Persona que, a
consecuencia de guerras, revoluciones o persecuciones políticas, se
ve obligada a buscar refugio fuera de su país
Es en ese verse obligados, donde reside
la auténtica tragedia de las personas que abandonan sus paises de
origen. Huyen de guerras, revoluciones o persecuciones políticas.
Desearían quedarse libres y en paz, tener la oportunidad de ser, de
expresarse, de crecer, de vivir con dignidad, sin miedos ni ataduras
en la tierra que les vió nacer, en su hábitat natural, rodeados de
familia y amigos pero se les niega esa posibilidad.
Caminan al encuentro de un futuro
incierto dejando atrás, aprisionada, el alma. Miles de familias en
un éxodo masivo por caminos sembrados de cadáveres, buscando un
bienestar que se les niega, llaman a nuestras puertas, las puertas de
paises donde la paz social no está tan destrozada como en los suyos.
Atrapados, en tierra de nadie,
exhaustos por el esfuerzo realizado, víctimas de mafias sin
escrúpulo alguno, aprenden que poco o nada importan mientras
contemplan estupefactos, sin entender nada, como esas fronteras no
sólo no se abren para darles una generosa bienvenida sino que se
blindan. Por detrás sufren las dentelladas de los perros de la
guerra, por delante, el desprecio más absoluto y el acero hiriente
de las concertinas.
Esa respuesta inmoral a la necesidad de
acogida de tantos miles de personas, me lleva a concluir que nuestro
mundo está enfermo, que si alguna vez las sociedades civilizadas se
distinguieron por valores como solidaridad, paz, armonía,
concordia, derechos humanos, hace mucho que todos estos valores
dejaron de ser prioritarios, sometidos al yugo del capitalismo más
salvaje, a los bastardos intereses de unos pocos con el poder
suficiente para decidir, ellos solos, el destino del mundo.
Una triste reflexión final. Tienen ese inmenso poder porque nosotros se lo permitimos. Ellos, aunque carezcan de escrúpulos, son pocos. Nosotros somos millones y carecemos del necesario valor para cambiar este estado de cosas. Así nos va.
En casa de nuestra amiga Nieves podeis encontrar más historias sobre refugiados.
Reflexionar sobre esto es como hacer una tesis sobre la vida. La vida justa y la vida injusta y cuál es cual. Qué somos, qué dejamos de ser o qué seremos... Al final, nada. No somos nada y, sin embargo, somos tanto... tanto...
ResponderEliminarAbrazos.
Nadie elige tener que escapar de su suelo. Se lo hace por necesidad, porque la realidad así los impulsa. Quienes están esta vez del otro lado, no deberían olvidar que alguna vez, fueron sus ancestros lo que debieron partir hacia otros horizontes. Ojalá la generosidad supere las reticencias ante la llegada de gente de otras tierras.
ResponderEliminarTodos tenemos culpa, y ninguno somo los causantes, y solamente ellos son las victimas. un abrazo
ResponderEliminarUna buena reflexión. Es verdad, todos tenemos parte de culpa, protegidos en nuestra burbuja de bienestar y paz que nos rodea.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso dije yo en mi blog, ellos no eligen huir de su hogar, ellos lo hacen porque es el único modo de poder salvar la vida y a veces ni huyendo... buscan ayuda porque la necesitan... ahora son ellos, antes fueron otros... eso es lo que se les olvida a quienes mandan... que la guerra es algo que por desgracia está a la orden del día y en cualquier momento puede tocar en otro país...
ResponderEliminarY cerramos fronteras y levantamos vallas... es todo muy triste...
Yo nunca he visto a los que mandan moverse por la paz, la generosidad... nunca... así nos va sí, que razón tienes Pepe.
Besines...
Buenas tardes, Pepe:
ResponderEliminarUn placer y un estímulo el leerte.
Es siempre un gusto encontrarse con tu habilidad para expresar lo que sientes; y a la vez es un estímulo comprobar que hay personas que sentís lo que escribís y al compartirlo aviváis esa humanidad que la mayoría adormecemos bajo palabras vacías de sentimiento.
Un abrazo, Pepe.
Es quizás como dices...nosotros somos mas, pero solo tenemos estas manos y una mente con ganas de cambios...ellos tienen el poder de unas armas que pueden con millones...hasta cuando llegan pestes o virus, ellos salen inmunes y es el pueblo quien paga los dolores por falta de medicinas..en fin...una historia que no termina..Bss
ResponderEliminarSoy consciente de que los que mandan son pocos y nosotros muchos pero a ocomodados, las imagenes impactan por unos dias poco despues se olvidan. Yo siempre crei que compartir nuestra vida con personas de otras culturas nos enriquece y que acoger con generosidad nos enaltece como humanos, es mas lo que recibimos que lo que damos, lastima que no todos piensen igual. Has hecho ina gran reflexion, un abrazo.
ResponderEliminarDesde el corazón Pepe nos acercas tus palabras, palabras con las que estoy totalmente de acuerdo, Ya lo he dicho en un comentario, por la parte que me toca pido perdón, desde esta comodidad que nos protege, la misma que todo ser humano tiene derecho a disfrutar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un mundo enfermo en el que incluso calan mensajes hostiles hacia esos refugiados. Ojalá tenga curación.
ResponderEliminarAbrazos, amigo.
Una reflexión absolutamente magnífica y sensata que comparto totalmente, Pepe.
ResponderEliminarVivimos en una sociedad deshumanizada, lenta y torpe cuando se trata de ayudar a los demás. Los ciudadanos piden ayudar, los gobiernos callan en su egoismo. Hace unos día yo escribía en mi blog: "Personalmente no me avergüenza Europa, pero sí estos gobernantes vulgares, egoístas e inhumanos, con sus visiones de estado miserables, que nos ha tocado sufrir".
Un abrazo
Los Derechos Humanos hace tiempo que dejaron de ser una realidad si es que alguna vez lo han sido.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto, pero los responsables de tanta desdicha, no tiene nombre propio, peor aún, tienen los nombres de todos y cada uno de los pecados capitales, y esos, son muchos pecados. Texto compartido hasta las comas. De momento lo único que puedo hacer hoy es desearle los buenos días a mi vecino.
ResponderEliminarAbrazos.