Felicitación navideña 2020

Felicitación navideña 2020
Creación de Mónica (Neogéminis)

Seguidores

21 de enero de 2016

Este jueves un relato: SUCEDIO A BORDO







Me dirijo en autobús al jardín botánico. Los domingos hay mercadillo de flores y a pesar de mi avanzada edad y mi torpe caminar, me gusta deambular entre los puestos y regatear con las floristas. Siempre acabo comprando alguna maceta para el patio de mi casa. A mi edad me van quedando pocas distracciones. Cuidar las flores es una de ellas.

Voy absorta en mis pensamientos, distraida. Ayer tuve la visita de mis nietos, pero Alvaro no vino con ellos. Es mi preferido y hace meses que no lo veo. Siempre hay una razón que justifica su ausencia. Está con gripe, tiene que preparar los exámenes, está de senderismo. Tal vez esté enfadado conmigo por algo. No lo termino de entender ya que sé que el cariño es mutuo. Puede ser que venga la próxima semana.

Se acerca la parada próxima al río. Estamos bajando hacia él. Es hora de dejar mis pensamientos por un rato y contemplar la majestuosidad del Guadalquivir y su rivera desde la ventanilla. Es una delicia a la que no quiero renunciar. Llegamos a la parada y ahí, en ella, está mi nieto Alvaro. Me apresuro a bajar y no lo veo, tal vez me confundí, quizás mis ganas de verlo y abrazarlo me hayan jugado una mala pasada. Lo que lamento es que tendré que hacer el resto del camino a pie.

De repente un griterío atrona el espacio. Gente corriendo primero, sirenas de bomberos y ambulancias inmediatamente después, se dirigen hacia el río donde un autobús, el mismo en el yo viajaba, ha caido por un fallo en el mecanismo de frenada. Mi hija vive cerca y hacia su casa me encamino descompuesta. Al llegar cuento lo sucedido y mi hija sorprendida, con lágrimas en los ojos, me confiesa que mi querido nieto había fallecido hacía ya tres meses en un accidente de tráfico. Seguro que allá arriba, desde un incierto lugar, en este momento, me está mirando con una ternura infinita.

Este relato, pura ficción, está basado sin embargo en hechos reales. El año pasado se cumplió medio siglo de la caída de un autobús al río Guadalquivir en Córdoba. Murieron once personas en el trágico accidente, salvándose el cobrador y un usuario.

Hace ahora unos ocho años, no recuerdo muy bien la fecha, era noche cerrada, mi hijo y su novia aparcando de noche al borde de un barranco no visto por ellos, posiblemente salvaron la vida gracias a la nítida aparición de una persona que interponiéndose les hizo frenar a tiempo. Esa persona era otro hijo mío fallecido en accidente de tráfico. Creo que este episodio merecía la pena ser contado.

19 comentarios:

  1. AMIGO PEPE. Ya he hecho lso deberes,pero como siempre con historias al margen. Espero que te guste mi aportación. Saludos.
    http//:msalaportagmail.comblogspot.com.es

    ResponderEliminar
  2. he colocado mI comentario en sitio equivocado.disculpa, he vuelto a entrar para decirte que tu historia es muy triste, pero la has sabido suavizar y te doy las gracias. aceptar una cosa así. solo esta al alcance de personas buenas y altruistas como tu. Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  3. Pepe, creo firmemente que hay sucesos que escapan a nuestro entendimiento. Esto que cuentas es un ejemplo que me ha conmovido, tanto por lo extraordinario como por lo íntimo que resulta ser la anécdota de cierre.
    Me encantó leerlo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Si ya de por si la historia conmueve e inquieta ¿qué decir de lo que nos cuentas al final? Besos

    ResponderEliminar
  5. Se me han puesto los pelos de punta con la parte final, eso demuestra lo que yo pienso que desde donde estén siguen protegiéndonos.
    ¿Como te habrá costado revivirlo,pero estoy contigo en que esta experiencia, aunque mala había que contarla, para sanar el corazón.
    Y en otro orden de cosas... ¡50 años ya de lo del autobús! gracias por tu recuerdo como homenaje a ellos.
    Un beso, Pepe.

    ResponderEliminar
  6. Querido Pepe,

    Me encantó tu relato aunque al final me dejó un tanto triste. No recordaba lo del accidente del autobús. ¡Qué tragedia!
    Sabía lo de tu hijo. Siempre he creido que la muerte de un hijo es la pérdida, la muerte más dolorosa de todos. Admiro tu entereza. Segura estoy de que tu fe te ha ayudado a salir adelante. Gracias por compartirlo.
    Esta vez he decidido participar con unas líneas, muy negras y sin la belleza de este entrañable personaje que es esta abuela, pero es lo que me ha salido hijo. Cuando lo cuelgue, te paso el enlace. Un abrazo amigo

    ResponderEliminar
  7. Ahí va guapetón: http://instantesdeluzymar.blogspot.com.es/2016/01/este-jueves-un-relato-sucedio-bordo-de.html

    ResponderEliminar
  8. Ha sido duro pero precioso, saber que aun cuando no estan siguen ahí protegiendonos y cuidandonos. Un final muy intimo gracias por compartirlo. Besos.

    ResponderEliminar
  9. Un relato íntimo y conmovedor, el final me dio tristeza. Ellos siempre están con nosotros, jamás nos dejan aunque no podamos verlos físicamente. Un placer leerte.
    Saludos

    ResponderEliminar
  10. Son nuestros ángeles, yo tengo dos que me cuidan desde allá arriba y cuando estoy mal vienen a verme... es algo raro de contar y loco de creer pero así es... es algo único y mágico verlas, sentirlas cerca mío y ese dolor de echar de menos se vuelve más flojo cuando están...
    Tu relato es algo tan impactante como hermoso, siempre cuidando de nosotros...
    Besines Pepe...

    ResponderEliminar
  11. Podría ser una historia de La dimensión desconocida, con su cuota de drama, pero también de esperanza.
    ¿Así que se basa en algo real? La realidad tiene esas cosas sombrías y a la vez demuestra que es más extraña de lo que se supone que es la realidad.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Quiero creer Pepe, que no se van, que siguen con nosotros de otra forma, en otra dimensión, pero están.
    Bonita historia, muy bonita.
    Besos.

    ResponderEliminar
  13. Esta semana me he despistado, sino tal vez hubiera participado.

    Un relato basado en hechos reales, gracias por compartirla, Pepe.

    Un beso grande.

    ResponderEliminar
  14. La historia de tus hijos me ha puesto el vello de punta de la emoción, no tengo ni idea si habrá otra vida después de esta pero historias así te hacen creer que sí. El relato es fantástico, emocionante y triste...qué pena de la pobre mujer, enterarse así de la muerte de su nieto.
    Un beso

    ResponderEliminar
  15. Pepe me has emocionado muchísimo... creo fuertemente en estos "ángeles" custodios.
    Fuertes, muy fuertes tus letras hoy.

    Un beso... y un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Como siempre que te he leído, he disfrutado con la forma y el fondo de tu relato. Siento muchísimo la pérdida. Te mando un afectuoso abrazo y quedo con ganas de seguir leyéndote.

    ResponderEliminar
  17. Un fantástico relato Pepe. Yo si que creo que hay alguien, llamémosle espíritu u otra cosa está en el sitio adecuado para advertirnos del peligro. Seguro que tú hijo estaba allí, seguro.
    Un abrazo




    ResponderEliminar
  18. Un relato triste y fantástico. Una ficción en la que abandonarse. Un contexto increible para el que se necesita una fe y una experiencia que no tengo. Pero que pellizca y duele. Abrazos

    ResponderEliminar
  19. Un vuelco en el corazón es lo que he sentido...sin palabras, amigo, sin palabras
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar

Dejaron huella de su paso: