Felicitación navideña 2020

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5 de marzo de 2015

Este jueves un relato: CON TITULO SORPRESA


Nuestra amiga Dorotea nos invita esta semana a escribir sobre un título de una serie imaginados por ella y asignados a los que nos sumemos a su propuesta de una forma totalmente aleatoria. De ahí el encabezamiento de con título sorpresa. A mí me ha sido adjudicado un título que me ha descolocado bastante. Pero después de pensarlo un poco, he aquí el resultado.

En su casa podeis encontrar toda una colección de extraños títulos y los relatos que los mismos han inspirado.



NO DEBERÍAS HABER VUELTO, RICARDO


Sus ojos, anegados en lágrimas, eran el más claro exponente de las interminables horas de llanto soportado. La hinchazón de los mismos y los hematomas en todo el cuerpo, delataban el maltrato recibido. El encogimiento sobre sí misma, como si buscara la primigenia protección del útero materno o como si buscara anularse y desaparecer, hablaba del miedo atávico que la embargaba hacia su verdugo.

No podía más. En su memoría, desdibujados por el tiempo, unos cuantos momentos, breves y escasos instantes de felicidad ya más que amortizada, cuyo recuerdo lejos de consolarla, tan sólo le aportaban nuevas dosis de desolación y amargura.

Le dolía todo el cuerpo, le dolía el alma, le dolía la humillación y el desamor, le dolía su propio aliento, le dolía la vida. No, no podía más.

El vacilante trasteo de llaves en la cerradura, hizo que de nuevo se estremeciera. Llevaba toda la noche fuera tras la última paliza propinada, tiempo más que suficiente para embriagarse como siempre, para volver con saña desmedida a descargar en ella su frustración y cobardía.

Estaba donde la había dejado, arrinconada en la cocina. Se avecinaba un episodio más de víctima y verdugo. La mano torturadora se quedó a escasos centímetros de su rostro, paralizada por la fuerza incontenible del cuchillo que le atravesaba el corazón. Los papeles, en esta ocasión, finalmente habían cambiado.

En los últimos estertores de agonía, aún pudo oirla susurrar una y otra vez como si de un un salmo liberador se tratara, “no deberías haber vuelto, Ricardo, no deberías haber vuelto, Ricardo no deberías....”

21 comentarios:

  1. Tan bien construido el relato que me has hecho estremecerme con su lectura ante este episodio que desgraciadamente aún es muy frecuente-

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  2. Olé, Pepe, me ha parecido leer un extracto de "Crónica de una muerte anunciada" donde al igual que en tu relato se intuye/sabe lo que va a pasar, y sin embargo el desenlace cae como un mazazo. Un relato para leerlo varias veces, gracias por participar.
    Un abrazo.

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  3. Sobre el fondo decirte que hay que salir antes de llegar a esos extremos, el trabajo sigue siendo cocienciación... Me encantó el desarrollo como nos metes dentro de su dolor, de su cuerpo... hasta ese final desgarrador inmenso en la locura.
    Besos

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  4. Se avecinaba una revancha o defensa de la mujer.
    Queda bien con el título.
    Buen relato.

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  5. Me gustan las historias con final feliz. Un abrazo

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  6. Mira; por una vez estoy de acuaerdo y a favor del verdugo. Lo has explicado con tanta fuerza y dureza, que no me ha quedado mas remedio que creérmelo.
    Muy bueno.

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  7. Pocas veces acaba así la historia; pero a veces una se toma la justicia por su mano porque la otra no funciona mucho.
    Un abrazo

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  8. Muy, muy, bueno tu relato. Creo que no habría otro que le fuera mejor a ese título.

    Me ha gustado mucho. Un trágico final, pero... cuando a una persona se la lleva al límite, se puede esperar cualquier cosa.

    Muchos besos

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  9. Tremendo tu relato, Pepe. Por más que casi desde el principio es de imaginar el final, no deja de estremecer el susurro doloroso y repetido de la frase que titula esta historia de sufrimiento.
    Gran relato Pepe.

    Un abrazo

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  10. Un relato que engancha y estremece, seña de que lo has hecho muy bien, Pepe. Besos

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  11. Te prometo que a mí, sin tener nada que ver, también me han dolido tanto la humilación y como los golpes. El relato está contado con maestría. Directo.
    Final previsible y -que me perdone Dios- deseable. Un abrazo.

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  12. Qué narración tan intensa Pepe! Creas un ambiente tan desolador y doloroso que una casi puede sentirse víctima del maltrato recibido, como la protagonista. Puedo decirte, que más allá de la crudeza de la historia, la has resuelto más que bien... Sin dudas, Ricardo, tuvo lo que se merecía... y ya no volverá, no volverá...
    Besos y buen fin de semana!
    Gaby*

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  13. Doloroso tema narrado de dentro a fuera, no queda el lector impasible, se toma partido.
    Un abrazo Pepe.

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  14. Una especie de justicia universal pone las cosas otra vez en un cierto y extraño equilibrio...
    Por desgracia una realidad muy común

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  15. Muy buen relato, además, dolorosamente actual
    =(
    Un abrazo

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  16. Es un relato impresionante, contundente y muy bien escrito que refleja una realidad muy dolorosa . La verdad es que el título a mi me inspiraba una historia de humor por eso me ha sorprendido más.
    Besos

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  17. Te aplaudo aún con el temblor que me ha producido tu relato. te aplaudo por el final (que como dice Alfredo, que Dios me perdone) es el deseable.
    Un abrazo

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  18. Si....no debería!!!! Pero vos, hiciste bien en escribir este relato, porque lo demás tenemos que saber, sentir y solidarizarnos. Aun, queda mucho por denunciar....

    Besos

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  19. Buenos días, Pepe;
    Un gran relato sobre una realidad a la que no damos la importancia social que debería ocupar su denuncia social y su condena judicial.
    Un abrazo, Pepe. .

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  20. Has definido perfectamente el maltrato: “…descargar en ella su frustración y cobardía.” No debo defender el asesinato, ni aunque sea en defensa propia, pero que quieres que te diga, un buen cuchillo jamonero a tiempo acabarían con mucho sufrimiento y mucho mal bicho, jejeje, en realidad le hizo un favor al tal Ricardo, acabó con sus miedos y su basura interior, lo mismo deberían darle un premio, aunque me temo que los jueves no iban a estar muy de acuerdo con eso, miles de besossssssssssssss.

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  21. triste historia, lamentablemente ocurre en la realidad. Saludos Pepe

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