La lavadora continuaba llena de agua. Los ciclos de desagüe no respondían a lo que se esperaba de ellos que era precisamente eso, vaciar de agua la lavadora para iniciar el siguiente ciclo.
Con tres niños pequeños, uno de ellos con escasos meses de vida, la lavadora era un elemento insustituible. De su buen funcionamiento dependía una parte muy importante de los quehaceres diarios.
Como mejor pudimos, provistos de toallas, un barreño de plástico y fregona con la que recogimos el agua que inevitablemente alfombró el suelo, conseguimos vaciarla casi en su totalidad.
Después, cometí la torpeza de volcarla en mi afán de buscar las posibles causas de la avería sin tomar la precaución de desenchufarla previamente. Un chispazo y el corte del suministro eléctrico en casa, me dejó patente que la presencia de un técnico de mantenimiento se había hecho imprescindible.
Y el técnico vino y vino y vino y……, pero permitidme que os lo narre con un poco más de detalle.
Como os he dicho, vino. Abrió la lavadora y nos explicó que el programador, una pieza que al parecer es algo así como el corazón de la bestia, como consecuencia del chispazo había dejado de latir.
Lo primero que hizo fue desconectar todas las venas (cables), que entraban y salían sin tener la precaución de hacerse un pequeño esquema del punto del corazón al que cada uno de ellos apuntaba y, os lo digo sin miedo a exagerar, que pasaban de la treintena.
Sucedió lo inevitable. Aquel “técnico” no era el cardiólogo apropiado para echar a andar de nuevo el corazón paralizado de la máquina. Cuando conseguía que aclarara, no centrifugaba. Cuando conseguía que ejecutara el prelavado, no conseguía que lavara y así, hasta el infinito, se sucedían las combinaciones de mal funcionamiento.
Después de tres infructuosos días, optó por pedir a fábrica el esquema eléctrico del dichoso aparato.
Mientras tanto, la ropa conoció otras formas más artesanales y arcaicas de tratamiento para conseguir su limpieza. Bañera, puños, estrujones y retorcimientos a los que en absoluto estaba acostumbrada.
Lo peor de todo fue su empecinamiento en arreglarla. Fruto de nuestra juvenil timidez, pues de este episodio hace ya muchos años, no pudimos, no quisimos o no supimos, imponer nuestra opinión de que no merecía la pena, que mejor comprábamos otra. Tal vez nos dio pena echar por tierra la voluntad y el empeño de nuestro “técnico”.
Así que soportamos estoicamente su visita diaria durante ¡¡¡VEINTE DIAS!!!, el tiempo que tardó en llegar el esquema eléctrico de aquella criatura del averno, invariablemente de 13`30 a 14’30, asistiendo al desigual enfrentamiento de sus escasos conocimientos con la ¿complejidad? de aquel dichoso programador.
Un efecto colateral de esta situación poco deseada es que yo salía a las tres de la tarde de trabajar y naturalmente el hecho de recibir diariamente al técnico de lavadoras, en mi ausencia durante tanto tiempo, pudo hacer que los vecinos encontraran algo sospechosa esa visita diaria, teniendo en cuenta además que sólo llevábamos viviendo dos meses en aquel lugar. Si así fue, nunca lo sabremos, pero nos queda la duda, la razonable duda, de que muy bien fuéramos por aquellos días objeto de comentarios jocosos y maledicentes.
Al fin llegó el dichoso esquema eléctrico e, incomprensiblemente, lo que había costado veinte días, quedó resuelto en treinta escasos minutos.
Decir en su favor que solamente nos cobró el importe de la pieza y la mano de obra de dos horas de trabajo. Se despidió para siempre de nosotros, satisfecho de haber triunfado finalmente, como San Jorge contra el dragón, en su desigual lucha contra la bestia.
Más problemas técnicos en el blog del amigo GUS
Poema 2.398 (El silencio de tu mirada)
Hace 9 horas
Muy divertido relato que si es verdad que sucedió, solo con el tiempo te lo parecerá a tí, porque vivirlo sí que fue uno odisea. Me pareció que le diste más carácter de humano al lavarropas y más de aparato al técnico, jajaja. Y creo que sí, que de los electrodomésticos el que nos refieres es en cierta época de la vida IMPRESCINDIBLE: el corazón de la casa!!!!
ResponderEliminarMuy divertido, de verdad (los vecinos seguros siguen comentando.....jajaj)
Ya he echado un puñadito de sal por encima del hombro a modo de protector ¡Cómo se te ocurre convocar a los hados en el mes de julio cuando no hay ningún técnico disponible? Pepe, Pepe... no tentemos a la suerte, no me seas agorero!!! jejeje.
ResponderEliminarUn abrazo potentemente tecnológico y envuelto en herramientas.
Pepe, que tiempos aquellos, ayyy. Después dirán que el imperio romano estaba atrasado, jamás nunca fallaba la colada a base???de riñones, pataleos en tinas(especie de lavado a fondo), golpes con puños y palas, y a poder ser una esclava fortachona a la cual no le fallaba ni el corazón eléctrico ni el centrifugado ni(supongo) era guapa cual técnico visitador en horas maliciosas.
ResponderEliminarOs comprendo, pasé por algo similar ¿y quien no? Besitooos muchos.
Muy divertido relato.
ResponderEliminarEs cierto que cuando uno de esos aparatejos nos falta se nos viene el mundo encima y todo ello por la costumbre...pero el final fue que se arregló aunque los vecinos tuvieran la mosca detrás de la oreja...jajaj ya tenían algo en que distraerse.
Un beso
Yo tampoco me hubiera preocupado de haber montado esquemas previos. Y habría seguramente aparecido, al día siguiente por la casa del cliente.
ResponderEliminar¿Cuestiones de pundonor mal entendidas?
Muy probablemente.
Por lo demàs, si los vecinos piensan algo, lo han hecho evidentemente desde su hermetismo.
¡Veinte días, qué conflicto! Me parece radicalmente excesivo.
Tésalo
Hola Pepe.
ResponderEliminarSinceramente ese técnico tan empecinado me hubiera dado que pensar. ¿Veinte días? Por sombrero le hubiese colocado yo la lavadora.
¡Premio a vuestra paciencia!
Un relato muy entretenido.
Saludos.
Maat
nada más que a ti se te podría ocurrir un relato con una lavadora como protagonista, jajaja, me he reído un rato, aunque supongo que a ti no te haría ni puñetera gracia.
ResponderEliminarBesos
Bien contado y entretenido este acontecimiento,nos hace bien tomarlo asi,un tanto jocoso,en definitiva cumplio un proposito,relatar una anecdota
ResponderEliminarsaludos
Pepe,
ResponderEliminarqué entretenida la historia y qué bien narrada. Es increíble cómo la realidad puede superar con creces la ficción.
Con tres hijos como tengo , entiendo perfectamente el sufrimiento que debisteis vivir aquellos días. Para mí, la lavadora es el gran invento de la humanidad.
Un abrazo
Mar
Me temo yo, que mas de uno tiene una historia "de terror" como esa que nos ha fastidiado el verano... ¿no sera un invento del cortinglé para que nos compremos el ultimo modelo?
ResponderEliminarUn beso
Pepe,¿Que haríamos sin estos aparatos que nos facilitan la vida?me ha gustado mucho tu relato.
ResponderEliminarTe invito a bailar en mi laberinto.
Besos.
este problema me llega de lleno. Sufro y sufro a causa de mi lavadora nueva. Deseché a la vieja y ahora lo lamneto. La nueva es electronica lo que significa que funciona como un ordenador, por lo que no se le puede detener a mitad de lavado ni tocarla hasta que treine, sino tiene que venir el tecnico para hacerle un reset y para colmo, como s muy moderna no tiene filtro, lo que quiere decir que cuando algun pañuelo se va en un bolsillo o una moneda o cualquier otra cosa, tremina por atascarla y ya no se traga el agua.... en fin a llamar al tecnico que cada vez que va son 20 euros. La odio...
ResponderEliminarTu relato estupendo.
Un besazo
jjajajjaaj qué buena anécdota y que bien contada!.
ResponderEliminarCreo que entre los electro domésticos imprescindibles en nuestra vida actual, sin dudas el lavarropas está entre los más destacados!
Ya he sufrido yo también su ausencia por varios días y he aprendido a valorarlo como se merece! jajajaja
Saludos!
Hoy a la primera intentona y con el saflazo que nos dan los tecnicos prefieres cambiarla por una nueva y solucionado.
ResponderEliminarMe imagino en aquel tiempo las cotillas/os de tanta visita domiciliada del tecnico, uff serian unos dias muy movidos y divertidos con los nuevos vecinos.
Un relato muy bueno.
Primavera
pepe, y yo digo ¡OLEEEEEEEEEEEEEE Y OLE!!
ResponderEliminar¡¡esto sí que es un relato con humor y del bueno!!
me has sorprendido, pepe...tienes mi...mi mi...perdona mi...tienes mi 12 sobre 10 para este tu relato a cerce de un bicho del averno...¡el tecnico era un arcangel o angel expulsado del cielo acaso?
saludos,, pepe...
Me encantó, me he reído mucho, me parecía vivir la situación, creo que todos hemos tenido episodios similares, pero por fortuna más cortos, je, je, santa paciencia esperar veinte días, yo creo que ni dos aguanto. Besitos dobles.
ResponderEliminarSeguro que el relato es verídico!!!, jajaja, y también apuesto por que fuéseis la comidilla del barrio!!!, eso si, ese técnico seguro que se convirtió con los años en un experto, no tendrás su teléfono por si se me avería la lavadora, no?... que arte con la forma de relatar los entresijos de dichoso aparato...miles de besossssssssss
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