabido ni querido renunciar a pesar de que cada uno de ellos ha contraído matrimonio con otras personas.

La esposa de Mikael, no pudo soportarlo y lo abandonó. Por el contrario, Greger, esposo de Erika, estaba del todo conforme con el hecho de que Mikael fuera el amante de su mujer. La relación tenía lugar con su consentimiento y aprobación. Esta actitud conformista, me plantea una serie de interrogantes que someto a vuestra consideración.

¿Es posible amar a una persona, gozar sexualmente con ella y, al mismo tiempo no tener sentimientos de culpabilidad ni sensación de ser infiel gozando con otra?.
¿Somos los humanos monógamos por naturaleza o es una consecuencia cultural, religiosa o social?
¿Son estas actitudes y comportamientos inmorales o amorales?
¿Es la actitud de la persona que consiente y aprueba, un signo de amor incondicional y de respeto hacia la libertad de su pareja?

Se me ocurren algunos interrogantes más como los anteriores, pero creo que como muestra, es más que suficiente. 
Finalmente, para suavizar un poco la aridez de las cuestiones anteriores, os dejo con una gota de humor:
- ¿A ti que te parece que los curas puedan casarse?
- Realmente... Si se quieren, ¿por qué no?

17 de enero de 2013

Este jueves, un relato: "EL ARBOL DEL AHORCADO"




Con cada nuevo golpe, arreciaba el viento, aumentaba la lluvia su inclemencia, crujían las ramas del viejo árbol como si fuera su vieja osamenta la que estuviera recibiendo la paliza, otra más.  La Naturaleza en un espectáculo dantesco, furiosa, poniendo voz a su silencio dolorido, acobardado.

Un mar de lágrimas vertidas, un cuerpo, el suyo, sin espacio para nuevas cicatrices, una voluntad sojuzgada, anulada,  un alma muerta. El árbol la reclama como una solución. Una soga, una rama acogedora, un último crujido, una liberación.  
  
La vida del verdugo tiene ahora su infierno merecido. Disfrutaría entonando su cobarde  letanía de golpes en otros cuerpos débiles y sumisos, pero la alargada sombra de la ahorcada, el recuerdo de los tétricos crujidos de su cuerpo sin vida, suspendido,  un surco sanguinolento que aparece lacerando su cuello, una creciente asfixia, todo ello persiguiéndole a diario de forma intermitente, se lo impiden.   

Más historias de ahorcados en casa de nuestro amigo Luis

10 de enero de 2013

Una convocatoria literaria. Los jueves un relato. "MAYORES"







Nuestra sociedad, en su conjunto, ha dado pasos de gigante hacia una progresiva deshumanización. En un entorno árido y agreste donde los derechos se ven diariamente cercenados, donde escasean las oportunidades, donde sobrevivir es  la tarea prioritaria, ser anciano se convierte en un serio inconveniente, un estorbo, una preocupación más, una piedra en el zapato. 

Hemos perdido el Norte. En aras de una pretendida eficacia, estamos olvidando que la madurez, la experiencia vital de nuestros mayores, el cúmulo de conocimientos que atesoran, su capacidad de dar, de amar desinteresadamente, son valores que no podemos permitirnos el lujo de ignorar ni derrochar.

Tras una vida de esfuerzo dedicada a la educación y crianza de los hijos que se prolonga mientras sus capacidades lo permiten en el cuidado de los nietos, en su desinteresada aportación a las frágiles economías familiares, en el tramo final, indefensos y débiles, a menudo reciben como recompensa la desatención y el desapego. 

Es en ese estadio final, cuando las limitaciones físicas y mentales los hacen totalmente dependientes, donde debería estar más presente que nunca todo nuestro respeto y cariño, aunque sólo sea por puro egoísmo personal,  porque todos, absolutamente todos, llegaremos más tarde o más temprano a ese estado de indefensión.

Una sociedad que no es capaz de cuidar y venerar  a sus mayores está abocada al fracaso colectivo. ¡Así nos va!.

Más y mucho mejor sobre nuestros mayores, en el blog del amigo Gustavo