A nuestra comunidad de vecinos se ha mudado
un gato negro. Ha sido invitado por
una amplia mayoría de vecinos a instalarse entre nosotros a cambio de que
ejerza su maleficio, su vudú, su magia negra, la maléfica influencia que se le
supone a su estirpe y su color, con los peligros que siempre acechan a
cualquier comunidad de vecinos que se precie de tal.
Algunos intentamos evitarlo pensando que
sería peor el remedio que la enfermedad, pero no fue posible. Ahora, tras unos
pocos días, incluso muchos de los que vieron conveniente su mudanza, están
arrepentidos.
Su gusto por la comida, lo ha manifestado con
creces destrozando a zarpazos la despensa común. La sal, el aceite, toda la comida derramada por los suelos. No importa
si con eso nos deja sin comer, él se alimenta.
Ha entrado en nuestras vidas como elefante en cacharería. ¿Qué
tendrá que ver aquí un elefante?. Tal vez porque sin orden ni concierto, loco
de atar, poseído por el mayor de los desvaríos, con toda la fuerza que le dan
su impunidad y nuestro miedo, está destrozando el edificio.
Donde antes existían paredes viejas pero
adecentadas, ahora, surcadas por las zarpas de un negro gato
furibundo, aparecen a los ojos de todo el vecindario llenas de grietas,
desprendida de ellas la mezcla y la pintura.
Al igual que la despensa, el botiquín donde
guardábamos las vendas,, el yodo, las tiritas y algún que otro fármaco, está
siendo pacto de su insensata locura. Si nadie lo remedia, tendremos que acabar
fabricando remedios naturales con las plantas del jardín, si es que no acaban
resecas y mustias, mal abonadas por sus
asquerosos excrementos.
Víctima propiciatoria de su ira incontrolada,
el espejo
de la entrada, ese que nos devolvía amable la mejor imagen de nuestro yo, nos muestra ahora, en mil pedazos reflejada, la cara del miedo, de la sorpresa,
de la indolencia, del conformismo.
No se escapa de su afán demoledor la biblioteca.
Ese espacio que los vecinos con
dedicación y esfuerzo hemos ido construyendo conscientes del papel de la cultura
como elemento vertebrador, lugar de encuentro y convivencia. Tiene nuestro
incómodo inquilino una extraña predilección por los libros. Disfruta
destruyéndolos, despedazándolos, Parece como si presintiera que para eternizar
su dominio, es conveniente destruir la biblioteca.
Dueño y señor de los espacios comunes, nos
obliga a pasar, temerosos de sus
fieros maullidos, entre la pared y la
escalera, que poco le importan a él nuestras estrecheces y menos aún nuestras supersticiones.
Sólo se libran de su insultante agresividad
los vecinos de los áticos. Ellos tienen las viviendas más espaciosas, las más
soleadas, dotadas de biblioteca propia, despensa y botiquín. En sus proximidades el negro gato
ronronea, se frota mimoso en las piernas de sus inquilinos, reclamando favores
y caricias. Ni siquiera se atreve a arañar sus relucientes y barnizadas
puertas.
¡Cuatro años!. Lo más grave es que el
contrato con el que ha venido bajo el brazo, dura cuatro años. Tal vez para
entonces, si es que aún queda algo en pie en nuestra comunidad, algo que guardar y preservar, hayamos
aprendido la lección, la amarga lección de que un gato negro, con negras
intenciones, nunca será un buen garante de la tranquilidad para una comunidad de vecinos.
Más manías, maleficios, supersticiones y amuletos en el blog de nuestra amiga Cristina
Más manías, maleficios, supersticiones y amuletos en el blog de nuestra amiga Cristina
¡Menudo inquilino! Me ha gustado mucho la manera en la que has ido enlazando las diferentes supersticiones a través de las peripecias de los vecinos de esa comunidad a la que, visto lo visto, es mejor no pertenercer... Un beso.
ResponderEliminarPobres vecinos... nosotros lo teníamos viviendo de okupa en el tejado... lo descubrimos por un aromilla que nos llegaba a través d ela ventana en verano...
ResponderEliminarUn besito a ambos y enhorabuena, me gustó.
Pobre vecindario, de la mano del dichoso gato negro, odas las maldiciones del mundo!!!!!! y es que ya sabemos eso de:
ResponderEliminarHaberlas, hailas...
Muy bueno, amigo, como siempre.
Siempre ha habido clases,ya sabes, y los de las alturas están muy bien en sus alturas, no como los pobres de abajo.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso
P.D lo de la biblioteca si que no se lo perdono
Jajajajaja, ¡Muy bueno, Pepe! "Mardito gato" si es que ya se sabe que el remedio siempre el peor que la enfermedad ¿a quién se le ocurre? :)
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Vaya gato,¿a quien se le ocurre dejarlo entrar en la comunidad? Será dificil echarlo, una vez dentro se ha hecho el dueño y señor. ¡Madre mía!
ResponderEliminarBuen relato
Un abrazo
Qué buena narración y qué ingeniosa la forma de hilvanar el texto. Tendré cuidado con los gatos negros, cuidaré de no tirar la sal, de no meterme en sitios inapropiados y cuidar con mimo los espejos de mi casa, no pasaré bajo las escaleras y además seguiré estando atenta a mis propias supersticiones. ¡Vaya trabajo!. Un beso.
ResponderEliminarEso pasa por apostar al supuesto poder del pobre animal, en lugar de limitarse a adoptarlo como simple mascota!...como quien no quiere la cosa, a su paso se las ingenia para desparramar su maleficio entre quienes buscaron utilizarlo a él! jejejejee
ResponderEliminarmuy ingeniosa historia que nos dibuja , al imaginar las escenas, una sonrisa.
Un abrazo
Y si, tal como lo mencionaste en mi nido, nada tiene en comun este gato y el que yo pinto, o quiza si, es posible que mi gato apolineo el que tambien vive en la vecindad no haya tenido acceso a la biblioteca temeroso de la ira de este compañero lambiscon y traicionero.
ResponderEliminarCuando me hablaste alla del gato vino a mi mete el cuento de Allan Poe, si no mal recuerdo titulado el gato negro, aquel horripiloso que estaba entre la pared junto al hombre que el protagonista del cuento habia asesinado, si, creo que esa es la mas poderosa razon por la cual no me gustan los gatos! Lindo escrito Pepe, un abrazo extensivo a Toñi.
Anny
El gato negro, verdadero terror para cualquier supersticioso. ¡Pobrets!, jejeje, la fama que arrastran es milenaria. Aunque parece ser que a tu protagonista si que le venía muy bien ese sambenito. Y desde luego pena dan esos pobres vecinos.
ResponderEliminarNos has mostrado toda una retahila de supersticiones mundanas.
Un abrazo
Pepe para ese gato lo mejor es llevarle una gatita seguro que acaba son sus manias de fastidiar a los vecinos porque tendra la gatita que lo fastidiara a el.. ja ja
ResponderEliminarMuy buen relato.
Besitos
Caramba Pepe, ¡vaya relato! en el entorno de lo magistral.
ResponderEliminarSi, amigo, hemos (han) firmado con ese gato negro un contrato por cuatro años y creo que no quedará piedra sobre piedra al terminar el primer año. Creo que el gato negro ya imponía sus normas antes de llegar al poder, pero que con este "nuevo contrato" lo hace más descaradamente.
¿Qué decir? Por decir, que Dios nos pille confesaos.
Un abrazo, amigo.
Gracias Juan Carlos por ser capaz de leer más allá del envoltorio, más allá de lo anecdótico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Pepe.
ResponderEliminarTe he "captado" hacia la mitad de tu relato. ¡Sublime! El símil es ingenioso y perfecto. Nada más nos queda que "atarnos los machos" y aguantar la embestida gatuna.
Un abrazo.
Maat
lo primero qe he pensado es que pepe se ha salido de sus esquema: largo el relato. lo segundo que he pensado es que pepe estaba muy pero que muy inspirado. lo tercero que he pensado es que al amigo poe lo tenía por ahí, por sus mientes...
ResponderEliminary lo cuarto que he pensado es que me ha encantado dicho relato...si hasta ha insertado supersticiones por entre medias¡¡...si hasta el gato es el mismo DIABLO¡¡¡
como de costumbre,pepe, con su prosa limpia y clara...
medio beso, pepe.
Bueno, con la ayuda del vecino... primero me deslumbré con el relato, pero después capté su esencia y por ello mis felicitaciones.... y en todo caso también mis condolencias, si caben.
ResponderEliminarBesos y abrazos mil, el tiempo pasa rápido, pero lo que viene después tampoco se sabe si será mejor...qué mundo Pepe, qué mundo!!!
Menudo gato en la ciudad de los ratones. A los pobres ciudadanos se la dieron con queso. Imagino que los libros de contabilidad de la comunidad están guardados en el palacio de cristal, para que nadie toque las cuentas nada más que ellos.
ResponderEliminarUna inteligente alegoría sobre lo que nos espera todavía.
Un abrazo.
Los gatos son así suaves, mimosos, ronroneros, pero poco a poco tras ganarse alguna que otra confianza, que no toda, van imponiendo su fuerza, el poder del león, felino es ¿no?. Nos enseña las uñas, garras afiladas, PERO SON TAN SUAAAAVES.
ResponderEliminarEnvianos unas fotos del edificio tras ese año primero, de los otros ni te hablo.Miaaaaaaauuuuuuu.
Besos.
Me pareció haber visto un "lindo gatito" -como decía Piolín, solo que de lindo: nada! Más bien de temer!
ResponderEliminarEntiendo que el relato viene con mensaje subliminal entremedio, así que además de felicitarte por lo bien llevada la historia, agrego un plus por tu sutileza! Genial! (bueno, genial hasta por ahí no más... cuatro años, son cuatro años! menudo inquilino!)
Besitos al vuelo:
Gaby*
Pues si querido amigo,cuando apostamos por alguien en nuestra vida,aunque sea un gato negro jajjajaj, deveriamos de ser mas astutos y pensar que cuatro años de estropicios pueden convertirse en una terrible condena.
ResponderEliminarMe gusto tu relato sagaz y socarron, a la vez que sutil.
Un beso sin garras querido amigo.
Y el deseo de que encontreis/ mos...El modo de parar ese uracan con patas jajaajja .
gato negro, verde rojo o blanco... es simplemente la ferocidad y furiosidad de aquel gato mal criado y fundido jajaja
ResponderEliminarYo tengo una gata negra, esta sentada en mi regazo y me esta mirando extrañada como si entendiera que se esta contando una historia de uno de sus congeneres algo desastre (esta es una bendita
ResponderEliminar) ajajaja. Pobre comunidad y hasta dentro de cuatro años no hay elecciones ¿a que me recuerda a mi eso?
Un beso
Hola Pepe:
ResponderEliminarYo, que tengo gatos de mascota, alguna vez si he tenido uno negro azabache, de mirada penetrante, ronroneo encantador y mañas como él solo...pero lo que mas los controla es un buen rociador con simplemente agua...aeso le tienen tanta manía, que se van espantados...eso como sugerencia
besos
Wendy