En su entorno, la discriminación era moneda de uso corriente. La supremacía de la raza blanca se hacía patente en todos los ámbitos de una sociedad tremendamente injusta y desigual. La mayoritaria población negra apenas si tenía derechos. Vetado su acceso a una educación de calidad, vetada igualmente su participación política, reducidos a guetos, convertidos en mano de obra barata.
El apartheid, como forma
sangrante de imperialismo económico ejercido por una minoría
blanca, alimentado y sustentado por una intensa segregación racial
y social, aún no había llegado a gangrenar sus sueños infantiles.
Allí, en tierra de
nadie, en la neutralidad de un improvisado campo de fútbol,
corriendo tras un balón, niños blancos y negros, en ilusionante
mescolanza, vírgenes de maldad y prejuicios, jugaban
ajenos a que quizás unos
y otros fueran artífices en un futuro no lejano en lograr una
sociedad sudafricana algo más tolerante e igualitaria.
Podeis deleitaros con más historias en blanco y negro en el blog de nuestra amiga Nieves
Ojalá haya sido el comienzo de algo duradero. Creo ver algo de aquella peli (de la que olvidé el nombre)
ResponderEliminar=D
Un abrazo
La diferencia de raza y la social siempre penden como nubes de borrasca. Los niños son la promesa de la igualdad. Un abrazo
ResponderEliminarOstras! No veo las letras ni los comentarios...
ResponderEliminar<Muy acertada descripción del Apartheit, sudafricano, y las diferncias abismales que existían entre las dos razas. Afortunadamente estos episodios han pasado a la histoira. Aunque aparezca algún brote aquí y allá, es seguro que no progresarán sus pretensiones.
ResponderEliminarUn abrazo Pepe.
Cuanto deberíamos de aprender de los niños...
ResponderEliminarAdemás le debemos a ellos, a su inocencia y a su bien hacer libres de trabas el que se haga por conseguir una sociedad igualitaria.
Un abrazo.
El deporte fue fundamental, en ese caso, para empezar a cambiar algo que no estaba bien.
ResponderEliminarBien planteado
Creo que si alguien veía que los niños de diferentes razas jugaban juntos lo habrían prohibido, pero estoy seguro que ocurría, como también se enamorarían chicos de una raza y la otra, porque las leyes irracionales no pueden frenar la vida.
ResponderEliminarAbrazos.
Y es lo que al final Nelson Mandela consiguió. Quizás era uno de esos niños que soñaban en un mundo mejor.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que el ser humano no nace racista... ls prejuicios vienen luego, de algunos que tienen la osadía de llamarse adultos.
ResponderEliminarUn beso.
Sudáfrica es uno de los países que conoce bien lo que puede causar el racismo. El racismo es el enemigo de la humanidad, y en la Juventud alberga la esperanza. Un placer leerte.
ResponderEliminarBeso
Los niños solo ven seres humanos pero los prejuicios y fantasmadas de la sociedad nos llevan a que todo sea o así o asa... y ojo digas algo de términos medios... Todavía se entiende menos.
ResponderEliminarUn beso enorme.
No deberían existir razas ni diferencias sociales porque todos tenemos un mismo corazón.
ResponderEliminarUn bonito relato.
Un beso.
Nos haces reflexionar sobre ese mundo cercano, que siempre olvidamos y que sigue luchando por sus igualdades y derechos humanos...Esa realidad negra y herida, que es una asignatura pendiente para la humanidad y sobre todo para nuestros mundos económicos y globalizados.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo siempre, Pepe.
M.Jesús
todavía queda bastante discriminación que corregir en el mundo, sea por el color o por muchos otros aspectos. En realidad el ser humano proyecta en ello sus propios miedos e inseguridades. Muy importante tu escrito amigo Pepe. ¡un abrazo!
ResponderEliminarLos niños no nacen racistas, somos los adultos quienes les mal educamos
ResponderEliminarExcelente tu relato, un abrazo
Hola; está bien recordar estos regímenes terroríficos, sobre todo cuando, creo yo, que estamos viviendo en esta sociedad, un apartheid invisible entre los de arriba y los de abajo. De todo ello, siempre la libertad de las palabras se escapan como el agua en un muro agrietado. Salud. Pablo.
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