Felicitación navideña 2020

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Creación de Mónica (Neogéminis)

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11 de junio de 2015

Este jueves un relato: UNO DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES (LUJURIA)


Es difícil decidirse a escribir sobre uno de los pecados capitales cuando se tienen todos. Unos me ocupan más tiempo que otros, me esclavizan con más intensidad, se adueñan de mí y vivo sometido a su yugo, otros apenas si me rozan de soslayo, pero todos en algún momento, me han poseido y han conducido mis actuaciones. A pesar de reconocer mi dependencia, no tengo la conciencia de pecar cuando circunstancialmente me invade la pereza, mucho menos aún cuando mis papilas gustativas se dejan seducir por cualquier manjar, por muy humilde que este sea, convirtiendo en gula lo que debería ser frugalidad, si deseo atesorar emociones, amigos, experiencias, momentos, ¿acaso peco de avaricia?, podría desgranar uno por uno los siete pecados capitales y en todos y cada uno encontraría motivos más que sobrados para someterme a su yugo sin tener por ello mala conciencia. Sobre los demás, a años luz en el nivel de permisividad que me concedo, está el pecado de lujuria. Es más, me atrevería a decir sin ningún tipo de reparo, que no lo considero en absoluto pecado sino placer de dioses, cuando nos sometemos a sus dictados desde la libertad individual, exentos de una moral mal entendida y desde la más absoluta devoción hacia quien es capaz de despertar nuestros deseos carnales, hacia quien nos proporciona momentos de una emoción inenarrable.

Es por ello que esta semana atendiendo a la propuesta de nuestra amiga Charo, me he decantado por resaltar este pecado que no lo es, en mi modesta opinión, cuando nos somete desde la libertad soberana de sus intervinientes. Y lo hago reeditando un soneto que publiqué allá por el 2011 inspirado en la pequeña muerte, esa pérdida de conciencia o desvanecimiento que a veces experimentan algunas personas tras una experiencia sexual intensa.

LA PETITE MORT

Fluye sangre  a los cuerpos cavernosos.
Mil espasmos sacuden tu hermosura.
Erizada la piel, febril locura
de dos cuerpos unidos, sudorosos.

Los alientos se tornan jadeantes.
Los latidos, violentos, desbocados.
Temblores de LUJURIA desatados,
epilepsia sexual de dos amantes.

Al  vigoroso orgasmo le sucede,
un desmayo fugaz, pequeña muerte,
canon del paraíso al que se accede.

Abro después los ojos. Puedo verte
relajada y feliz, que el amor puede
trocar la muerte en vida, de repente.

Podeis ir al encuentro de más pecadores en el blog de nuestra amiga Charo

4 de junio de 2015

Este jueves un relato: NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE


Su llegada al barrio fué considerada como una bendición. En un barrio obrero, azotado por la crisis, su aspecto bonachón y su abnegada labor social, especialmente con la chiquillería, pronto lo hicieron acreedor del afecto y cariño de todo el vecindario. Para el no había horas, se entregaba en cuerpo y alma a a sus feligreses. Tal vez fué ese exceso de celo, ese cariño que traspasaba límites, el que acabó dando con sus huesos en la cárcel. La pederastia es el más execrable, el más abyecto de los crímenes incluso para sus actuales compañeros de cárcel. Decididamente, no, no es oro todo lo que reluce.

Más falsas apariencias auríferas en el blog de nuestra amiga Teresa Oteo