Felicitación navideña 2020

Felicitación navideña 2020
Creación de Mónica (Neogéminis)

Seguidores

31 de octubre de 2012

Una convocatoria literaria. Este jueves un relato. "HALLOBLOGWEEN 2012"



Era una noche más del tórrido verano andaluz. Atmósfera de un calor asfixiante y seco. No se movían ni las hojas de los árboles y sin embargo en la casa las puertas y ventanas,  se abrían y cerraban de forma violenta y aleatoria. Fuera quietud, dentro un viento gélido que lo hacía estremecer. La casa estaba aislada, a unos diez kilómetros de la población más cercana y sin embargo escuchaba continuamente una espeluznante cadencia de sonidos. Primero, bramido de muchas armas de fuego, luego lamentos y quejidos para terminar con una secuencia de disparos espaciados, de uno en uno, como reglados por un metrónomo.  En el ambiente, un intenso olor a pólvora.

Tan sólo hacía cinco días que la habitaba, pero habían bastado para llevarlo al estado de ansiedad actual. El, Ricardo Cifuentes, la había adquirido para volver a sus orígenes. Su abuelo y sus padres abandonaron el pueblo cuando tenía tan sólo dos años,  recién terminada la guerra civil. Sus  padres  siempre añoraron  regresar y sin embargo, nunca lo hicieron  sin causa aparente que se lo impidiera.

Se preparó para pasar una noche más de pavor e insomnio, sin sospechar que sería aún peor que las anteriores. En el silencio de la noche las voces dejaron los lamentos para pronunciar con claridad su nombre. En la ventana, incomprensiblemente empañada de vaho, algo o alguien había escrito también su nombre. Se asomó y a sus ojos se ofrecía un espectáculo dantesco. En una mancha de espesa niebla, líneas de sangre, como venas,  emergiendo de la tierra, fueron formando figuras humanas carentes de esqueleto, sólo venas rojas y rostro. Pudo contar hasta treinta figuras, entre hombres, mujeres y niños. No pudo resistir más y cayó desmayado al suelo. 

Al día siguiente había tomado una decisión. Se marcharía ese mismo día pero antes quiso investigar que acontecimientos pudieron ocurrir en el pueblo que motivaran la marcha de su familia, sucesos que tal vez fueran el origen de los extraños fenómenos que estaba padeciendo. 

Y allí estaba la respuesta, delante de sus ojos en la pantalla del ordenador. Varios artículos que vertían la sospecha de que su abuelo, Ricardo Cifuentes igual que el, como último acto de una guerra sin sentido había ordenado el fusilamiento de algunas familias. Jamás se pudo comprobar su responsabilidad como tampoco  se supo nunca donde habían sido enterrados. 

Pocos días después el último de los cuerpos ya había recibido cristiana sepultura. Su asombrosa notificación de los hechos a los vecinos del pueblo, la exhumación e identificación de los cadáveres, el enterramiento posterior, habían traido por fin la paz a sus espeluznantes noches. Ahora, sentado en el autobús, alejándose para siempre del pueblo que lo vió nacer, se alegraba de haber devuelto algo de la paz que un día su abuelo había arrebatado. 

Más relatos inquietantes en el blog de nuestra amiga Teresa

24 de octubre de 2012

Una convocatoria literaria. Este jueves un relato. "COLORES"





Para esta ocasión, en que tengo que hablar sobre colores, quiero dejaros un texto escrito por mí allá por el 2009, ligeramente modificado para la ocasión. Algunos de vosotros lo habeis leido ya y os pido disculpas por ello, pero creo que es interesante ofrecérselo a mis amigos jueveros. Fué escrito en un momento de mi vida en que predominaba la ausencia de color, así que fiel al título de mi blog, aquí os dejo desgranado, ese momento.

HAIKU PARA UN COLOR AUSENTE



Mano de sombra.
Cubres de densa bruma,
mi negra pena.


LA MANO DE SOMBRA (cuento infantil, pero menos).

En un pequeño claro existente en la espesura más densa de un bosque muy lejano con respecto a cualquier sitio conocido, a salvo de peligros y en completa armonía con la naturaleza circundante, vivía feliz, muy feliz, una familia de duendes. Su vida transcurría de la plácida forma en que todos sabemos que transcurre la vida de los duendes. Rodeados de vida y color. El amarillo del sol, el azul del cielo, el verde de una exuberante vegetación, el naranja y el ocre de las hojas en otoño,  el marrón de la fértil tierra, el malva de algunos atardeceres. Papá y mamá duende labrando, sembrando, regando, recogiendo cosechas, recolectando frutas que el bosque les ofrecía, cuidando de la casa y de los cuatro duendecillos, y estos, como podeis suponer, todo el día persiguiendo mariposas y pajarillos, molestando a las ranas del cercano lago, coleccionando mariquitas y, sobre todo, jugando a imaginar donde conduciría el majestuoso arco iris que todos los días invariablemente, aparecía en la cascada que desde gran altura, vertía sus aguas al lago.

Tanta era la fascinación de los duendecillos por el arco iris, que decidieron incorporarlo a sus juegos. Con todas la magia que se les puede suponer a los duendes, poniendo cada uno de ellos como ingredientes lo mejor de sí mismos, consiguieron un arco iris, trenzado a modo de cuerda,  pequeñito, que hacían girar con tan solo unir sus voces. A partir de ese día, su pequeño arco iris les sirvió para jugar a la comba, pasando a ser ese momento del día el más especial y celebrado de todos, incluyendo a papá y mamá duende que veían en ese pequeño arco iris, el símbolo de su bienestar y felicidad.

Un día, un personaje siniestro llamado Caronte, envidioso de tanta felicidad, raptó a Murmel, uno de los duendecillos y trepando por el gran arco iris de la cascada, anduvo con él hasta el final del rutilante camino que sus siete colores trazaban en el cielo. Nada más hubo cruzado, el Arco Iris desapareció y una densa bruma se extendió sobre el bosque, como si una mano de siniestra sombra se hubiera cerrado sobre este.

Desde entonces, nada fue lo mismo. Los colores del bosque se tornaron grises o negros, la tierra se volvió menos fértil, el trabajo diario dejó de importarles y hasta la comba que les servía para jugar perdió los colores y dejó de girar, al faltar una de las voces que al unísono con las otras, la hacían ser mágica y preciosa. En vano esperaron el regreso de Murmel, que contra su voluntad había sido llevado por el camino sin retorno donde van todos los que ya no están, pues este es el verdadero destino que se encuentra más allá del Arco Iris.

Transcurrido un tiempo, perdida por completo la ilusión por verlo regresar, tan sólo les quedaba la esperanza, la remota esperanza, de ver desaparecer algún día, al menos en parte, la espesa oscuridad extendida sobre su bosque por la mano de sombra.

Pepe.

Más historias repletas de  colores en el blog de  nuestros intrépidos reporteros
 



18 de octubre de 2012

Una convocatoria literaria. Este jueves un relato. "LIBROS"



Llevaba dos días sin saber de ella. Demasiado tiempo para quien tiene las mariposas en el estómago que provoca el primer amor. Una amiga común me dijo que estaba en cama indispuesta y me propuse verla como fuera, a pesar de que nuestra relación no podía ser calificada ni tan siquiera de amistad en aquellos días. 

Podría haberle llevado flores, bombones o un perfume, pero me parecían insuficientes.  Quería para ella un regalo que le evocara olor a marisma y brea, a pan recién horneado, que trajera hasta su cama la dorada arena y el mar azul, que la hiciera volar acompañando el raudo vuelo de las golondrinas, algo que la hiciera sentir el aleteo de miles de mariposas de vivos colores o el frescor de la hierba húmeda de rocío,  algo que la sumergiera en un remanso de paz.

Un libro leído por mí por aquel tiempo, me trajo la respuesta sobre qué regalarle. Ella era –sigue siéndolo- suave, tierna, dulce y a la vez dura y fuerte como una roca, al igual que el protagonista del libro que me dispuse a regalarle en mi visita. Un libro para adultos escrito con una hermosa prosa cercana a la poesía, que por su lenguaje sencillo pareciera escrito para niños. Como anécdota, me sorprendió que hace tan sólo dos años, una amiga muy querida, al conocerla por primera vez, la bautizó con el mismo nombre del protagonista de ese libro. Tal vez la viera como yo la ví, como siempre la he visto. Así que fui a visitarla llevándole como obsequio PLATERO Y YO de ese genial escritor que fue Juan Ramón Jiménez.

Desde la distancia, cuarenta y dos años después, creo que fue un acierto. Por ese motivo quiero compartir con vosotros mi recuerdo personal de este libro  que recomiendo encarecidamente a quien no lo haya leído.

Más libros que han dejado huella en el blog de nuestra amiga Rochies

10 de octubre de 2012

Una convocatoria literaria. Este jueves un relato: "TELEFONO"



Un dígito más y el contacto quedaría establecido. Dudaba en hacerlo, pero se sentía perdida, desorientada. No sabía como afrontar su situación. Necesitaba ayuda y consejo y tal vez al otro lado del teléfono podría encontrar ambos. Su hijo Alberto la tenía preocupada. 

Era un buen hijo y un mejor  estudiante. Tan sólo le faltaba una asignatura para terminar sus estudios de Psicología, pero hace un año había coqueteado con la bebida y con la droga y aunque aquello afortunadamente quedó atrás, siempre la atemorizaba el fantasma de una posible recaida. 

Desde hacía unos tres meses, su comportamiento se le antojaba errático, no era el mismo. Unas veces llegaba a casa con los ojos enrojecidos, apesadumbrado,  como si cargara a sus espaldas todas las culpas del mundo, otras llegaba con el semblante alegre, agasajándome con besos, mimos y carantoñas. 

De costumbres metódicas, algunas ausencias no habituales, así como las evasivas ante sus preguntas, no hacían sino aumentar su preocupación. 

- No me pasa nada, mamá, son impresiones tuyas. Estoy bien, no te preocupes. No me ocurre nada que no pueda resolver, no te quiero inquietar con mis problemas. 

Finalmente se decidió y pulsó el último dígito. 

Contestando a su llamada, una voz cálida, afectuosa, inconfundible para ella, le respondió: 

- Teléfono de la Esperanza. Mi nombre es Alberto. ¿La podemos ayudar?. 

Más llamadas telefónicas en el  blog de nuestra amiga María José

3 de octubre de 2012

Haikus

No soporto la caza como deporte. No entiendo la insensatez de acabar con una vida por diversión. Menos entiendo aún que se haga desde la desigualdad manifiesta entre cazador y presa. Por un lado, el miedo, el asombro, la angustiosa huida. Por el otro, la prepotencia de un sofisticado rifle, mira telescópica incluida, la tranquilidad del que se sabe a salvo, la salvaje diversión asegurada, la innecesaria depredación. Os ofrezco unos haikus fruto de esa aversión hacia una actividad que provoca mi repulsa y mi rechazo.



Truncado vuelo.
El cazador, alegre.
La perdiz, muerta.

La última caza.
Me persigue el lamento
del cervatillo.

Desequilibrio.
Contra el certero rifle,
lucha la vida

Pájaros muertos.
Salpicando la tierra,
lágrimas rojas.