Viernes, ocho de la mañana. Puntual como cada día, traspasó las puertas giratorias de aquel inmenso rascacielos, mole de hormigón, acero y cristal donde se ubicaban las oficinas de su empresa en el piso 20 del edificio.
Presuroso, encaminó sus pasos hacia el ascensor con la certidumbre de que aquel fenómeno que le inquietaba desde hacía ya dos semanas, volvería a ocurrir y que él sería el único en percatarse de ello.
Entró en el ascensor y de nuevo, una vez más, ese penetrante, intenso, inquietante y desconocido olor reinaba en el interior del ascensor, aunque nadie parecía apreciarlo. Le resultaba inconcebible que pasara desapercibido para el resto de personas que a pesar de la amplitud del habitáculo, abarrotaban el mismo.
Aunque lo intentaba, no conseguía aislar el origen de donde emanaba. Las más variadas fragancias, colonias, perfumes, se mezclaban dentro del ascensor. Le resultaba relativamente fácil, determinar la persona a la que pertenecían, pero ese olor se resistía a delatar su procedencia.
Eran días estresantes. Se acercaba fin de año y todo era frenética actividad por tener cerrados los estados contables de la empresa antes de la primera decena de Enero, así que tomó la decisión de ir el sábado a trabajar en la confianza de que, al estar sólo, aprovecharía mejor el tiempo para adelantar las muchas tareas pendientes.
A la mañana siguiente, como si de un día normal se tratara, a las ocho de la mañana, montaba en el ascensor. El olor, el persistente olor, lejos de disminuir por la ausencia de gente, se había incrementado.
Tan solo estaban él y una señora alta, delgada, elegantemente vestida de negro, dotada de serena belleza y poseedora de una más que evidente distinción, que al entrar lo saludó con una enigmática y amable sonrisa.
En el piso 19, casi a punto de llegar a su destino, un chispazo en el cuadro de mandos seguido de un fuerte crujido en el techo, marcaron el preámbulo de una caida vertiginosa del ascensor. Mientras la señora, inmune al pánico lo abrazaba amorosamente entre sus brazos, lo supo. El olor, ese penetrante olor que ahora lo envolvía como un sudario, era el olor de la Muerte y el ascensor el lugar elegido por la bella dama para poseerlo, para hacerlo suyo.
Mas intrigas de ascensor en el blog de GUS
Que relato!!! Muy bueno, con un final terrible... yo que le tengo algo de miedito a los ascensores, que se caigan jeje pero me subo igual porque me tuve que acostumbrar a la fuerza!!! Me gusto mucho el relato pepe!!! Besote!!!
ResponderEliminarMuy buen relato Pepe, me tenía intrigada ese olor.
ResponderEliminarPero no intuía el final y me ha gustado mucho.
Enhorabuena.
Un abrazo cordial
UFFFFFFFFF,Pepe....
ResponderEliminarEscribes de "vicio",pero...ju(sonrisa)la dama de negro...
Besucos de susto!
Gracias por todo Pepe y gracias a "Platero".Besucos dobles
Gó,siempre amiguca
PEPE, qué bien descrito ese presentimiento, olor a muerte que no identificaba o no quería adivinar. Lúgubre ascensor a los abismos, seductora muerte, se agradece el detalle de la Dama.
ResponderEliminarNo me extraña que me atrapes con tus letras, siempre lo consigues, Pepe.
Besitoooos algo asustados, subiré a pie los siete pisos, quiero llegar a la Navidad.
Uhhhhh me esperaba cualquier cosa menos esto!
ResponderEliminarPor lo menos fué una visión agradable, digo, uno se imagina a la muerte fea, vieja y desdentada. Y aqui aparece como una seductora dama de negro.
Eso le pasó al tipo por ir a trabajar un sábado; se hubiera quedado en su casa ... quizás la muerte se entretenía con algun otro pobre diablo en el ascensor.
Un abrazo Pepe, me gusta mucho como escribís
Ohhh! Creo que puede sonar raro, que una mujer en estas épocas de tecnicismos y mecanismos cada vez más perfeccionados, sienta rechazo hacia los ascensores y las escaleras mecánicas!!! (me dan miedito). Luego de tu relato, creo que, ejem!!! además de poner cara de pánico por el vértigo que me producen los ascensores, andaré olfateando con minucia, no sea cosa, que... jeje!
ResponderEliminarEl relato muy bueno, me has tenido en vilo hasta el desenlace!
Besitos al vuelo!
Gaby*
Al fin y al cabo, una dama era... tétrica pero dama fina vestida de elegante negro.
ResponderEliminarBRrrrrrrr, yu yu!!!!!
Un abrazo mortífero y letal!
Buena historia Pepe, inesperada y estupendamente llevada. Me gusta la aparición y crescendo del olor.
ResponderEliminarUn abrazo.
que feo encuentro con la reina mortal! dicen que es el destino de todos los hombres...espero que no sea en ascensor lo mio! jaja...un saludo y felices fiestas!
ResponderEliminarMe he quedado paralizada, me he pasado media vida subiendo a un catorceavo y ahora me hablas de caida libre...
ResponderEliminarBuen relato, con un final espeluznante.
Un beso y gracias por tu bienvenida
Nieves
GENIAL!!!!!!!
ResponderEliminar¿Sabes?
No es la primera vez que oigo o de "oler a la muerte" Pero claro, el que muere no lo puede contar después...
Un cuento sorprendente, con mucha imaginación, buena naración y final inesperado...
Un aplauso...
Jo, ha sido genial, y la muerte una linda dama negra, y anunciando su visita....
ResponderEliminarAy! que con la aprensión que siento yo a los ancesores ya veo que voy a entrar esnifando los olores, por si las moscas, jejejej.
Petonets amic
Estamos juntos en una foto y he venido a darte un abrazo de navidad. Fuerte, fuerte.
ResponderEliminarAyyyy, que me tengo que ir a dormirrrr, bueno al menos no en ascensorrrr.
ResponderEliminarMe has tenido enganchadísima desde el principio y mira que al llegar a su enigmática y amable sonrisa… (me ha olido mal) jeje me ha sonado maléfica. ¡¡Joderrrrrr que susto!!
Me ha encantado Pepe,me has tenido atrapada de principio a fin en tu ascensor. Un beso
Esa es otra característica de los ascensores, los olores, hay tanta gente que los coge, que sus paredes quedan impregnadas de esos aromas; aunque esta vez el olor fue algo trágico.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Un abrazo
Vengo con retraso a leerte y me en parte bueno... me quedo con miedo: en un rato estaré metida en un ascensor dirigiéndome a algún piso de alguna ignota oficina. No subiré sola...
ResponderEliminarTu relato me ha gustado muchísimo. Tu forma de describir ha resulta perfecta para ese desenlace. Has logrado conmovernos: tarea cumplida por este jueves, Pepe!
un fuerte abrazo y que tengamos que trepar muchas escaleras más por muchos años.
vengo con retraso yo tb jeje. ¡¡¡no me extraña que solo él pudiera percatarse del olor!!! tambien la muerte podia haber escogido otro lugar, que con la caida ni los restos quedan del pobre.
ResponderEliminarBesos
Los olores nos traen recuerdos. Tu ascensor está lleno de palabras bien hiladas y por eso me encantó tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Pepe. Perdona el super retraso. Pero aquí estoy. Tu relato me gustó mucho. Para nada esperaba este final y he vuelto al principio: desconocido olor reinaba en el interior del ascensor, aunque nadie parecía apreciarlo... ¡Ah! Ya ahí engendrado el misterio. ¡Bien, Pepe!
ResponderEliminarUn abrazo y Feliz Navidad.