Era un domingo soleado. Descansaba en un banco del parque. A su alrededor, un enjambre de chiquillos disfrutaban jugando. El libro que tenía entre sus manos, “La civilización maya, Historia y mito”, se hacía eco de la previsión del fin del mundo para el mes de diciembre de 2012, este mismo año.
Siempre le gustó ver a los niños jugar. Era algo que durante toda su vida, como protagonista o espectador, vivió acompañado. Primero de sus padres, luego de su mujer, más tarde de su mujer y su hija. Ahora, con sus padres y su mujer fallecidos y su hija al otro lado del mundo, la exuberante vitalidad de esos niños, contrapuesta a su soledad, le hacía daño.
Se levantó torpemente. Era hora de regresar a casa. Lo hacía lentamente, como si le costara un enorme esfuerzo vencer la nula resistencia del aire. Ensimismado en sus pensamientos, prestaba más atención a estos que a su propio caminar.
Meditaba sobre la estupidez e inutilidad de pronosticar el fin del mundo. ¿De qué mundo, se preguntaba?. Siempre tuvo claro que no existe un solo mundo. Cada ser vivo tiene su propio mundo, su propio hábitat por mucha interacción y mezcolanza que exista entre los seres vivos y entre sus escenarios de convivencia. Pensaba además qué importancia podía tener el que esos millones de mundos acabaran simultáneamente, si nada ni nadie iba a sobrevivir para soportar las consecuencias de tan enorme aniquilación.
Su mundo por ejemplo, desde hacía tres años largos ya no existía, era un auténtico erial. Después de toda una vida juntos, desde muy pequeños, el fallecimiento de su esposa lo había sumido en una melancolía crónica. Su vida era una sucesión de días iguales, grises, monótonos, tristes.
Por fín en casa. Tras esa tormenta de ideas en el cerebro, algo había cambiado en su semblante y en su comportamiento. Después de ducharse, buscó en el armario sus mejores prendas, se vistió elegantemente como si fuera a acudir a una fiesta, trasteó algo en la cocina y se sentó a escribir.
Un fuerte olor a gas alertó a los vecinos que lo encontraron vestido en la cama, muerto. Es sus manos, la foto de una mujer hermosa. En el escritorio, un libro: ”La civilización maya, historia y mito”. Sobre el libro, la siguiente nota:
"He decidido ser profeta y actor en la destrucción de mi propio mundo. Quiero terminar con este dogal de la soledad que me aprisiona. Traspasar el umbral y ver el otro lado. Si hay más mundos, tras la puerta me esperará mi amada, sonriente. Si no, poco o nada se habrá perdido. Tan sólo un mundo ya acabado, de los muchos millones que aún existen".
Más finales apocalípticas del Mundo en el blog de San
Pepe,esto es una belleza!!
ResponderEliminarY qué razón entendible tenía el personaje del fin del mundo,del mundo de cada uno.
Se preocupan de las profecías.Siempre las hubo acerca de este tema.
Pero el fin de una vida,de toda una vida comienza de repente cuando la soledad in-deseada,se hace presente.
Pudiera ser el guión de una película con fondo, no superficial ni apocalíptica.
Genio!!!!
Bsucos
Gó
El fin del mundo plural o el fin del mundo singular, acabo de leerlo en el relato de Matices y tu me haces pensar en esto mismo, cada uno somos un mundo tu protagonista quiso ser quien pusiera final a su personal mundo. Nunca sabremos si el final plural ocurrió, si llegó el singular a su solitaria vida.
ResponderEliminarPreciosa Pepe tu visión.
Un abrazo.
Cuánta razón tienes en que cada uno tiene su propio fin del mundo y que muchas veces no es necesario haber muerto para sentir que ha llegado. Afortunadamente tenemos también la capacidad de resucitar de estos estados y volver a sentir la vida plenamente, si quieres. Un beso.
ResponderEliminarSi bien la tristeza y desesperanza de tu relato es enorme, me ha encantado!...la descripción del ambiente en que vive y padece la soledad tu personaje es impecable. La resolución de la trama, breve y muy bien dirigida, logra emocionar sin apelar a grandes recursos.El texto de la nota suicida logra poner un broche magnífico al retrato de este pobre hombre que no siente ya nada que lo ate a la vida.
ResponderEliminarUn relato muy emotivo...
un abrazo, Pepe...y apostemos siempre a la vida!
joderse, pepe...
ResponderEliminarsoy malo recordando. de eso puedes estar seguro. pero suele suceder a veces que infrinjo esa ley. y así, basándome en mis sensaciones, haciendo caso de mis recuerdos basados en la sensación, recuerdo que llevas unos cuantos post que me han gustado por lo de impactantes que me han resultado...creo recordar que ese impacto fue debido a que me parecieron reales..es lo msimo. de cualquier manera, sé que me impactaron. y este, hala, de nuevo, me lo resulta. destaco de este relato tuyo,pepe,ese mundo interior , que, aunque triste a más no poder, es eso, un mundo interior que a mí, al menos a mí, me ha llegado...y es por eso, por la descripción de ese interior por lo que me ha gusatdo este tu relato y por lo que me ha impactado...claro está que el impacto se basa también en la opción que toma el prota del texto. cosa por otra parte en cierta manera, lógica...
medio beso, pepe...me voy a comer..
Me ha gustado mucho tu relato. Lo encuentro muy personal, íntimo y fuera de lo común.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, ola de mar..
ResponderEliminarQue curisoso..cuando leí el título de la convocatoria, pensé que yo lo escribiría en la misma líne que tu. Me ha gustado mucho, aunque al personaje, le hubiera dado las herramientas para crear un mundo nuevo. Nunca me han interesado las fechas de fin de mundo por eso..qué más da? Mi mundo se va a terminar un día, y el de todos...Lo que no entiendo es porqué se esfuerzan en crear fechas, confundir a la gente, meter miedo a los más crédulos. ¿ qué ganan quién los inventa?
Un beso, del Aire
Y puso fin a su vida porque era suya, otros se la dieron y él nunca la pidió, hay que ser valiente para tomar esa decisión, Pepe, muy valiente.
ResponderEliminarUn abrazo y enhorabuena por el argumento.
Impactante final, pero ciertamente a infinidades de fin de mundos. algunos por propia decisión, otros por la naturaleza de las cosas, y otros que no han llegado nunca ni a pensarlo.
ResponderEliminarQue lindo giro a tenido el mundo de tu texto.
Un abrazo.
Desde luego cada uno tiene su propio mundo, y ese pobre hombre hace tiempo que no tenía el suyo sin su amada, que más le daba seguir o no seguir viviendo; la vida para el no tenía sentido.
ResponderEliminarUn abrazo
Una vida sin sentido, es sentir que eso no es vida, y...para que esperar al fin del mundo, quizás si tu personaje...hubiera sentido el calor de la humanidad aunque le faltaran sus más allegados, tendría que haber amado la vida pero hay casos en los que entiendes que...y ¿para qué?
ResponderEliminarMe ha encantado tu particular fin del mundo y como siempre tu impecable manera de mostrárnoslo. Un beso grande amigo y también a esa gran compañera de camino y de vida, si, un beso a Toñi.
Pepe, disculpas, NO SÉ QUE PASA CON LA ENTRADA DE COMENTARIOS EN MI BLOG, NO PUEDO LEERLOS Y AL PARECER TENEÍS DIFICULTADES PARA ENTRARLOS, AYYY, LLEVO TODA LA MAÑANA INTENTANDO SOLUCIONAR ESTE ENOJOSO PROBLEMA !EL FIN DEL MUNDO PARA MI VERSIÓN BLOGUERA! ¿ESTAMOS EN SUS MANOS?
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar, lamento este problema.
Me ha gustado la trayectoria de este personaje, y fijate que en otras circunstancias es posible que hubiera dolido más, por el desenlance. Pero el hecho de que el mundo se acaba, y sus circunstancias personales, hacen que el final sea más dulce o menos doloroso, creo.
ResponderEliminarEsta decisión es muy complicada, a veces cuando he conocido algunos casos, me han impactado.
Un abrazo, gracias por tu comentario en mi blog.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este pequeño relato. Sobre todo la parte de que cada uno de nosotros tiene un mundo. Interesante. Y la frase final también está magistralmente expuesta. Bien redactado. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo,
Juanma
Mi buena amiga CASS, que no puede dejar comentario,
ResponderEliminary que me hace una observación ortográfica que agradezco en el alma y que procedo a corregir ipso facto, dice:
Un relato que nos sobrecoge y nos transporta...que nos hace reflexionar. Me deja un sabor amargo, algo que no alcanzo a identificar, pero que casi casi me hace caer alguna lágrima. No me gustaría ese final, pero lo comprendo...
Besos Pepe.
Supongo que el poner fin a tu vida es ponerle fin a tu mundo y si el mundo de cada persona se acaba cuando esta muere, pues es cierto, todos los dias se acaba el mundo ¿no? En fin que este tema me está causando estragos jajaja
ResponderEliminarBesossssssssss
Pepe, supongo que el mundo de cada persona se acaba cuando esta muere... visto así, todos los días se acaba el mundo de mucha gente. Aunque estoy empezando a pensar que a los mayas se les acabó la tinta o algo asi...
ResponderEliminarBesossssssssss
Impactante. Has dado donde más duele, nada merece la pena sin ella, ni siquiera la propia vida... esa, menos que nada.
ResponderEliminarNo me atrevería a tildarlo de valiente, tengo mis dudas... ¿que pasa con ese otro mundo todavía por construir? Cada segundo de nuestra vida se puede construir un mundo.
No me gustaría ser tan egoista de pensar que todo empieza y acaba con uno.
Al margen, un relato bello, ordenado, creible... tan creible que casi me convence.
Abrazos.
lamentablemente parece que los Mayas intuian lo poco amigable que es esta sociedad con nuestros mayores. Ellos si que tienen la llave del tiempo solo hay que ofrecerles puertas con las que usarla.
ResponderEliminarUn abrazo
La soledad que muy bien recreas, pienso que es mucho peor que el fin de mundo, a fin de cuentas, el final, llegaría para todos a la vez. Vamos a disfrutar el presente, por algo nos dicen que es un regalo.
ResponderEliminarBesitos dobles.
Pepe hijo, que fuerte el relatito, cuantas veces hemos creído que senos terminaba el mundo, pero de todo se sale, decía mi madre.
ResponderEliminarQue valiente es la persona que termina ella con su vida.
Nosotras/os también tenemos nuestro MUNDO,eso si, solo por un día EL JUEVES.
Besos promundo
Cuantos pequeños mundos se nos extinguen cada dia cuando perdemos las ilusiones, y quien sabe cual es la huida que nos libera...en el caso de tu personaje, triste, muy triste decision.
ResponderEliminarUn abrazo
Pepe me has impresionado con este relato, es triste y duro. Pero me pregunto cuántos mundos así habrá, y por qué no los que están en ellos no intentan mejorarlo. Habría que estar en ese lugar para comprender una decisión tan fuerte como la que tomó el protagonista de tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Uff me has puesto los pelos de punta..cuantas personas no soportan la soledad cuando pierden un ser querido se dejan morir porque ya su mundo esta destruido...
ResponderEliminarReal tu relato...
Besos
El mundo se hace vida y cuando se le pierde aprecio a la misma es fácil llegar al final... hace unos días me encontré con una amiga y me contó que su abuelo decidió irse con su abuela una vez ella falleció y que solo tardó unos meses, decía que su vida no tenía ya razón de ser y la tristeza hizo su trabajo... no sé, me hizo reflexionar. Pienso que si, que "nuestro" mundo lo recreamos nosotros, pero..¿somos conscientes de nuestro poder?
ResponderEliminarBonita historia y real como la vida misma
Besos
Extraña manía la de nuestra especie de aunar fecha de caducidad al mundo cuando todos tenemos la nuestra, la del mundo que cada uno de nosotros es, ainss Pepe se que me vas a entender aunque me haya hecho un ovillo jajaja. Tu historia una vez más bellamente tejida aunque sea con hilos de tristeza. Un beso doble, ya sabes con quien tienes que compartir : )
ResponderEliminarGracias siempre por mirar con tan buenos ojos ¬¬
Mucho más coherente que la predicción, si uno decide que su vida no puede seguir adelante siempre queda el suicidio. Adelantarse al destino, es una prueba de valentía o de cobardía, nunca lo he sabido.
ResponderEliminarMagnifico enfoque, Pepe.
Besitos