23 de junio de 2016

Este jueves un relato: MIEDOS INFANTILES


¿Nacemos ya con miedos adquiridos?. ¿Forman parte algunos de nuestros miedos de la filogénesis de la especie humana?. Tal vez sí, tal vez algunos miedos tengan un fuerte componente de herencia genética. Tener miedo, podemos pensar que es consustancial al ser humano, un sentimiento al que no podemos sustraernos. Lo que sí resulta evitable es permanecer en él. Vencer los miedos, aprender a controlarlos, dominarlos, superarlos es una tarea más y no precisamente baladí de nuestro crecimiento personal.

Los niños son especialmente vulnerables al miedo. Resulta muy fácil sembrar toda clase de miedos en su tierna personalidad. A veces, la inconsciencia de los adultos, sembrando el miedo en los niños, provoca daños que a menudo permanecen para siempre en el ánimo de estos.

Recuerdo algunas historias de mi infancia con las que mis mayores pretendían obtener de mí, obediencia, respeto, acatamiento de normas, docilidad. A su manera, con la mejor de las intenciones, en definitiva, su sana intención era educarme. Nunca lo he puesto en duda, aunque aún me asombra que esos métodos no dejarán cicatrices en mi alma.

“Duermete niño que viene el coco y se lleva a los niños que duermen poco”. ¿Quién era capaz de dormirse rápidamente con esa espada de Damocles sobre la cabeza?. Yo no, desde luego. Un ojo abierto y otro cerrado temiendo que en cualquier momento apareciera con aviesas intenciones el temido coco.

Y qué decir del “hombre del saco”, ese pérfido ser mitológico, coleccionista de niños que cometían la infantil torpeza de alejarse aunque fuera mínimamente del ámbito protector de sus padres. Recuerdo, incluso ya algo mayor, como me cruzaba de acera cuando veía venir algún hombre algo peor encarado de lo que yo en mis cortas luces consideraba adecuado.

O el clásico pórtate bien, que ese señor es guardia municipal o policía, y puede encerrarte para siempre.

Y aquello de que la letra con sangre entra. ¡Como no temer la reacción de unos profesores amantes de la regla como instrumento con el cual enrojecer las inocentes manos infantiles que tenían la desgracia de provocar sus ansias educadoras a base de palmetazos.

Lo curioso es que ellos estaban convencidos de la eficacia de sus métodos. A su manera, eran excelentes personas y educadores. Tengo grabado en mi alma como D. German, uno de mis profesores, me prestó su chaqueta y me puso al sol junto a la ventana del aula confundiendo con frío lo que era pavor a los reglazos que me estaba proporcionando por no saber la respuesta a una pregunta. Aclaro que, además, era su alumno predilecto.

Por mor de la necesaria brevedad, me dejo muchas otras anécdotas de cómo la mayoría de los miedos infantiles son inculcados, producto de un aprendizaje negativo y de unos parámetros represores de las potencialidades infantiles.

Más terrores infantiles los podeis encontrar en casa de nuestra amiga Charo

15 comentarios:

  1. Hola Pepe, la verdad no estoy para nada de acuerdo con esa educación que se impone a través de la implantación de los miedos. Me parece bastante maléfico y de muy poco resultado. Pero bueno, será que soy de otra generación o que tuve la suerte de que mis padres jamás me pusieron una mano encima ni me amenazaron con esas cosas. Me gustó leerte y hacer este recorrido por miedos y mitos que fueron de generación en generación. Un abrazo enorme.

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  2. Me debieron criar dos personas raras que jamas me nombraron al coco ni me amenazaron con hacerme daño si no estudiaba, nunca fui miedosa pero creo que no se debe a la educación de mis maravillosos padres, pues fueron los mismos que los de mi hermana y ella todas las noches miraba debajo de la cama y abría los armarios de la habitación buscando quitarse el miedo. Un abrazo

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  3. Yo esperaba que el Coco apareciera por la puerta, al principio con miedo, luego con espectación y, finalmente, con ganas de darle una tunda al menor indicio de peligro.

    Has analizado muy bien el tema, Pepe. Es importante inculcar prudencia, no miedo, de lo cantrario, ya sabemos lo fácil que será manipularlos cuando crezcan y deban tomar decisiones responsables que incluso afecten a otras vidas.

    Un abrazo.

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  4. Afortunadamente los miedos han cambiado, ahora se ponen a temblar si les insinúas que, de no hacer lo que se le ordena, se quedarán sin móvil.
    Distinto a la zapatilla y la regla.
    Un abrazo.

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  5. Lo desconozco pero seguro que anda por ahí circulando algún tratado sobre el miedo...mire usted si hay algunos que, de cara al domingo, están usando el miedo como arma política, además de a las instituciones...
    Me han encantado sus anécdotas...
    Un abrazo

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  6. Una época en la que esa manera de educar se había transmitido generación tras generación, en la que el miedo más que el respeto era la mejor manera de conseguir la aplicación del infante. Y como sabes, hemos pasado de un extremo a otro, ahora se tiene demasiado
    relajación a la hora de educar a los infantes.
    Un abrazo

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  7. Siempre me extrañó oír a algunas madres asustar a sus hijos con el practicante o con el médico, ya ves que falta de sentido cuando con seguridad en muchas ocasiones tendría que llevar a los niños al médico y les tendrían que pinchar cosa que los chicos verían como un castigo. Tener hijos debería venir con manual de instrucciones (para algunos casos).

    Un beso.

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  8. Llama la atención que no se dieran cuenta de lo pavoroso que eran sus métodos, de lo contradictorios. Si de veras esperaban despertar amor al estudio, nunca lo conseguirían a los reglazos, eso es seguro!Muy bueno tu relato, evocador de tiempos de infancia.
    =)

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  9. Que buenas preguntas. Y que interesantes respuestas sobre el miedo como método de enseñanza, muy equivocado.
    Bien escrito.

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  10. Por todos esos terrores hemos pasado mas de uno. Los otros miedos nos los fue dando la vida con razón o sin ella y nosotros los adoptamos sin derecho a devolución.
    Un besazo

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  11. Estoy completamente de acuerdo con esa reflexión que has hecho...por eso jamás he amenazado nunca a mi hijo con que se lo llevara "el coco" o algo parecido si no se dormía... todo lo contrario he intentado por todos los medios que no tuviera miedo a nada y la verdad es que me ha salido bastante bien.
    Te has olvidado, seguro que por no extenderte demasiado, de los cuentos infantiles como Caperucita, Hansel y Gretel, El lobo y los siete cabritillos...siempre el lobo o brujas que se comían a los niños...
    Pero por otro lado...reconozco que a mí me gustaban siempre las historias de miedo...es algo realmente contradictorio...no me gustaba pasar miedo por la noche pero por el día se me olvidaba y estaba siempre leyendo o viendo películas de terror...
    Muchas gracias por participar!
    Un beso

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  12. Estoy de acuerdo en que se exageraban las medidas de presión en los educadores para obtener obediencia y eficacia, pero que pasó que ahora ni con amenazas se logra que los niños sean obedientes?..ni se les ocurra nombrar el coco porque hace años el coco se jubiló luego de ser atacado por una pandilla de niños de 3 años..y el señor del saco, tuvo que renunciar porque los de 4 años le robaron el saco..o sea...
    Tienes razón..se pasó de un extremo al otro y se han perdido valores...besosss..

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  13. Por eso de todos los cuentos uno de mis preferidos era 'Juan sin miedo', porque todos esos miedos que relatas muy bien, pertenece a la pedagogía que se estilaba en esos tiempos. O todavía lo utiliza alguna abuelita...

    Un beso

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  14. Desde luego coincido contigo en que la mayoría de los miedos os han propiciado los mayores en momentos en que ya no sabían a qué recurrir para conseguir domesticar a los diablillos.

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  15. Yo también me dormía aritmo de "coco"...
    hay que ver las moralejas que traía la letra represora, imagino que mi mami nada intuía de la copla.

    Un beso a los dos, MUAC.

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