Su rostro resplandece de ilusión. En sus maternales
brazos, una criatura se deja acunar. Un nuevo miembro en la familia. Un hijo
intensamente buscado, deseado. Atrás quedan, como un mal sueño, varios abortos
y una cesárea dolorosa. En su hogar todo preparado para esa nueva vida. Sueñan
con verlo crecer sano, feliz, compañero de juegos de Sultán, el otro componente
de la familia, un mastín español de imponente presencia que han criado desde
pequeño. Perro cariñoso, bonachón, noble, celoso
guardián, siempre pendiente de sus amos, centinela de ella tras la puerta hasta que su marido llega a altas horas de la noche tras terminar su trabajo de camarero, animal querido por sus amos, centro de su atención y de sus mimos.
Será una sorpresa para él. Estos días de
hospitalización ha tenido que quedarse con una vecina. Es el momento del
encuentro. Ahora lo traen. Se lo muestra ilusionada y Sultán se abalanza sobre ella
y su hijo. A duras penas, milagrosamente, consigue encerrarse en la terraza.
Los ojos inyectados en sangre, dentelladas contra el doble acristalamiento. Los
cristales tiemblan y ella también, muerta de miedo.
El veterinario, llamado por su marido,
aconseja una inyección letal. Desde la terraza, con su hijo en brazos es
testigo, llorando amargamente, de la muerte de Sultán. Difícilmente superará su
traumática pérdida. Quedará para siempre en su retina la mirada de Sultán,
mezcla de amor, odio, incomprensión.
Sale de la terraza, besa con el corazón
destrozado el inerte cuerpo de su perro,
mientras estrecha fuertemente entre los brazos a su hijo.
Más historias de mascotas en el blog de nuestra amiga Charo
Has fraguado un paralelismo emocionante para los que amamos a los perros.
ResponderEliminarYo amo los perros. Tengo una Caniche Toy . Es mi cobijo, mi consuelo, la compañera de mi vejez. Es muy raro el comportamiento de Sultán. Seguramente no lo prepararon. . Un abrazo gigante.
ResponderEliminarBuena semana.
Triste y conmovedora tu historia. El apego por los canes suele tener esas consecuencias tristes.... Nosotros estamos muy acostumbrados a tener perros desde chicos, lo cual nos ayuda a ver con naturalidad la muerte de un animalito y nos sobreponemos con mayor facilidad, a pesar de disfrutarlo tanto. Está el dicho de "mientras duró fue bueno" amigo Pepe ....
ResponderEliminarEs na situación muy dolorosa,y no hay opción. Qué bien plasmada la situación, que nos llega al corazón clavandose como un puñal....
ResponderEliminarbesos Pepe
Una decisión dura y dolorosa. Pero ante el amor de un hijo no les quedo otra opción .Me ha emocionado mucho.Un beso.
ResponderEliminarGracias Mari Luz. Sé como querías a tu perro y lo que significaba para tí. Es un pequeño homenaje a ese amor por tu perro y, sobre todo, por tu hijo. A veces la realidad supera con creces a la ficción.
EliminarUn relato tremendo. Perdimos al perro a los veinte días de nacer mi hija mayor, fue atropellado y alguna vez la fantasía hace pensar si se dejó matar al verse relegado, pero no, a veces se escapaba en busca de hembras y algún día tenía que ocurrir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que tremenda historia, tener que decidir en ese momento matar a Sultan, cuando lo que desea es unir a sus dos amores. Me voy con escalofríos en el alma y la imagen clavada en la retina.
ResponderEliminarPor cierto Pepe, en mi blog tienes un premio para tu precioso blog, espero que te guste amigo.
Abrazos.
Algunas historias similares he leído y asustan por lo imprevisto. Suele pasar también con animales mansos y nobles, cuando se les cruza un cable no sé que les pasa por esa tierna cabeza. De hecho, cuando visitamos a unos amigos que tienen un enorme pastor alemán, buenazo como él solo, pido que le encierren. Siempre tengo la mosca tras la oreja...
ResponderEliminarUn abrazo a los dos, amigos.
Una historia muy triste. Aun tratandose de una mascota.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué tristeza Pepe! Tal vez no era el modo de presentarles al recién llegado, por lo general los perros suelen ser buenos compañeros de los niños. Pero claro, que hay historias e historias. Por un lado, me recordó el triste momento que tuve que despedirme de mi lorita Roberta, luego de nueve años de compartir con ella. Ella volaba libre, en casa, venía a dormir sobre mi almohada y me defendía a picotazos ante cualquier extraño. Cuando nació mi hija, mi ex esposo decidió entregarla a un matrimonio para que se quedara con ella, por temor a que por celos, picoteara a Jimena. No sabes lo que lloré...
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
uuuuh qué terrible historia!...tener que elegir entre dos amores, obligados por la irracional desesperación de uno de ellos debe resultar muy duro de sobrellevar. Me imagino que tu relato está basado en alguna historia real, por lo que me resulta más doloroso ponerme en la piel de sus protagonistas.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Que penica, Pepe! Una historia muy bien narrada. Un beso.
ResponderEliminarEs terrible la historia pero puede llegar a ser real, los perros también tienen celos como las personas y pueden reaccionar también con agresividad como ellas.
ResponderEliminarGracias por colaborar. Besos
Dura historia. Los celos también se dan en los animales, y aquí está la muestra. Parece mentira un animal tan noble que le pudiera pasar esto; pero no lo pudo entender lo que le pasó a su ama.
ResponderEliminarUn abrazo
Ay! Pepe.
ResponderEliminarMe dejas con ese sabor a dolor y un dejo de angustia. Amo a los animales, pero también soy consciente de situaciones donde la opción no es opción.
Un abrazo :)
Una historia que pone los pelos de punta Pepe, los que tenemos perro y bebé en la casa tenemos que tener especial cuidado por mas buenote que sea el animal, es eso, un animal ¿irracional?
ResponderEliminarUn besazo
Una historia que de seguro se habrá presentado en más de una ocasión, el animal se sintió desplazado y descargó su ira.
ResponderEliminarPerfecta la forma en que lo narras Pepe, impacta y te deja un cierto resquemor, de eso se trata ¿no?
Un fuerte abrazo
Me dió mucha pena el pobre Sultán, seguro que lo invadió un ataque de celos o la impresión de que el recién llegado era una amenaza para el hogar. Seguro que en otras circunstancias se hubiera podido buscar otra solución.
ResponderEliminarUn beso!
Hola Pepe, nos has traído un relato desgarrador pero la vida no siempre es un cuento de hadas. Nos empeñamos en ponerlos como las personas y olvidamos que son animales. Y con instintos muy diferentes a los nuestros.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Alberto
a veces uno no tiene mucha noción de ciertas cosas, peligros, reacciones u opciones a seguir. sin dudas, por lo que cuentas fue inevitable la decisión, lo que en el fondo deja una tremenda tristeza.
ResponderEliminaruna historia muy cruda.
¡saludos Pepe!
Seguro que sí. Nunca he tenido mascota, ni en la corta, ni en la media distancia. Ni en mi familia, ni en la de mis más allegados. Por lo tanto mi opinión al respecto no vale, está huérfana de emociones propias. Espero que en una situación irreversible, hagan lo mismo por mí. Siempre me quedará el consuelo que lo publiquen en un Blog.
ResponderEliminarAbrazos cariñosos.