Idolo: Persona o cosa amada o admirada con exaltación.
Idolatría: Amor excesivo
y vehemente a alguien o algo
Todos los seres humanos,
sin excepción, tenemos algo de húmedo barro en los cimientos. Eso nos hace
frágiles, vulnerables, inacabados, imperfectos. Con frecuencia sentimos
admiración, idolatramos a aquellos que poseen lo que nos falta, los convertimos
en ídolos, rendimos culto a su persona sin percatarnos que, al igual que
nosotros, tienen imperfecciones.
Personalmente no
creo en la conveniencia de los ídolos y niego su necesidad. Cuando idolatramos
a algo o a alguien, difuminamos su realidad, pues pasamos a no ser conscientes
de sus imperfecciones. Entramos en una especie de éxtasis bobalicón que nos
hace admirar sin condiciones, rendir pleitesía absoluta, sumergirnos en una
especie de limbo anestesiador, alejarnos
del raciocinio y la cordura.
No está reñido, al
menos eso pienso, mi descreimiento con respecto a los ídolos con la admiración
hacia aquellas cualidades que los convierten en sujetos de culto.
Pienso que
nuestra actitud ha de ser en primer lugar de aceptación, que no complacencia,
de nuestra propia realidad, de nuestras posibilidades y limitaciones y tomarlas
como punto de partida para esforzarnos en conseguir aquellas cualidades que admiramos
en los demás, que nos hagan un poco menos imperfectos, que añadan algo de
solidez a nuestros pies de barro.
Pienso, en
definitiva, que si han de existir ídolos, estos deberán ser los valores y no
las personas que los ostentan. Las personas merecen ser aceptadas como son, apreciando en ellas sus luces y sus sombras, lejos de innecesarias
idolatrías.
Más adoradores e idólatras en el blog de nuestra amiga Judith
Tienes toda la razón, las idolatrías no nos dejan ver las perfectas imperfecciones que nos hacen humanos, otra cosa es la admiración...
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, madrugador!
Un beso grande!
Hola!!
ResponderEliminarCreo que he pasado por todos esos estados en mi adolescencia, ahora tengo ídolos pero me los tomo de otra manera. Como personas normales que son.
Gracias por participar!!
Besos
Tienes toda la razón, tengo tendencia a idealizar e "idolizar" a algunas personas y más de una vez me he llevado una gran decepción al conocerlas y descubrir que no son perfectas como yo pensaba.
ResponderEliminarUn beso
Que maestria, Pepe, vamos, que nos has convencido desde la primera línea: "todos tenemos algo de húmedo barro en los cimientos"
ResponderEliminarNo se si encontrare un ídolo para este jueves.
Un beso
Parcialmente en desacuerdo. El barro puede endurecerse, relativizando la metafora de pies de barro.
ResponderEliminarSe puede considerar idolos a quien desarrollan su talento, no desisten. A aquellos que expresan sus emociones en una forma de arte, representando las emociones ajenas.
Y aquellos que llegan al limite de las habilidades humanas.
Los ídolos son el soporte físico de aquellas cualidades que admiramos.
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe.
Con qué maestría nos has dado una clase perfecta del dominio de las palabras. También estoy de acuerdo contigo en la no existencia de ídolos, aunque sí en valorar cualidades. Me ha parecido un texto ideal
ResponderEliminarHola, ola de mar..
ResponderEliminarAl admirar algo de una persona, a veces no podemos evitar admirar a la persona y considerarla como superior por tener algo de lo que carecemos. Con la edad, creo que pasamos solo a admirar el valor que ostenta porque somos más conocedores de los otros, y sabemos, que está lleno de defectos, como nosotros.
Un beso
del
Aire
Sabias palabras, llenas de prudencia y experiencia.
ResponderEliminarpienso como vos Pepe. Incluso detesto la obsecuencia. Me agrada la sana inteligencia o sensatez, de aprender de los demás, pero nadie es completo. Mucho gusto en leerte.
ResponderEliminarAl idolatrar a una persona, se llega incluso a justificar sus imperfecciones.
ResponderEliminarComo bien dices, es mejor aprender de los valores que emanan de una personalidad, que gastar tiempo y fuerzas en idealizar a esas falsas deidades, que suelen ser efímeras.
Un abrazo.
Cuando se tiene un ídolo, del tipo que sea, siempre se tiende a idealizarlo (valga de redundancia). Pero hasta los más aclamados tienen sus defectos. Ya se sabe, nadie es perfecto. Aún así, no creo que esté mal tener a alguna persona como referente o simplemente sentir admiración hacia ella. Yo creo que quien más y quien menos tiene algún ídolo. Buena reflexión, cómo siempre. Un beso.
ResponderEliminarUn ensayo digno de una conferencia. Nadie debería ser merecedor de idolatrías, tan cierto... pero parece ser que las personas en formación, las personitas, afianzan su personalidad de esa forma. Da miedo pensar que esos ídolos televisivos de pacotilla puedan ser objeto de atención por parte de los pequeños...
ResponderEliminarUn abrazo a los dos.
Solo con los años aprendemos lo que tan magistralmente nos has contado. Nadie es perfecto y lo admirable es que a pesar de nuestras imperfecciones seamos capaces de aceptarnos tal como somos.
ResponderEliminarBesos
Muy cierto lo que dices, como señala el dicho no hay que hacer ídolos de barro
ResponderEliminarPienso lo mismo que tú, Pepe. A pesar de totdo, también es cierto que a lo largo de la vida vas conociendo personas que són autenticos personajes a los que llegas admirar, por sus grades cualidades humanísticas y personales. A mi me ha ocurrido, pero de admirar a idolatrar hay un camino largo.
ResponderEliminarSaludos amigo.
Totalmente de acuerdo Pepe. Muy inteligente reflexión sobre los idólos, los humanos y los valores. Me encanta ese píe de barro. me recuerda los píes de mi abuela Paz, sobre la que he escrito mi aportación al jueves. Gracias por animarme a participar! Un abrazo muy grande Pepe
ResponderEliminarTienes toda la razón. Una cosa es admirar y otra idolatrar, que puede ser enfermizo. Muy bien explicado.
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes toda la razón pero el pueblo necesita su dosis periódica de "opio". El mejor ejemplo de opio del pueblo es el fútbol. Maradona convertido en deidad. Manifestaciones en la calle porque su equipo ha bajado a segunda... Y es que necesitamos ídolos para sublimar las amarguras de la vida.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Totalmente de acuerdo... incluso, la idolatría a veces se torna excesiva y hasta obsesiva, y eso no es sano, más que nada porque se tiende a idealizar, lejos se queda entonces la realidad de qué o quién nos moviliza. Siento admiración por muchos artistas y sus virtudes en particular y sin dudas, es ese valor el que me impulsa a tenerles respeto, e incluso inspirarme en ellos por la calidad de lo que ofrecen. Una muy sabia reflexión sobre el tema Pepe!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Vaya Pepe, estuve a punto de escribir algo parecido, jajj, pero como no disponía de demasiado tiempo me salio lo de la misiva, total, ya puestos..... a idolatrar la creatividad, al fin y al cabo somos su propio fruto ¿verdad? Besos.
ResponderEliminarQuizás sean esas personas, las que con su ejemplo, nos enseñan esos valores...
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bien dicho y explicado Pepe, los ídolos suelen desplomarse y cuanto más alto se crean, más dura será la caída.
ResponderEliminarAtea soy de ídolos, creyente fervorosa de aquello que nos enseñan las personas desde la sencillez, las letras, las formas o la actitud, creo en eso y me esmero en no perderme detalle,día a día, con calma, asumo lo que dices y añado un besito contento.
De acuerdo contigo Pepe, ni una coma ni un punto quito. Ya, otro jueves creo, que se tocó este tema, entonces escribi que no recuerdo haber tenido ese sentimiento jamás. Lo que si he sentido y siento es admiración por personas generosas, de corazón grande, que desde la sencillez y sin alardes muestran su saber, su valor, su grandeza... y como dice Natália, de esto, no pierdo detalle.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ni más que decir, suscribo tu escrito.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Estoy de acuerdo con lo que expresas Pepe. A veces solemos poner muy alto a alguien que admiramos mucho, olvidándonos que también puede tener sus imperfecciones por lo que al descubrirlo podría llegar a decepcionarnos. Coincido con lo de resaltar los valores.
ResponderEliminarUn beso
Estoy totalmente de acuerdo con sustituir esa palabra de 'ídolo' por 'referente' y así mantener la distancia entre un personaje que te impresiona y un ser que exige culto. La RAE lo define como imagen de una deidad o persona que se admira con exaltación, o sea, dejándose llevar por una pasión y perder la calma... Mucho mejor, 'referente'.
ResponderEliminarGracias por tu aportación que me ha hecho recapacitar sobre la palabra en sí,
un abrazo
Es difícil no estar de acuerdo, tan sensato, tan reflexivo, tan lógico y consecuente que parece que no deja ninguna fisura a la controversia.
ResponderEliminarSólo un detalle, ninguna de esas cualidades son las que priman cuando elegimos a nuestros ídolos, son en cambio, la pasión, la envidia, el mimetismo natural que nos hace imitar, simular y en definitiva admirar a los que llamamos nuestros ídolos.
Abrazos
Mejor dicho imposible... aprender de los valores que nos ofrecen los demás es siempre un añadido a nuestra formación como personas.
ResponderEliminarUn beso, Pepe
Pepe,amiguco:He tardado un poco en entrar en tu blog desde "la despedida"a tu mamá.Me duele tanto este tema que soy cobarde y no me atrevo a hacerlo frente.
ResponderEliminarQue Dios te bendiga por tu fortaleza y aceptación.
YA leí algunos relatos del Jueves a tus amigos ,y digo lo mismo:los idolos se rompen y nos dejan vacíos.Admirar es distinto que idolarar y como muy humildemente remarcas,admirar sólo los hechos de las personas que nos ayudan a SER ,no a la persona.
Somos seres humanos con nuestra propia identidad y en ocasiones no sabemos darnos el permiso para aceptarnos como tal.
Besucos y os quiero,lo sabéis
Paz para vosotros
Gó
Genial, admiración no idolatría.
ResponderEliminarMuy de acuerdo con tu comentario, Pepe, la idea de "idolatrar" a alguien me provoca cierto rechazo, ya que presupone a uno por sobre el resto de sus pares, cuando en realidad, como bien dices, deben ser sólo sus valores los que deberíamos asumir como ejemplo. Te agradezco mucho tus palabras de bienvenida en mi blog. También yo los extrañaba muchísimo! Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarAdhiero absolutamente a lo que con tanta sensatez nos decís. Pero creo que se aprende con los años a tener referentes y ser más realista con el cariño que entregamos y admiración que profesamos, aunque en realidad siempre una cuota de éste nace por instinto, y no a veces a quien más lo merece. Carisma y angel son palabras que rondan por ahí, y no se reparten precisamente en relación a los valores.
ResponderEliminarMi cariño Pepe, para Uds.