ESTE JUEVES UN RELATO: RASTROS DE UNA EXISTENCIA
Hasta los veinte años había vivido en estrecho contacto con la Naturaleza, en un rancho propiedad de sus padres, junto a la selva amazónica. El fallecimiento de sus padres en accidente de tráfico, la dejó heredera de una pequeña fortuna y emocionalmente destrozada. Tomó la decisión de marcharse a vivir a la selva amazónica en el seno de una tribu cercana en busca de paz y sosiego. Gracias a los mayores de la tribu y a la tutela del chamán, profundizó en el conocimiento de las plantas, en sus múltiples propiedades y aplicaciones para la salud física o mental. Transcurridos dos años, era capaz de mejorar determinadas dolencias e influir positiva o negativamente en el estado emocional de las personas
Con este bagaje de conocimientos decidió adquirir una casa en la capital y poner en valor la experiencia adquirida en el campo de la medicina natural.
En el primer piso de la vivienda montó un consultorio donde comenzó su actividad. Los comienzos fueron difíciles. No era fácil convencer al vecindario más cercano de las ventajas de tratar sus dolencias simplemente con plantas. Todo cambió a mejor cuando fueron llegando resultados positivos. Se corrió la voz y paulatinamente se incrementó exponencialmente la asistencia de pacientes de los más diversos lugares y de todas las clases sociales.
Aficionada al tarot, era tan grande el conocimiento del alma humana adquirido en su incesante conversar con pacientes que era capaz de adivinar el pasado o predecir el futuro inmediato con tan sólo unos instantes de conversación, con gran acierto. Así que, para incrementar sus ingresos, complementó su actividad dedicando parte de su tiempo a echar las cartas del tarot.
A sus noventa años, contempla los desgastados peldaños de la escalera que da acceso a su consultorio, deterioro producido por sesenta y ocho años de idas y venidas de miles de pacientes y reflexiona en como su salud se ha ido deteriorando de forma paralela a ese desgaste. Está torpe y cansada, sin ganas ni fuerzas para seguir viviendo. Ya no.
Se prepara una infusión, mezcla de las plantas que tanta fama y dinero le habían proporcionado y se sienta a disfrutarla en el sillón desde donde ha ejercido como tarotista. Al día siguiente, el primer paciente la encuentra desmadejada en su sillón, las cartas del tarot esparcidas a su alrededor y en su mano, la carta más siniestra. La carta de la muerte.
La casa, su casa, una década después, sigue deshabitada. Un halo de misterio se cierne sobre ella. Dicen que a veces se percibe un intenso olor a plantas medicinales al tiempo que se oye una especie de mantra chamánico dulce y pausado.
Más historias basadas en imágenes en el blog de nuestra amiga Neogéminis
Que bonita historia, esas escaleras han visto crecer el buen hacer de una mujer que ha luchado por aprender el oficio de como sanar con las plantas.
ResponderEliminarAparte ese misticismo del tarot, que se sabe utilizar bien puede ayudar a encaminar vidas.
Un abrazo.
Enternecedira historia nacida a partir de un duelo que supo encaminarse para lograr una fructífera vida dedicada a la sanación de los demás. Evocadora la imagen de esos escalones desgastados relacionándolos con el paso de los años de tu protagonista. Me alegra mucho volver a tener te entre los jueveros, Pepe. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarUna historia que podría ser real, que tiene visos de antaño fue así.
ResponderEliminarAyer comenté en la entrada anterior y hoy no veo el comentario, espero que este y mi abrazo se queden publicados
Ester, no comprendo qué pudo pasar ya que no tengo los comentarios moderados y mi blog es público. Como ves, este comentario se ha publicado puntualmente.
EliminarPepe me alegro de verte de nuevo por aquí y con esa historia interesante y emotiva.
ResponderEliminarUn abrazo
Una introducción muy buena. Esa anciana en el primer piso sería un personaje inmenso. Cuántas cosas podrían contar los escalones desgastados.
ResponderEliminarUn final soberbio. Un fuerte abrazo
Esas escaleras han sido testigo mudo de muchas historias de vidas...Buena portación. Un abrazo!
ResponderEliminarlady_p
No me perdono el haber perdido el contacto con estos "momentos".
ResponderEliminarTe leo y rememoro las veces que disfruté de tu buen hacer y tu bonhomía.
Hoy, en mi mejor regalo.
Un abrazo.
No has perdido nada, Juan. Motivos personales me tienen alejado de los jueves literarios. Aunque quiero ver la forma, si la hay, de estirar el tiempo y sacar huequitos. Gracias y un abrazo
EliminarHola Pepe, muchos años esa escalera sostuvo a la anciana que iba y venia siempre con la intención de ayudar y ayudarse. Supo muy bien como curar sus heridas.
ResponderEliminarHe escuchado muchas veces que hay casas que no vuelven habitarse, vaya a saber si es la fuerte conexión con su antiguo dueño, toda una incógnita. O será que la misma casa se reserva hasta dar con la persona indicada, como la antigua dueña con las plantas.
Un abrazo :)
Hola Pepe, cinco participantes elegimos la misma imagen. Y es que las escaleras son muy evocadoras.
ResponderEliminarLa anciana se encontraba cansada quizás de su soledad y tras su última taza de infusión la muerte es su respuesta. Seguramente aún sigue su espíritu rondando la casa. Muy buena historia. Un abrazo
Hola Pepe, la escalera de los recuerdos, como he comentado a otros participantes del reto. Tu historia es una historia de historias, quizá la de cada peldaño que tu protagonista ha vivido. Bien narrada.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Toda una sabia chaman la protagonista del relato! Le costo conseguir la confianza y el respeto de los demas, pero lo consiguió! Su espiritu parece que aun vaga por esas desgastadas escaleras! Je je! Me ha gustado mucho tu relato! Un abrazote!
ResponderEliminarMorir a los noventa, tuvo una larga vida, sin duda. Lo que me llama la atención y me da una cierta pena es que después de haber dedicado una vida a los demás, a curar sus enfermedades, a dar algo orientación en sus vidas muera con sola compañía de sus arcanos, en fin, sola. Pero, bueno, si hacemos caso al mantra chamánico que se conserva, fue muerte dulce. También elegí la escalera. Un relato estupendo. Saludos.
ResponderEliminarA partir de un duelo que siempre fractura el alma, un redireccionamiento hacia una vida diferente y fructífera. Los escalones rememorando el tiempo
ResponderEliminarUn abrazo
Llegó a tener una larga vida, en la que aprovechó lo aprendido, compartiéndolo con los demás.
ResponderEliminarBien contado. Saludos.
Me alegra volver a verte por aquí y que continúes entre nosotros. Tu relato es exquisito a pesar de un final triste, pero a veces hay entresijos en la vida de las personas que cuesta de comprender. Muy buen relato, besos.
ResponderEliminarNo hay planta ni suerte
ResponderEliminarque detenga a la muerte
Los peldaños como los antiguos cuentapasos que shora llevamos en el movil. 10000 pasos , un milímetro de escalón.
ResponderEliminarvidas paralelas.
abrazooo
Dafne Sinedie dijo:
ResponderEliminarGenial volver a leerte, Pepe :3
Me gustó que la protagonista de tu relato diera un giro de 360º a su vida. ¿Qué leería en su última tirada de cartas, además de la muerte?
Un besazo