La ciudad elegida como capital cultural para el 2016, ha sido San Sebastián. No han sido pocas las voces que se han alzado incrédulas, sorprendidas, decepcionadas contra esta designación. Siempre que se concursa, se corre el riesgo de perder, pues sólo puede existir un ganador. ¿Por qué entonces la sorpresa?. Tal vez porque otros nombres sonaban con mucha más fuerza en todas las quinielas.
Algunas voces han sido especialmente críticas con la elección. Rosa Aguilar Ministra de Medio Ambiente y ex alcaldesa de mi ciudad ha dicho: Es un magnífico error. Esa frase choca frontalmente con la lógica semántica. O estamos ante un magnífico acierto o ante un lamentable error. Si descartamos que se trate de un lapsus linguae, persona inteligente como es, debemos suponer intencionalidad manifiesta en este juego de palabras.
Si catalogamos de magnífico un error, nos vienen preguntas acerca de esa magnificencia. ¿Para quién es magnífico?, ¿Porqué es magnífico? ¿En contra de quién es magnífico?, y más grave aún, pensando en la intencionalidad del error, la más seria de las preguntas: ¿A cambio de qué se comete? .
El jurado que elige la ciudad candidata para la capitalidad cultural, está formado por 13 miembros de los cuales seis nada menos, son elegidos por el Gobierno de la nación de las ciudades candidatas. Esto le confiere a ese grupo de seis un peso específico más que considerable. En este marco, si una de las ministras de ese Gobierno habla de magnífico error, si el propio presidente del jurado seleccionador da argumentos tan peregrinos como que en la elección de San Sebastián ha pesado el esfuerzo en pro de la paz social en Euskadi, si algunos representantes políticos hablan de intercambio de favores hacia un gobierno débil necesitado de apoyos, algo que yo calificaría como mercadeo, chamarileo, cambalache político, están dando argumentos a los que piensan que las razones han sido fundamentalmente políticas. De ser así, flaco favor para una magnífica idea que pretende resaltar y destacar la diversidad de culturas en la vieja Europa.
Yo quiero pensar que ha sido una decisión justa, valorando y sopesando todas las opciones. Tengo entendido que San Sebastián está a la cabeza de las ciudades europeas en cuanto a calidad de vida, a creación, a inquietud cultural. La Bella Easo no necesita por tanto, otras “armas” de seducción distintas de su propia valía como ciudad. Temo, eso sí, la utilización partidista que se pueda hacer de esta designación por parte de aquellos que ahora rigen los destinos de esa hermosa ciudad, los mismos que se niegan sistemáticamente a condenar abiertamente el terrorismo de esos que tienen secuestrada a parte de la propia sociedad vasca por la fuerza de otras armas de seducción.
Si por el contrario esas consideraciones de favorecer un proceso de paz han primado, si esa paz social es considerada valor cultural de primer orden, recordarle a los que han optado por San Sebastián que algunas de las ciudades aspirantes llevan la friolera de tres milenios , con algunos altibajos, siendo ejemplo de tolerancia, concordia, convivencia, paz. Pueblos como turdetanos, tartesos, romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos han vivido y con-vivido en su solar. Algún mérito han debido hacer (y siguen haciendo) en ese sentido, para ser tenidas en cuenta.
A los donostiarras, aunque no puedo evitar la tristeza porque mi ciudad no ha sido la elegida, alejando de mí la más ligera sombra de duda, mi más sincera felicitación y el deseo de que esta oportunidad que se les brinda, sirva para favorecer el entendimiento y la paz.