24 de febrero de 2013

Este jueves (en domingo), un relato: Saltarse las normas





El sistemático incumplimiento de las normas, lleva irremediablemente al caos. Las normas deben existir y a ellas debemos acoplar nuestro proceder, ellas han de regir nuestro comportamiento. Las normas facilitan la convivencia y nuestro desarrollo armónico. Sin embargo, para que los componentes de una sociedad cualquiera aprecien la conveniencia de las normas, estas han de ser las adecuadas para cumplir con esa función vertebradora que se les supone. 

Cuando las normas o su malintencionada interpretación y cumplimiento no son adecuadas porque favorecen tremendos desequilibrios y desajustes, cuando el edificio que sobre ellas construimos como sociedad carece de la necesaria solidez y acaba desmoronándose sepultando bajo sus escombros a los más débiles y desamparados, cuando no obligan a todos por igual, cuando parecen estar encaminadas a primar los intereses particulares de unos pocos en detrimento de los colectivos, se hace necesario como primera medida, saltarse las normas, incumplirlas, desobedecerlas en todo aquello que las hace perversas, plantar cara a la debacle que el sometimiento a las mismas origina y al mismo tiempo presionar para que sean sustituidas, reinventarlas por otras que estén en comunión y consonancia con lo que la sociedad en su conjunto espera de ellas y de aquellos que han recibido el encargo de elaborarlas lo más justas posible primero y de velar por su cumplimiento después. 

Hay más que abogan por saltarse las normas en la casa de nuestro amigo Gus

14 de febrero de 2013

Este jueves, un relato. "IN FRAGANTI"



El día se presentaba luminoso, invitando a gozar la calle. Como cada domingo, por la ventana abierta, se colaban las voces y ruidos de los vendedores ambulantes mientras montaban sus tenderetes, con las más variopintas mercancías, en la cercana carretera cortada al tráfico por unas horas,  para permitir ese mercadillo semanal. 

Me dispuse a disfrutar del día y del mercadillo. Me gusta la mescolanza de gentes de toda condición que en él se dan cita, me gusta hurgar entre montones de ropas en busca de la ganga que difícilmente se encuentra o practicar el regateo con el que conseguir un mejor precio.
En este pequeño pero abigarrado universo, no es extraño encontrar a amigos de lo ajeno, aventajados discípulos de la cofradía de Monipodio, que en él encuentran el hábitat adecuado donde desarrollar sus artes de distracción.

Mientras Toñi rebuscaba entre prendas hacinadas, uno de estos artistas, de una forma sutil, con suma delicadeza, cambió su monedero desde el interior del bolso de mi esposa al bolsillo de su pantalón. Todo un artista. Lástima que su excelente actuación se malograra por la presencia de un indeseado espectador, mi sobrino. Cortada su retirada por éste, requerido con gestos a devolver lo robado, dispuesto a no irse de vacío, quiso negociar en voz baja la mitad del botín a cambio de silencio. Pillado in fraganti y aclarado el parentesco entre víctima y espectador, tuvo que renunciar a lo hurtado  y aceptar además, la obligada compañía de dos policías locales que gustosamente se ofrecieron a enseñarle las dependencias municipales.

Más personajes pillados in fraganti, en casa de nuestro amigo Gus

7 de febrero de 2013

Este jueves, un relato: "Un segundo de eternidad"



 Momentos convulsos. Vividos con una extraordinaria intensidad, sin concesiones al descanso, sin tiempo para la distracción, entre entrecortados jadeos, en ese pequeño y a la vez cónmplice campo de batalla que es la cama.

Momentos apasionados, pletóricos, expectantes, momentos con el sudor como testigo del empeño de dos cuerpos en tensión por buscar la culminación deseada, el instante final, único, mágico, irrenunciable e irrepetible. Ese segundo eterno, pleno, en que el insoportable dolor y la tensión acumulada se desvanecen para ambos, recompensando su titánico esfuerzo. Momento del parto en que una nueva vida emerge, como un milagro prodigioso, desde el vientre materno.

Mas segundos  eternos, los podreis encontrar en el blog de nuestra amiga: Cecy