Llevo una semana
llamándote y no consigo contactar contigo. Estoy abatido. No duermo
desde que me sorprendiste en aquella cafetería con Yolanda. Todo fué
un lamentable equívoco. Me llamó llorando porque en su matrimonio
las cosas no van bien y buscaba en mí un amigo en el que descargar
su pena. No podía negarme a escucharla. Sabes que fuimos novios, pero te pido que confíes en mí
cuando te digo que no hay ninguna otra mujer en mi vida, que tú eres
lo mejor que me ha pasado.
Sé que mi trabajo me
tiene alejado de tí y eso te hace desconfiar. Piensa que persigo
asegurar el futuro de los dos. De momento sólo puedo estar contigo
martes, jueves y sábados pero sueño con el momento en que mis
obligaciones laborales me permitan estar contigo todos los días.
Quiero verte, quiero que hablemos y acabar con esta situación que
me está volviendo loco. ¡Llámame, por favor!
Querida Yolanda:
Confieso que mentí
cuando te dije que había terminado con Irene. El miedo a hacerle
daño me ha hecho demorar el instante de romper con ella, pero te
aseguro que esa relación está más que rota. Me armaré de valor y
le dejaré claro que ya no podemos seguir, que ya no siento nada por
ella, que solamente tú me importas. No sabes lo mucho que significas
para mí ni la impaciencia con la que espero que lleguen el lunes y
el miércoles y el viernes, días que mis obligaciones laborales me
permiten estar contigo y disfrutar de tí. Si el próximo lunes estás
en el lugar de siempre, sabré que me has perdonado esta mentira.
¡Acude por favor!
El destino, otra vez el
caprichoso destino, ese que dejó su engaño al
descubierto, empeñado en que sus designios no se torcieran, hizo que estas cartas fueran por error humano al sobre equivocado. Ahora
nuestro protagonista, mal aprendiz de Tenorio, está como dice el
refrán, con dos sillas y sentado en el suelo. ¡No se puede luchar contra el destino!.
Más relatos sobre el destino aquí mismo, un poquito más abajo
Jajajaja, es muy bueno, no solo le pillaron, sino que también se equivocó al enviar las cartas...
ResponderEliminarCreo que el destino, en esta ocasión ha andado muy acertado.
Pienso que la verdad siempre sale a la luz tarde o temprano... este que narras es un caso así :)
Me encanta!!!
Muchos besos
Ni se puede luchar ni se le puede engañar. Divertido relato viste desde: no soy Irene y no soy Yolanda. Abrazo
ResponderEliminarExcelente muestra de que el destino siempre hace de las suyas para poder cumplirse. Tu relato es divertido, pero en el fondo tiene una historia de mentiras y engaños que involucran a dos mujeres inocentes. Alguna vez fui "Irene" o "Yolanda" y recibí un mensaje de texto equivocado (en lugar de una carta) Y te puedo asegurar que es espantoso. Cosas de la vida, tan bien expuestas en tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso.
Es que se necesita talento,astucia para ser intrigante.
ResponderEliminarBuen relato.
jeje es que las trampas que se le intenta poner a la verdad, a la larga terminan siendo nuestra propia perdición... por lago dicen que la mentira tiene patas cortas.
ResponderEliminarUn abrazo
¿Quieres creer que pensé en escribir eso porque le había pasado realmente a una tía-abuela mía?
ResponderEliminar¿Quieres creer que pensé en escribir eso porque le había pasado realmente a una tía-abuela mía?
ResponderEliminarBuenas tardes, Pepe:
ResponderEliminarEl tuyo es un sainete epistolar en el que, quien más y quien menos, es fácil descubrirse interpretando a una de las partes, cuando no de manera alterna las dos.
Un abrazo, Pepe.
Buen relato, el karma qye juega con el destino.
ResponderEliminarUn saludo.
jajajaa el destino es el destino y en esta ocasión metió mano en los sobres :)
ResponderEliminarUn beso!
Solo se me ocurre ua cosa: Plás, plás, plás Muy bien hallado. Genial.!!!
ResponderEliminarQué bueno Pepe! Un relato divertido y muy bien contado. No se si sería el destino o la casualidad lo que le hizo cambiar los sobres pero le está bien empleado.
ResponderEliminarDisculpa que no haya podido participar pero no conseguí que cuajara ningún relato...
Un beso
Aquí en tu relato Pepe veo al Karma haciendo de las suyas... y nos muestra que al final cada uno termina en el lugar que le corresponde, a este hombre le correspondía quedar solo... Bravo por ese destino que liberó a esas dos mujeres de tan mal Don Juan...
ResponderEliminarMe he encantado, mucho...
Besines...
El destino no tiene la culpa de que los haya tannnn torrrrpes jajajajaja,
ResponderEliminarUn besazo
Siempre es bueno que hayan niños (o como se llama ahora: destino) No se pueden escribir cosas tan serias después de cuatro Gintonics... ¡Por Dios!.
ResponderEliminarAbrazos divertidos.