Foto cedida por nuestra amiga CASSS
Hubo un tiempo en que
nadaba a favor de corriente en ese río incontenible que nos sumerge
en una actividad continua, un tiempo de obligaciones y
responsabilidades, de despertador y rutinas cotidianas, de
acontecimientos previsibles, de luchas por mantenerse a flote, de
ambiciones por sobresalir y destacar, un tiempo de avanzar en una
corriente sin retorno, un tiempo en el que estuvo totalmente
integrado en una sociedad que ha equivocado en su afán de tener y
consumir, la búsqueda de la felicidad, que ha dejado por el camino
muchos de los valores que distinguen aún a aquellos grupos humanos
muy escasos ya, en los que el individuo y su bienestar está en el
centro del comportamiento social.
Un día, voluntariamente,
tomó la decisión valiente, largo tiempo meditada, de apartarse, de
situarse en la orilla de esa vida vacua y desmedida. No le resulta
fácil. Son muchos los obstáculos e inconvenientes. La sociedad echa
la vista hacia otro lado, los seres como él son ignorados,
ninguneados, no existen y cuando hacen visible su presencia, son
percibidos como un problema.
El sin embargo, al echarse a un lado, ha recuperado parte de la felicidad perdida. Ahora dispone
de todo el tiempo del mundo para aquellas cosas que le gustan.
Ciudadano del mundo, sin anclajes ni ataduras, va de un lado para
otro, de ciudad en ciudad, de pais en pais, sin más pertenencias que
una mochila con algo de ropa y muchos sueños. Tiene casi siempre a las estrellas por techo y unos cartones por manta, pero se siente libre. Vive de
trabajos esporádicos unas veces, de la caridad de los demás,
otras. Poco tiene, pero menos necesita. A la orilla del mundo, ve
pasar delante suyo el río tumultuoso donde antes nadaba con la
certeza de que ya nunca más volverá a nadar en esas aguas.
Más relatos inspirados en imágenes en el blog de nuestra amiga
CASSS