Tenía la
extraña sensación de que las calles por las que transitaba, le
resultaban conocidas. Era algo imposible, porque jamás, en sus 21
años de vida, había visitado Madrid. Seguro que era consecuencia de
la mala noche pasada. Apenas si había dormido un par de horas. El
ajetreo de la matrícula, la búsqueda de una vivienda cercana al
campus, el cambio de residencia, todo había contribuido a aumentar su nerviosismo en los últimos días.
Antes de doblar
la esquina, supo que estaría allí. Ver la estación de metro
previamente intuida transformó su extrañeza en estupor y
perplejidad. ¿Casualidad?, no dejaba de repetirse que era lo racional,
en un intento por alejar aquellos pensamientos mientras llegaba a la
pensión donde viviría hasta completar los estudios de Antropología
Social que ahora comenzaba.
Era asequible
para su economía y en los foros de estudiantes estaba bien valorada.
Trato familiar, tranquila y cercana al campus. No tuvo tiempo de
comprobarlo. Tantas emociones habían acabado con su resistencia, y
se tumbó en la cama vestido, sin deshacer la maleta, quedándose
profundamente dormido.
Se levantó
hambriento. Directamente encaminó sus pasos hacia el comedor para
acabar preguntándose con el miedo en el cuerpo, como sabía su
emplazamiento si nunca antes estuvo allí. Salió a la calle
sin tan siquiera desayunar, deseando que terminara lo que amenazaba
con convertirse en una pesadilla.
Aún le quedaba
lo peor, ver como un joven distraído era atropellado por un coche.
Le gritó alertándole pero fue inútil. Tanto como su grito que le
hizo bajar la vista avergonzado ante el asombro de las personas que
se encontraban próximas a él. Había sufrido una alucinación.
Comenzó a
sospechar que tal cúmulo de anomalías tenía que tener una razón.
Entró en internet buscando muertos por atropello en aquella calle.
No fue fácil, pero allí estaba. Hace 21 años, coincidiendo con su
nacimiento, un estudiante de Antropología Social había muerto
atropellado. ¿Qué significaba todo aquello?.
Un libro,
cogido al azar en la biblioteca, le dio la clave. Su título: Muchas
vidas, muchos maestros. Su autor: Brian Weiss. Su argumento: el
convencimiento de que no nos vamos definitivamente, que vivimos otras
vidas, mientras no se completa el camino de perfección personal que
nos ha puesto aquí, en la Tierra. Esa noche, finalmente, pudo dormir
tranquilo con la certeza de que los extraños fenómenos habían
terminado para el.
Un relato muy conseguido, y ocurrirá exactamente eso o algo parecido? Ojala, porque tendriamos que tener varias posibilidades para revivir la vida.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho y me ha dejado pensando. Eso es bueno.
Un abrazo.
He leído a ese autor. Y me resultó más convincente tu relato. Bien escrito.
ResponderEliminarNunca se sabe, es dificil saber que nos espera más allá, quizás regresamos y todo nos parece conocido,puede ser.
ResponderEliminarMuy buen relato
Un abrazo
Suscribo el comentario de El Demiurgo de Hurlingham. Un abrazo
ResponderEliminarHola Pepe: Un relato convicente y muy bien orquestado por tu imaginación,y tu perfecta forma de exponer los hechos. Genial.
ResponderEliminarCon el testimonio de mi verdadera admiración.
Un relato muy verosímil. Muchas personas dicen alguna vez haber tenido la sensación de estar viviendo una experiencia vivida anteriormente. Tu protagonista viajó desde esa dimensión reencarnado. El final te quedó estupendo.
ResponderEliminarBesos y gracias por acompañarme.
Me alegra saber que existe esa alternativa... de no ser sólo una la opción para perfeccionarnos en esta vida, la posibilidad de completar nuestro ciclo se nos facilitaría bastante.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
=)
Sería curioso tener ese poder de bilocación...esas capacidades...o quizá sería hasta peligroso...
ResponderEliminarBuen relato, cotidiano a pesar de la consigna...bien llevado
Excelente relato Pepe! Me has hecho erizar la piel con el final. Una visión diferente de la muerte, una vuelta para reparar cosas, casi una segunda oportunidad.
ResponderEliminarQuizá las cosas sean así, quién puede saberlo?
Un gusto leerte, no lo conocía y me alegra que lo hayas re editado.
Abrazo enorme.
Absorbida completamente por tu relato... será que yo tambien creo que nunca nos vamos del todo.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gustó mucho tu relato Pepe, sobre todo porque me interesan este tipo de fenómenos, que si bien pueden tratarse de ficción, nunca se sabe...
ResponderEliminarUn beso!
Una interesante historia, que nos pone en la piel del protagonista, contagiando su inquietud. La realidad sale a la luz, para paz del joven y para dilucidación de quienes nos sentimos llenos de intriga de qué era lo que estaba sucediendo. La vida está llena de misterios y muchos de ellos, despiertan, inevitablemente, una intriga difícil de saciar. Muy bueno Pepe! Valió la pena la re-edición.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Existen muchas teorías en torno a esto que nos acabas de relatar y que yo, aunque soy de la rama de ciencias, no termino de descartar...hay tanto que desconocemos. Un beso
ResponderEliminarUn buen relato que nos transporta a esas sensaciones tan curiosas a veces de que las cosas que parece que hemos vivido puedan ser que efectivamente las hayamos vivido, pero en otro tiempo y en otro lugar.
ResponderEliminarMuy interesante.
Un abrazo
Un relato pleno de misterio bien llevado hasta el final amigo Pepe!!
ResponderEliminarMe gustó entonces y me sigue gustando hoy, ¿Quien puede asegurar a ciencia cierta que tdo acabe aquí?.
ResponderEliminarUn abrazo Pepe.
Yo tengo la ilusión de que no acabe sin más.
ResponderEliminarLo has explicado muy bien en tu relato.
Disculpa por llegar tarde, es que no consigo leer todos los relatos en el tiempo.
Besos, también a los de casa. jajaaj
Tu relato está muy bien contado, quién sabe si algo así podrá ser posible. He leído el libro que mencionas.
ResponderEliminarUn beso