Felicitación navideña 2020

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28 de abril de 2011

Una convocatoria literaria. Este jueves un relato. Historias de radio.

Para hablar de la radio tengo que remitirme obligatoriamente a los años de mi adolescencia, ya que  mi alejamiento de este medio de comunicación desde esos  lejanos años, corre parejo con el acercamiento a la prensa escrita y a la televisión. 

Sin embargo, este alejamiento no ha logrado borrar el entrañable recuerdo de una radio  escasa en medios pero rica en creatividad.

Las principales emisoras españolas contaban con su propio cuadro de actores que daban vida por igual a radionovelas surgidas de la mente de guionistas como Guillermo Sautier Casaseca, con títulos como “Ama Rosa” o, en el extremo opuesto,  a obras de Shakespeare o Ibsen.  Entre esa pléyade de actores todoterreno,  acuden a mi memoria nombres  como el de Pedro Pablo Ayuso, Matilde Conesa o Juana Ginzo.

Importantes fueron en aquellos tiempos programas de corte solidario como “Ustedes son formidables”, conducido magistralmente por Alberto Oliveras u Operación Plus Ultra, destinado a homenajear a niños que habían destacado por algún hecho heroico o solidario.

Programas de variedades como “Cabalgata fin de Semana” presentada por Bobby Deglané o el espacio de Pepe Iglesias “El Zorro”, capaz de dar vida con su versatilidad vocal,  a múltiples personajes con un considerable sentido del humor.

 Aunque mi intención es referirme a un programa concreto de la emisora EAJ-24  Radio Córdoba, absorbida desde hace mucho tiempo por la SER. Un programa que seguramente no pasará a la Historia de la Radio, pero que fue entrañable para muchos cordobeses. Se trataba de una subasta radiofónica que duraba varios días de las cosas más variopintas del mundo. Todo valía. Desde unas entradas para cualquier espectáculo, hasta una obra de arte, o la puja porque cantara algún popular personaje de la vida cordobesa.

Fue su impulsor un personaje singular, irrepetible, tremendamente humano. El importe de esas subastas iba íntegro a los fines perseguidos por él. Sirva mi entrada para rendir un pequeño homenaje a su extraordinaria labor.

Bonifacio Bonillo, religioso de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, llegó a Córdoba en 1935 para ayudar a sus Hermanos en el proyecto de crear un Hogar y Clínica en el que socorrer y asistir a un segmento marginado de población, niños sin recursos que padecían secuelas poliomielíticas, malformaciones congénitas o adquiridas, osteomielíticos, y niños afectados por parálisis diversas. Fue el embrión de lo que hoy es una magnífica realidad, el Hospital de San Juan de Dios.

Ejerció de limosnero hasta el mismo momento de su fallecimiento en 1978 con tanto ahinco y acierto, que su extraordinaria labor fue reconocida por todos los cordobeses sin excepción,  habiéndole sido otorgada la Cruz de Beneficencia por su entrega sin límites. Podríamos haber de él con propiedad, gracias a esta distinción, como de Excelentísimo limosnero, si no fuera porque le cuadraban mucho mejor a su modestia apodos como “El sablazo de Dios”  o Fray Garbanzo, por los que era conocido. 

Su fecundo quehacer, está salpicado de anécdotas que trazan una magnífica semblanza.
Era habitual verlo, con su viejo hábito y su descolorido sombrero, sentado en la terraza del Círculo Mercantil, del Círculo de Labradores, en las cafeterías  Ivory  o Savarín, a la espera de sus ricos parroquianos que, cosa extraña, no solían esquivar su presencia  sino que frecuentemente se acercaban a hacerle donativos para “sus niños”. 

Si era invitado a café o cerveza, pedía para él un vaso de agua y para sus niños el importe de la consumición.
Su viejo Land Rover conocía a la perfección todos los caminos de la campiña y la sierra cordobesa. En ellos se adentraba para llegar a fincas y cortijos en busca de donaciones. Todo servía para sus fines humanitarios: Trigo, aceite, huevos, fruta, animales. Se cuentan de él pequeños engaños, seguramente fruto exclusivo de la imaginación popular, como añadir algún cero a vales de conformidad expedidos por los terratenientes para que fueran atendidos por los capataces. De esta forma, “vale por 1 saco de…”,  se convertía en “vale por 10 sacos de…”. Un hecho sin duda insignificante para el benefactor, pero muy importante para él.

En cierta ocasión se presentó en una cacería en la que se encontraban Franco y Hasan II, saludó, enseñó las fotos de "sus niños", del incipiente Hospital y Franco le dijo: "Hermano ¿todo esto se hace pidiendo?". "No, Excelencia, contestó, esto se hace dando.

Gracias a aportaciones como las de esas subastas radiofónicas, o las de comerciantes, agricultores, ganaderos y de la sociedad cordobesa en su conjunto, no solo consiguió levantar el Hospital, sino que abarató costos, negoció plazos y pagos con constructores y proveedores   al mismo tiempo que velaba por sus niños.

Una de aquellos niños fue mi mujer. Toñi quedó  afectada por la poliomielitis en las piernas  a los dos años de edad. En San Juan de Dios fue tratada durante varios años e intervenida  quirúrgicamente en varias ocasiones. Gracias a ello, aunque coja, pudo volver a caminar.

 En alguna ocasión me ha contado cómo con motivo de una de esas intervenciones tuvo que quedar ingresada en el Hospital. El Hermano Bonifacio la llevó a su casa y se recuerda a sí misma como algo diminuto y frágil acurrucada en los brazos poderosos de aquel hombretón, mientras le oía preguntar en mitad del patio ¿de quien es esta cojita? sin que esta frase le sonara ofensiva, sino plena de afecto y cariño. 

He querido recordar con vosotros este episodio, junto con la semblanza del Hermano Bonifacio, para destacar cómo la radio oficial, tantas veces mediatizada al servicio del poder político en aquella época de postguerra, supo encontrar también resquicios para prestar servicios inestimables a la sociedad.

Fuentes consultadas: Google, Wikipedia

Más "seriales" radiofónicos en el blog de GUS

19 comentarios:

  1. Compruebo amigo Pepe que mi parato tullido aún da señales de vida y me permite comentarte, cosa que ayer me negaba, ayyyy !qué voluble aparato!

    Recuerdo a todos los citados, y a "Matilde, Perico y Periquín" o a "Taxi Key", muy bueno el "Zoro", entonces sin tele la radio lo era todo. Un !salve! para el hermano Bonifacio, que el nombre le cuadraba de perlas.
    Besitooos y a ver si me dura la "chamba" y puedo seguir comentado o subir el cap. 4 de mi rollito cruzado.

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  2. Mi querido Pepe:
    En cuanto he visto la fotografía de la radio,me han venido los recuerdos de mi niñez ,en las tardes de invierno,haciendo los deberes mientras mi madre escuchaba un programa presentado por Elena Francis,famosísimo en aquellos años...
    gracias por esos recuerdos.
    Muy buen post.
    Besos.

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  3. Realmente hermoso que una servicio como la radio sirva para pedir colaboracion para levantar un hospital y asi sirva este lugar para el cuidado y rehabilitacion de las personas con algun problema fisico, un hombre con ideas fijas y creo que por su cabezoneria y lucha consiguio su propositos..realmente hermosa tu relato...
    Primavera

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  4. No conocía esa parte de la historia del hospital an Juan de Dios en Córdoba, si de sus buenos servicios a la población y de su permanente presencia a pesar del impulso de la Seguridad ocial. La historia que cuentas solo es un timido apunte de lo que ese religioso fue capaz de hacer por una buena misión, ejemplo de muchos deberia ser tanto religiosos como seglares.
    Gracias por traernos ese retazo de historia de la mano de las ondas.
    Un abrazo

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  5. Qué buenas anécdotas van naciendo paralelas del recuerdo radiofónico de nuestros años de juventud!...es notable como un mismo aparato puede prestar tantos servicios!


    Un abrazo!

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  6. Pepe todos esos programas que has citado, los recuerdo por mi madre, ella sí que era seguidora y lo sigue siendo de la radio, es su fiel compañera.
    La historia de este religioso y como trabajó "para sus niños" es digna de adminación.Gracias por traerla hoy hasta aquí.
    Un abrazo.

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  7. Hola, ola de mar..
    Y si todo el mundo se ganara así la vida, si todo el mundo tuviera como objetivo, dejar este mundo mejor de lo que lo encontró? Gracias Pepe, por esta historia, y gracias entonces a la radio por recordártela para enseñárnosla.
    A mi no me gusta escuchar la radio. Me pone nerviosa escuchar hablar, tampoco veo la tv apenas, pero si relaciono las viejas radios, ( en mi casa mi abuela aún usa la vieja, parecida a la de tu foto) con las tardes en el pueblo, y con mis abuelos escuchandola. Y ese recuerdo va a acompañarme toda la vida. Quizá dentro de unos años, yo haga un relato sobre la radio, quién sabe, y será ese el recuerdo que me acompañará.
    Un beso, del Aire

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  8. Pues yo recuerdo cuando en las tardes de verano y después de venir de la playa, mis hermanas mayores ponían la radio para escuchar la novela "Lucecita" yo no me enteraba mucho porque estaba en mis juegos, pero las veía a ellas llorar y me quedaba espantada.
    Muy tierna entraba Pepe, te felicito

    Un abrazo

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  9. Gracias Pepe por este relato que me pone en conocimiento al hermano Bonifacio cuya historia y generosidad desconocía aún conociendo Córdoba desde hace al menos 27 ó 28 años y me quedo con esa frase espléndida de "esto se hace dando" preciosa labor la suya y todo cuanto consiguió, precioso texto el tuyo tan bien relatado. Un beso y otro grande para Toñi.

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  10. La radio al servicio de los mas necesitados, una generosa opcion que tu nos relatas magnificamente y que junto con los personajes de los seriales, las voces, los anuncios cantados....¡¡madre mia que carrocillas somos!!
    Un beso

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  11. Un relato ameno y documentado de una parte de nuestra vida a la prestamos en su momento tanta atención. Era inevitable, no teníamos otra cosa.
    Pero siempre pudimos elegir; el programa, la emisora, el locutor o los actores. Y en medio de todo esto los innumerables y entrañables anuncios publicitarios.

    Más merecido y recordado el medio todavía, cuando el objetivo es tan especial y trascendente como el del amigo Bonifacio.

    Un abrazos

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  12. Me ha gustado la historia del hermano Bonifacio (muy bueno lo de "el sablazo de Dios"). Es maravillosa esa determinación, esa entrega a una causa tan noble, esa integridad que refleja tu recuerdo.
    Ojalá surjan personas como el Hermano Bonifacio, sigue habiendo causas en este planeta que merecen personas de primera como él.
    Un abrazo Pepe

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  13. Creo que el tema y esa foto te hicieron desempolvar historias que al ser contadas hoy puede que el sabor añejo las enriquescan aun mas.Al menos esa fue mi impresión

    Abrazo fraterno amigo Pepe

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  14. Bonita historia la de tu sacerdote y su programa. Seguro que ahora también hay algún personaje así; pero venden más las malas noticias y no la de alguien que ayuda a unos cuantos niños.
    Un abrazo

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  15. por supuesto que me has llevado al pozo del tío raumundo y a su cura, cuyo nombre ahora he olvidado...historia, creo recordar,muy parecida...
    pero sabes, pepe, esta que tu me cuentas y que te he leído se me ha hecho más que cercana. esa nota que viene a decir que mi mujer...esa nota confiere a la histroria toda la carga de verdad verdadera, esa nota confiere a la historia una cercanía tan cercana que casi la siento, que casi se me hace presente el padre, el cura que, olé sus cojones, le dijo al dictador eso de " dando, excelencia"...
    la radio de la que me hablas, pepe, me queda un poquitín lejana. es lo que tiene poseer 48 y no unos años más...pero conocía la radio de los estertores de franco. por ello no me suena nada raro ese tipo de radio...
    medio beso, pepe.

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  16. Como nos tienes acostumbrados, a través de tus letras y de su exquisita emotividad, has puesto en conocimiento de nosotros, algo que yo en particular desconocía. Un homenaje merecido
    a una labor que te consta directamente fue tan loable y destacable. Todos los recuerdos que vas desgranando me conmueven desde mi desconocimiento
    hasta mi sensibilidad. Gracias Pepe, y gracias por tus tan bien recibidos comentarios en mi blog. La próxima estadía en España, no podrá prescindir
    de tu Córdoba, ni de ti, ni de Toñi. Un fuerte abrazo

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  17. No conocía la historia del hermano Bonifacio, es enternecedora. Me acuerdo levemente de la radionovela Lucecita y de Ustedes son Formidables; los anuncios sus pegadizas melodías, esto es toda una regresión jajajajaa

    Besos nostálgicos

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  18. Me has traído muchos recuerdos, en mi casa siempre estaba la radio encendida, y yo sigo escuchándola, la prefiero a la tele, ella me permite hacer cosas, y a la vez enterarme de lo que ocurre, aparte, duermo con una chiquita bajo la almohada, si me desvelo, lo primero que hago es encender la radio. Todos los programas que nombras me resultan familiares. Te voy a mandar un pps, en el cual se escuchan anuncios de cuando éramos pequeños, así como el comienzo de un programa de Pepe Iglesias el Zorro.
    Me encantó la historia del hermano Bonifacio, personas como él son las que lograron hacer mucho bien, sobre todo en aquellos tiempos.
    Un placer leerte. Besitos dobles.

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  19. Pepe, llego un poco tarde a tu casa, pero es que estuve en cama con gripe.
    Coincido con Cass, en cuanto iba leyendo pensaba que tenes una emotividad en tu relato a la que nos tenes acostumbrados. Me parece hermoso, simbólico y merecido el homenaje tan sentido que haces con tus palabras a la obra del Hno. Bonifacio. Huelgan las palabras que yo pueda decir que enaltezcan su labor. Si puedo decir sobre la tuya, que emocionan tus recuerdos de esos dias de radio.
    Besito

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