17 de noviembre de 2018

cierre del jueves literario del 15/11/2018




Una vez más, procedo a cerrar una semana literaria que esta vez ha versado sobre el trabajo, considerado por muchos como una maldición bíblica. Gracias a todos los que os habéis sumado a la convocatoria, a todos aquellos que aún queriendo,  según me han manifestado, no han podido hacerlo, a todos aquellos que han acudido a leer y comentar las distintas entradas publicadas. Ellos son siempre los auténticos protagonistas de nuestra jornadas literarias.
Hemos abordado el trabajo como maldición, como bendición, como uno de los principales agentes de nuestro crecimiento personal, como el gran ausente forzoso en nuestras vidas, como una vocación que nos aporta, como algo obligado que nos deprime, en fín,  pocos aspectos han quedado por tratar a través de vuestras entradas.
Cedo el testigo a nuestro amigo y compañero Alberto Villares en cuya casa http://caminodelcuento.blogspot.com/ nos vemos la próxima semana.

14 de noviembre de 2018

Este jueves, un relato: El trabajo, una maldición bíblica (Mi aportación)

 
 

Recupero, ligeramente modificado, un texto que publiqué allá por el año 2010 pues no me queda tiempo para construir un texto acorde con mi propia convocatoria a la que, lógicamente, ni quiero ni debo faltar.

¿Maldición bíblica?. No puedo evitar sentirme molesto cada vez que oigo esa expresión aplicada al trabajo. Para  mí el trabajo ha constituido siempre una causa de desarrollo personal y lo que es más importante aún, el medio para procurar el bienestar de toda mi familia. En los tiempos actuales además, en los que tener trabajo constituye casi una excepción y un verdadero privilegio, hablar del trabajo como una maldición raya en la obscenidad.

Tan sólo he desempeñado dos trabajos remunerados en mi vida. Los dos, por diferentes motivos, me han reportado satisfacciones, y el segundo de ellos, además, muchos quebraderos de cabeza y algunos malos ratos.

Para hablar del primer trabajo que tuve, tengo que remontarme en el tiempo hasta mis 18 años. Preparaba oposiciones a la Banca y  me inscribí en un curso de formación administrativa en un centro de formación gratuita para adultos, regido por una orden de religiosas seglares, carentes de hábito. Al término del mismo, me propusieron impartir clases de cálculo mercantil y acepté. Ese fue el comienzo de ocho años de entrega a la labor de enseñar a personas adultas, la mayoría mayores que yo. Se fueron incrementando las horas de dedicación y las materias a impartir, pero no me importaba a pesar de la escasa remuneración, al principio gratuita y altruista, porque me sentía totalmente realizado, los ideales estaban en plena ebullición juvenil y además en ese Centro y en ese período, conocí a mi mujer, me casé y nacieron mis dos primeros hijos.

También en ese período aprobé las oposiciones a una Entidad financiera, simultaneando los dos trabajos al menos durante tres o cuatro años. Con gran pesadumbre tuve que dejar la tarea de enseñar pues apenas veía a mis hijos y estos iban creciendo. Salía de casa antes de que despertaran y volvía cuando ya estaban dormidos.

Con posterioridad, en mi segundo trabajo, aprobé oposiciones internas para el departamento de informática, y en esa labor transcurrió mi vida laboral hasta mi prejubilación. Hoy ya estoy totalmente jubilado desde hace cuatro años. Puedo aseguraros que ha sido ilusionante analizar y desarrollar aplicaciones informáticas para gestionar el activo de mi empresa. Mi trabajo me ha permitido aportar un granito de arena para que la labor de mis compañeros en cientos de oficinas, haya resultado un poco más cómodo, más fácil, menos tedioso.

También puedo deciros que fué estresante. La velocidad con la que en el mundo bancario
nacen nuevos productos es impresionante y todos ellos son de urgente implantación y todos necesitan la cobertura de una aplicación informática que los dote de operatividad. Todos los proyectos han de estar terminados ayer, cuando están naciendo hoy. De ese estrés, de ese vivir continuamente en el filo de la navaja, me queda el recuerdo de una úlcera de estómago ya superada, el reconocimiento a la tarea desarrollada y la estimulante sensación de haber aprovechado el tiempo. El trabajo, para mí, ha sido un agente de crecimiento y desarrollo personal.

Desde que salí de mi empresa, lejos ya las preocupaciones laborales, me sigue quedando el trabajo de compartir con mi esposa, con mayor intensidad que antes, las tareas domésticas, encantado de haber reducido el escenario laboral al ámbito doméstico bajo la supervisión de Toñi, mucho menos exigente, más amable y que además me dispensa, como os podeis imaginar, un trato de favor.

Más relatos sobre el trabajo en este mismo blog. Relación de participantes
 
 


11 de noviembre de 2018

Este jueves un relato: EL TRABAJO, UNA MALDICIÓN BIBLICA y Relacion de participantes

 
imagen de Internet
 
 


El trabajo, una maldición bíblica

Me toca conducir este jueves literario y he pensado que sería interesante abordar las mil y una facetas que el trabajo, o la ausencia del mismo, nos ofrecen.

Segùn la biblia, Dios le dijo a Adán: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, como castigo a su pecado de desobediencia. Yo me pregunto: ¿Realmente el trabajo es un castigo?. El trabajo es consustancial al ser humano, puede ser una fuente inagotable de satisfacciones, pero también puede ser un infierno, podemos sentirnos realizados con el desarrollo del mismo, podemos pensar que nos hace crecer como personas pero a la vez, cuando lo realizamos por obligación y a disgusto, puede ser causa de frustración, depresión y desencanto. Qué decir de cuando queremos trabajar y no nos dan la oportunidad de hacerlo, quebrantando nuestra autoestima, nuestro orgullo, nuestra dignidad.

Pienso en el trabajo no únicamente como medio de subsistencia, sino como cualquier tipo de actividad necesaria para conseguir unos fines, sean estos materiales, emocionales, creativos, etc. Ahora mismo, sin ir más lejos, pienso que estoy trabajando para el universo juevero proponiendo un tema y es algo que me resulta grato y estimulante. Quiero que nos conteis, que nos contemos, nuestra experiencia con esa “maldición bíblica” que está desde la cuna, en nuestro ADN. En casa os espero con vuestras aportaciones. Las iré subiendo en esta misma entrada, por el orden en que me lleguen el vínculo a las mismas.
 
Como siempre os digo, si observáis que algún compañero por despiste no me ha comunicado su participación, me lo hagáis saber para incluirlo.


Van llegando las aportaciones de nuestros compañeros. Estos son sus vínculos:
01.- María Dorada
02.- Albala Dos
03.- Mag
04.- Campirela
05.- Fabian Madrid
06.- Pepe (yo mismo)
07.- Rosa Desastre
08.- Sakkarah
09.- Cas
10.- Tracy
11.- Montserrat Sala
12.- Carmen Andujar
13.- Ginebra Blonde
14.- Alberto V.
15.- Inma Blanco
16.- San
17.- Javier Miró
18.- Mujer Virtual