Nací en un barrio
humilde. Apenas si había tráfico por sus calles. Los escasos coches
que transitaban, muy de tarde en tarde, lo hacían por un pavimento
de cantos rodados con un acerado constituido por grandes e
irrregulares losas de granito.
Los recursos escaseaban.
Muchas de las casas carecían de agua potable y la energía eléctrica
sufría cortes intermitentes con gran frecuencia.
No faltaban sin embargo
la alegría, las ganas de jugar, las ansias de vivir. Esas calles
eran el escenario que propiciaba una estrecha convivencia. Los juegos
infantiles, múltiples y variados, tenían un elemento común a todos
ellos. Hacían necesaria para su desarrollo, la concurrencia física
de cuantos más niños mejor. Jugábamos al escondite, a policías y
ladrones, a las canicas, al balón, a pídola, juegos todos físicos
y participativos que facilitaban la cercanía, la amistad, el
contacto, la comunicación. Para guerrear con el enemigo, bastaban
dos tablillas y un trozo de cuerda con las que construir una espada.
No estoy en contra de las
tecnologías de la información. Internet y las redes sociales son
sin duda una fuente inagotable de conocimientos y posibilidades de
todo tipo. Sin embargo, esa enorme ventana abierta al mundo es a la
vez, mal utilizada, un arma que nos aboca a la soledad, al
aislamiento, a la incomunicación.
Hoy, cada vez más,
nuestros niños juegan en escenarios virtuales, teniendo como compañeros de juego las más de las veces a perfectos
desconocidos en todo el mundo, pero desde un espacio tan reducido
como una mesa de escritorio, librando batallas sin más armas ni
actividades que las que le proporcionan el deslizar de unos dedos
sobre un teclado.
Si quereis seguir jugando, os sugiero que os paseis por el rincón de nuestra amiga Verónica
Los juegos en la calle, si hablamos de grandes ciudades son peligrosos, no solo por el tráfico, que también, sino por el peligro que acecha a los niños de depredadores que se los llevan.
ResponderEliminarY no es igual en un parque lleno juguetes de jardín y madres vigilando que no nos rompamos los pantalones ni nos manchemos con la merienda que en la calle, solos haciendo travesuras.
Un abrazo lleno de buenos recuerdos
Pienso como tu, yo tambien fui una niña de la calle, y aun tengo la suerte de vivir en una ciudad pequeña. Mis hijos jugaron en la calle y mis nietos aun lo hacen dentro de lo posible. Ester habla del riesgo de depredadores, estos siempre han estado y aun hoy lo estan más a traves de las nuevas tecnologias. En mi pequeña ciudad, y en muchas, los niños hijos de emigrantes aun gozan del placer de los juegos callejeros, siempre pienso que estos seran los dueños del futuro. Muy bueno tu escrito, besos.
ResponderEliminarDeseábamos que rápidamente nos dieran la onza de chocolate Matías López y el trozo de pan, para salir a la calle y juntarnos con los amigos.
ResponderEliminarY nos hablábamos mirando a los ojos y utilizando palabras completas.
Todo ha cambiado, pero me duele que se pierda el mejor juguete: la imaginación.
Saludos.
No sé si nos estamos equivocando al llamar progreso a la nueva forma de vivir. Se han perdido tantas cosas importantes para las relaciones humanas. Aquellos juegos en la calle nos enseñaban mucho de la vida y éramos niños libres, conformes con lo poco de lo que disponíamos y siempre alegres.
ResponderEliminarUn beso.
Es cierto que hay que adaptarse y aceptar los cambios, pero coincido en que hoy, por distintas circunstancias, se ha perdido la oportunidad para que los chicos jueguen en grupos y en los lugares públicos. Esa forma era muy propicia para que la vida en vecindad se desarrollara desde la infancia, creando lazos de forma que hoy ya no se da. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLa calle, el gran escenario que falta hoy como lugar de intercambio social, en el buen sentido de la palabra.
ResponderEliminarYo intento por todos los medios de generar espacios de comunicación cara a cara con mis nietos. Lo voy logrando. ¿Hasta cuando? Y bueno, en este caso el juego depende de mi imaginación y empeño. Ellos dirán.
Me gustó verte jugar en esas calles. besos
En las calles jugamos y crecimos, hoy todo es tan distinto, aun así los jóvenes buscan la forma de socializarse,no es igual, pero es lo que toca.
ResponderEliminarYo te he visto con pantaloncito corto y calcetines jugando a esas canicas Pepe.
Un abrazo a repartir.
Nosotros tuvimos la suerte de ser "niños de la calle" dónde desarrollamos nuestra fantasía sin necesidad de juguetes caros, hoy en las ciudades es casi imposible esa libertad.
ResponderEliminarUn besazo
Pepe,
ResponderEliminarqué alegría de infancia tuviste! Totalmente de acuerdo contigo sobre el uso de la tecnologia entre los niños, a modo de juego. Un abrazo, amigo
Pues si, estoy de acuerdo contigo, las nuevas tecnologías da lugar más a la soledad, en cambio antes, el grupo era imprescindible para el juego.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Pepe: Digo lo mismo que tú. ESTa´muy bien la infomática y lso jegos que nos trae pero en la mayoria de los casos convierten los niños en individuos taciturnos y solitarios. ES mucho ams sano confraternizar con tus compañeros y pelearse si vienne al caso. Un abrazo muy grande
ResponderEliminarMuy lindo tu relato y creo que casi todos coincidimos en lo mismo , y es que han cambiado las formas de jugar y de entablar amistad .
ResponderEliminarUn saludo y te deseo una feliz semana.
Creo que ea soledad existiría de no existir esa tecnologia, que puede ser un recurso para reducirla.
ResponderEliminarUna bonita reflexión con la que estoy completamente de acuerdo. Yo crecí en un pueblo pequeño donde se jugaba siempre en la calle a todos los juegos imaginables...era muy divertido.
ResponderEliminarUn beso
Muy acertado relato. Se pueden combinar ambas cosas, lo malo es el desbalance en la entretención. Hoy en día, la internet consume la mayoría del tiempo a los niños y adolescentes.
ResponderEliminarBso
La impresión que me deja tu relato es muy mala, ¿qué será de esta generación carente de contacto físico?
ResponderEliminarEspero que les llegue el momento de tenerlo, lo disfruten y sean buenos seres humanos.
Un abrazo.
Yo, a pesar de nacer y vivir en una ciudad, también disfruté de la calle...ahora en el pueblo,lo intento con Javier...pero es cierto que las ciudades no son amables para eso, el tráfico, la contaminación, el hecho de que por casi todo el ocio haya que pagar...habría que educar en cierto humanismo...en fin...
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Pepe, tu relato me causa ternura, sinceridad y un poco de tristeza. Ciertamente los tiempos han cambiado. Es cierto que los niños de hoy en día se recrean en juegos virtuales. Ya no hay ese espíritu de antes. Y es muy triste. Es un placer leerte.
ResponderEliminarSaludos.