La política es el arte de lo posible.
Esta frase que se ha atribuido a más de un pensador y filósofo,
podría definir muy bien el ideal de una actividad regida por la
prudencia, ejercida por los mejores, encaminada a lograr las mayores
cotas de bienestar social, a perseguir una sociedad más justa e
igualitaria. Sin embargo, esa forma de entender la actividad
política, lo que esa frase encierra, si alguna vez tuvo algún
sentido, lo ha perdido por completo. Hoy en día no es en absoluto
reflejo del mal hacer de muchos de nuestros políticos.
Cuando no existe un equilibrio de
fuerzas, cuando los poderes legislativo y judicial no son
independientes del gobierno y éste a su vez busca el beneficio y
enriquecimiento propio favoreciendo los intereses del auténtico
poder, el económico, cuando el llamado quinto poder el ejercido por los medios de
comunicación está igualmente al servicio de los poderosos, alejado de la
necesaria pluralidad de pensamiento, la política se convierte en
una actividad bastarda y nociva para la sociedad a la que dice
servir.
Me gustaría glosar las virtudes de una
actividad ejercida por y para el hombre, en la que una vez creí,
pero me es muy difícil, diría que imposible, escribir con una
visión optimista desde la desilusión y el desencanto. Sería
injusto si no reconociera la existencia en la política de personas
honestas y vocacionales, pero la cruda realidad me lleva a pensar que
apenas tienen peso específico en los centros de poder político.
¡No me deis dinero, ponedme donde
haya!. Ese lema que rige la conducta de muchos delincuentes, parece
que ha sido asumido como propio por un alto porcentaje de nuestros
políticos que aspiran a la representación ciudadana sin más
objetivo que medrar y enriquecerse.
Y mientras esto sucede, asistimos casi
impasibles a la mutilación sistemática de una serie de derechos
propios de una sociedad avanzada, de una sociedad que debe buscar el
bienestar de todos sus ciudadanos sin exclusión alguna.
Y digo casi impasibles porque el
hartazgo ciudadano ha dado lugar a la aparición en el ruedo político
de nuevos protagonistas con posibilidades de acceder a puestos de
responsabilidad pública, que se proclaman a sí mismos revestidos
de ética y moral. Confiemos en que así sea si llegan a tener
parcelas de influencia y no tengamos que asistir de nuevo a más de
lo mismo,
Más impresiones sobre la actividad
política en el blog de nuestro amigo
GUSTAVO