Imagen obtenida de Internet
Tres semanas nada más habían transcurrido desde
que tomó la decisión de apartarlo de su vida. Tres interminables
semanas durante los cuales había ido aumentando su nerviosismo, su
irritabilidad y mal humor, tres semanas en las que apenas había
dormido unas pocas horas, en las que se había mostrado incluso
agresiva con sus compañeros.
Tres semanas cerca de él sin poder disfrutar de su
compañía como antes. Su cuerpo entero era un manojo de nervios
desatados, le tamborileaban los dedos sobre su mesa de trabajo, lo
devoraba con los ojos, tenía ganas de lanzarse de nuevo a por él.
Lo suyo era una relación de amor-odio tóxica, a la que le costaba renunciar. Un sudor frío se había apoderado de ella, sentía una tremenda
opresión en el pecho, se intuyó próxima a una crisis de ansiedad.
No podía más, tenía que hacerlo suyo, sucumbir de nuevo a esa
atracción fatal, sentía que era un error haberlo apartado de su
vida, sabía que su relación con él era dañina, pero lo necesitaba
como el comer o el respirar.
Fuera de sí, lo atrajo hacia ella y le ofreció sus
labios. Una chispa prendió la llama pasional de un frenético coito
labial con su oscuro objeto del deseo. Unas volutas de humo fueron
testigo mudo de su felicidad, de la superación de la crisis y de su
derrota. Una vez más había sucumbido al vicio de fumar.
Podeis disfrutar de más giros inesperados
en este mismo blog.