Como en otras muchas facetas, soy consciente de mi escasa cultura cinematográfica. No puedo decir que no sea aficionado al cine, que lo soy, pero se me escapan los conceptos, los códigos que rigen el lenguaje del cinema cuyo conocimiento facilita la comprensión de todos los elementos que constituyen la esencia del producto último. La película.
El cine, como cualquier expresión artística, persigue provocar emociones. El terror, el valor, el miedo, el llanto, la alegría, la ternura, el amor, las percibimos con más o menos intensidad gracias al trabajo conjunto de directores, actores, cámaras, etc. que con su labor han hecho posible que el cine sea llamado con justicia el séptimo arte. Es en ese terreno de las emociones donde se ha movido siempre mi acercamiento al cine.
Esta afición al cine se inició hace ya muchos años en los cines de verano. Los recuerdo con nostalgia. En los años sesenta en Córdoba había más de treinta. Ahora apenas si quedan dos o tres. Las grandes temperaturas de mi ciudad, unidas a la falta de medios con los que combatir los rigores veraniegos, a la ausencia de otro tipo de diversiones y a sus precios populares, contribuyeron sin duda alguna a su proliferación.
Espacios al aire libre, cercados en unas ocasiones por tapias y en otras por las fachadas de las casas colindantes. Naturalmente, existían también grandes salas cerradas pero el precio de estas era prohibitivo para las penurias de la época. Elemento esencial lo constituía el ambigú, pequeña barra en la que se vendían bebidas, pipas, altramuces, chufas, etc. Las sillas eran de madera con los asientos de anea. Apiladas a la entrada, cada espectador recogía la suya y se sentaba donde más le apetecía.
Las películas llegaban a las pantallas de los cines de verano con dos y tres temporadas de retraso con respecto al resto de las salas comerciales. El sonido era deficiente. No solo por la falta de calidad del audio, sino por el ruido de las conversaciones de los espectadores. A menudo, la imagen aparecía rayada y no era excepcional que la cinta se quemara en aquellos vetustos proyectores. Ir al cine, en estas circunstancias, tenía más de acontecimiento social, de excusa para la convivencia, de oportunidad de mitigar un poco los rigores del verano, que de evento cultural.
A pesar de estas adversas circunstancias, las sesiones de cine de verano constituyeron el precedente que más tarde me hizo disfrutar de películas como Ciudadano Kane, El acorazado Potemkin, Casablanca, Lo que el viento se llevó, Cantando bajo la lluvia, El gran dictador, Manhattan, y muchas otras que sería prolijo enumerar. Todas ellas constituyen un hermoso patrimonio cultural que nos pertenece a todos.
Disfruten con más historias cinéfilas en el blog de nuestra amiga Neogéminis
Cuanta razón tienes, Pepe. Aquellos "cines" eran una buena excusa para la convivencia entre vecinos del barrio, ya que acudíamos toda la familia a aquellas mágicas proyecciones.
ResponderEliminarMe ha encantado leerte por los recuerdos que han vuelto a mi mente. ¡Qué gozada!
Un abrazo.
Maat
Qué bien nos describes esos cines!...abiertos y en verano, con sillas a la entrada para que cada quien se sitúe a gusto y discreción!...cuesta imaginar -pienso que las nuevas generaciones no lo creerían- que haya sido así la cosa, tan humilde, casi improvisada y deficiente en la parte técnica, pero también es importante recordar que pese a todo el papel social fundamental de esos cines quedará grabado en varias generaciones.
ResponderEliminarun abrazo.
que lindos recuerdos...creo que están para una película que los cuente :D ¿no?
ResponderEliminarun abrazo!
Hola Pepe.
ResponderEliminarCurioso relato, de memorias que se transforman en una película bellamente narrada. Hoy, que los cines se reducen, casi como por selección natural, hay que pensarlo mas de una vez antes de entrar.
Besos
Wendy
Algunos quedan, cómo dices, todavía guardan ese ambiente y algarabía, porque hay cosas que no cambian... Yo solo recuerdo una de zoombies y porque como era muy buena en esos tiempos y sabía que mi hermano iba afectado la lié a la salida y me costó no ir al cine esa temporada, total que al año siguiente construyeron pisos allí y ya no hubo más cine de verano.
ResponderEliminarQué bonitos recuerdos, ehh?
Besos
Pepe, me acuerdo de los cines de verano en Barcelona, uno en concreto, el cine cerveceria Moritz en el Paralelo, al fresco, mal sonido, picoteos, risas, sillas plegables y FUMAR, hoy también se podría al aire libre !qué gustazo cine, cervecita y cigarrillo! Acuérdate del que llevaba Bogard prendido siempre en el labio inferior, Bacall sin fumar !imposible! Eran otros tiempos, hoy han reabierto la cerveceria Moritz en la Ronda Paralelo, diseño, gourmet, fino mucho, restructurado por Jean Nouvel nada menos, son otros tiempos, otras pelis.
ResponderEliminarBesito.
Los cines de verano, bien lo dices, era más una excusa para pasar una tarde-noche de verano a la fresca y en compañía, que en realidad ver lo que se dice cine, pero en aquellos años era lo único que había y ya te digo si se disfrutaba, incluso a pesar del deficiente sonido y de las películas rayadas o antiguas.
ResponderEliminarHoy en día, incluso en los cerrado se está mejor por lo del aire acondicionado y todo eso.
Buenos recuerdos.
Un abrazo
Para no ser aficionado...
ResponderEliminarPero si no se trata de eso, se trata de tener la sensibilidad que vos tenés. Da cuenta de ello, las películas IM PER DI BLES que citas.
Capítulo aparte recordar esa época y esos cines...
Me resultó encantador!
besos!!
En donde yo vivía, los acontecimientos al aire libre eran musicales o de teatro.
ResponderEliminarCine al aire libre! Acá en verano hay "cine a la reposera", cada uno se lleva su asiento y se acomoda donde mas le gusta. Además es gratis y promueve la comunicación entre los vecinos.
ResponderEliminarUna excelente propuesta sin dudas la de estos cines bajo las estrellas.
un abrazo
primera cuestión....acabo de llegar de dar pedales...hoy ni me he duchado aun. no tengo ganas. me he pasado en mi esfuerzo y necesito reposar...
ResponderEliminarsegunda cuestion...a pesar de estas circunstancias penosas para mi cuerpo de 49 tacos...ehh, me he enterado de lo que he leído y, además, lo he disfrutado...toma ya...
tercera cuestión...denominaría a este tu jueves, pepe, como artículo de editorias...se llaman así ciertos artículos de los periódicos, no, pepe?
pero con la ventaja de que aquí pones las cartas sobre la mesa y no mientes...no pretendes sentar bases, ni verdades..expones y eso no es poco...
por otra parte, el lenguaje más que cuidado, pepe...
por otra parte:::30 cines al aire libre en tus tiemposss¿? cullons, nunca me imaginé tal cantidad de cines al aire libre para una ciudad¡¡¡
por otra parte, medio beso...pepep..
Proyectaste para nosotros un momento único como esas cintas que nunca se olvidan, los cines de pueblos, yo no lo recuerdo mucho porque ya vivía en la ciudad, pero si en el interior al menos por acá todavía existen y la verdad, a mi me gustan. Es otra manera de ver cine, con actores de reparto fuera de la escena.
ResponderEliminarMe encanto lo has compartido.
Un abrazo.
No es preciso "saber" de cine, de música, de literatura, de lo que sea, lo importante es ser capaz de disfrutarlo, como cuentas que lo haces.
ResponderEliminarLos cines de verano ... que recuerdo. En Madrid no había, teníamos las salas de programa doble baratas y que llenaban una tarde de sábado con piratas, vaqueros o II guerra mundial, pero en las localidades de playa eran formidables. Eso sí, el retraso era de muchas más que tres temporadas, jeje, pero que bien se estaba.
Un abrazo, amigo.
Yo he conocido poco los cines de verano; pero lo poco que he ido me lo he pasado muy bien. Eso de ver una película al aire libre tenía su encanto. Todo desaparece chico, que le vamos a hacer.
ResponderEliminarUn abrazo
Al igual que Carmen, no fui asiduo de los cines de verano pero me acuerdo del detalle de compar la entrada, pasar por la puerta y recogr la silla plegable, version a pie de los autocines americanos tan frecuentes en las peliculas y al igual que en esos, sitio donde se urdian muchas aventuras.
ResponderEliminarUn abrazo
Siiiiiiiiiii compartimos los recuerdos, la nostalgia, el calor de las noches en esta Andalucia, la pipas y las chufas del ambigu, las sillas de enea y la felicidad de disfrutar de las pequeñas cosas... que lindo, ¿no?
ResponderEliminarUn beso
Pepe,sobre el entender de cine,pienso como enetnder d un cuadro o de un ballet o sinfonía:Todo aquello que al verlo o escucharlo te produce una sensación-normalmente grata-ya es suficiente como para gozar del arte.Es cierto que hay puntos que podemos aprender,pero creo más en la emoción del arte que en su profundo entendimiento.
ResponderEliminarY en mi pueblo,el cine e calle siguen haciéndolo,pero solo ne las fiestas de su Patrona,y me gusta lo que dices que además de ver una película,era un cato social,de convivencia,de relación.
Besucos cinéfilos
Gó
En mi pueblo ponen cine de verano todos los años durante una semana, proyectando películas que han tenido éxito en las taquillas anteriormente. A mi me encanta ir, de hecho me gusta mucho más que el cine convencional, ya que lo considero más divertido. El precio de la entrada es muy económico y el ambiente que se crea tiene algo de especial. Un beso.
ResponderEliminarCines de verano, lo mejor que le puede pasar a una ciudad y más si esta en un sitio donde el fresco se deja notar, donde encenderse un cigarrillo no es pecado, y comerse un bocata con una cerveca fresquita, terminando con un café con su correspondiente chupito, en fin otra forma de ver el cine, de compartir con amigos, pareja, una excusa para olvidarse de la crisis que nos machaca todos los dias por los noticiarios.
ResponderEliminarsaludos
Me encantaba ir al cine de verano de mi pueblo. Lo bien que lo pasábamos. Al principio, con sus sillas de anea, que cada uno colocaba donde mejor le parecía. Luego con sus asientos de metal, de color verde, pero siempre con ese olor a jazmín, de las muchas plantas que rodeaban el cine.
ResponderEliminarBonita descripción
Un abrazo
Lola
Me identifico mucho con el primer parrafo. Yo tambien desconozco esos codigos: yo solo se si la pelicula me gusto o no. La interpretacion se la dejo a los profesionales.
ResponderEliminarEl cine está lleno de magia...
ResponderEliminarpaz&amor
isaac
Me ha gustado tu entrada, por lo bien contada y porque me has llevado de la mano para mostrarme un trocito de la historia del cine. Ahora que me doy cuenta, también hay muchas historias detrás del cine o relacionadas con él. Es curioso, leyendo a cada juevero/a empiezo a recordar las historias que hay alrededor de cada pelicula que he visto en un cine. Y me daría para otra entrada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los cines de verano, excelente recuerdo. Ahora he ido a uno recientemente y ya no era lo mismo, será por la edad o porque todo cambia incluido nosotros...jajaja.
ResponderEliminarUn beso
Hola, ola de mar
ResponderEliminarMe confieso perezosa para el cine, para ver una película. No es que no me gusten, de vez en c uando sí me gusta evadirme entrando en otras vidas, aprendiendo . Pero tampoco tengo una gran cultura cinematográfica. Requiere mucha concentración para mi :-(.
Pero si reconozco el valor que tiene, el arte, la capacidad de los actores para interpretar varios papeles, la capacidad del guionista para crear una historia, y de los que son capaces de, fotograma a fotograma, como si fueran piezas de un puzzle, pegarlos y contarnos una historia.
Un beso
del
Aire
Este jueves está siendo de película de terror, que ya comenté Pepe, que comenté en casa de muchos amigos y nada que no aparece Aggggg! bueno regreso y releo así disfruto dos veces.
ResponderEliminarYo si viví ese cine de verano y lo disfruté, mi hermano era el que me llevaba cada viernes, nuestro bocata, una coca cola y sentados a disfrutar.Para mi esos recuerdos puro placer. El fue quien hizo que el cine signifique para mi hoy lo que significa.
Bonito jueves.
Un abrazo.
el cine un gran evento que reúne a las gentes a las familias y a los amigos ahora ya cada uno en sus propias casas tiene sus propias vidas y películas que ver para si solo, sin necesidad de hablar o compartirlas con nadie
ResponderEliminarreconozco que no voy tanto como quisiera pero una vez que me siento en la butaca me cuesta horrores levantarme, quizás porque es uno de los pocos lugares donde todavía queda magia, donde sino puedes viajar en el tiempo, en el espacio, en el corazón?
ResponderEliminarLa fila 7 llena de besotes : )
Es cierto Pepe, ir a esos cines era una fiesta, una reunión de amigos o gente querida. Veo que todos extrañamos esas cosas, que hoy se fueron perdiendo, pero al menos nos quedan en la memoria como algo maravilloso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cines de verano no conocí en mi tierra, pero de pequeña habían muchos, y no paraba de ir, a veces hasta salir de una sala y correr un par de calles para meternos en otro. Adoro el cine, es magia pura, cuando se apagan las luces, los problemas se efuman, allí solo existen las alegrías o penas de los protagonistas.
ResponderEliminarPoco a poco intento saludar a todos los amigos. Besitos dobles.
Que recuerdos Pepe, el cine de verano, que bien se pasaban las dos horas y que fresquitos, en esas calurosas noches de nuestra tierra sureña.
ResponderEliminarEl ambigú, con la cerveza fresquita para los mayores, el vaso de gaseosa para la chicurreria, eso si... el platito con rodajas de tomate era para todos.
Ya ni cine de verano, ni gaseosa... ahora americanadas ná más.
Besos cinefilos
¡Qué lindo Pepe!, el cine al aire libre como reunión social, de amigos, combina a mi parecer el placer de ver las peliculas en la intimidad de los hogares donde podemos comer y beber al mismo tiempo, charlar y reir a nuestro antojo, y la de socializar, salir fuera de las cuatro paredes y estar con gente.
ResponderEliminarme gustó mucho como presentaste tu recuerdo, como lo describes, su significado, olores, texturas, en fin...es un grato y merecido reconocimiento
Te mando un fuerte abrazo Pepe
Las sesiones de verano las viví muy de mayor, en las playas de Castellón!!! Eso de comer pipas al aire libre mientras ves una película a la luz de la luna, sentada en sillas de plástico es GENIAL!!! Ya sé que me salgo del tiesto un poco pero me chifló la entrada.
ResponderEliminarUn beso, chicos.
Hola Pepe, lo que es la vida no, recien este pasado fin de semana, reunidos en casa con muy benos amigos yo hacia el recordatorio de lo que tu llamas sesiones de verano, yo recuerdo que en el atrio de la Iglesia de Santo Domingo, ponian una inmensa sabana, y empezaban a rodar los diez mandamientos, la pasion de cristo, y otras tantas peliculas relacionadas con la semanasanta, alli estaba yo sentadita en una silla en horas de la noche y me la pasaba divino, no soy actualmente aficionada al cine, para que yo me siente a ver una pelicula tengo que tener la referencia de gente con muy buen criterio que me asegure que vale la pena verla porque de lo contrario eso de sentarme dos o tres horas es casi un sacrificio para mi que soy la madre de la inquietud, en la charla salieron a relucir dos de los titulos que tu mencionas, Casablanca y Lo que el viento se llevo, jaja, a miles de miles de kilometros de distancia y hablando de temas similares..
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Anny