Estamos solos. A tan sólo tres pasos de mí, está ella mirándome fijamente, como ha sucedido en las últimas semanas en las que a diario hemos coincidido en el andén del metro. Alta, delgada, elegante, sobria. Es una mujer de una extraña belleza. Sus ojos grandes, de un gris acerado, producen en mi ánimo una sensación de desconcierto y desazón. Tiene una piel pálida, tersa, tan fina que deja al descubierto el azul de sus venas confiriéndole un aspecto espiritual, casi alado.
Llega el metro. Como siempre, ella se acerca peligrosamente al borde de las vías. Parece que la proximidad del vagón y los railes ejercen una poderosa sugestión sobre ella. También como siempre, pienso que se repetirá su extraño comportamiento y en el último instante, sus pasos resonarán alejándose hacia la salida sin dejar de observarme en ningún momento.
Pero no sucede así. ¡Hoy se ha arrojado a las vías!. El metro se acerca a gran velocidad. No lo pienso, salto en pos de ella, intento salvarla pero es demasiado tarde. El metro impacta en mi cuerpo. Siento que he llegado al final de mi camino. Ella, incomprensiblemente, ha resultado ilesa. Me abraza con ternura. Su mirada, siempre inquietante, se me antoja en este momento solícita y protectora, diría que amorosa.
Exhalando el último suspiro la veo alejarse majestuosa, serena. La muerte, ahora la identifico, se encamina a extinguir el tiempo de otra vida.
Más relatos de terror en el blog de Teresa
Pepe,amiguco,el texto está escrito con la misma clase que tienes siempre,perfecta,equilibradamente,inteligentemente.
ResponderEliminarDa mucho de miedo(a mí )pero es así,la muerte no tiene prisa y aparece como una bella dama silenciosa .
Tal vez sea una forma de entender el hecho del adios.No lo sé!
Besucos,escribidor
Gó
Moraleja: esperar el tren, el metro o cualquier cosa que sea capaz de atropellarlo a uno, mirando para abajo, nada de mirar a la gente de alrededor ... por las dudas, brrrrr!!!
ResponderEliminarMuy bueno Pepe, susto conseguido
un abrazo
Intentaré no salvarla cuando la vea...Y digo yo que cómo sería ella c uando vivía. Me pregunto si era igual de mala o lo único que pasa es que cuando estás muerto, estás muy sólo y sostener en brazos a quién está muriendo quiezá sea la única forma de sentir la vida.
ResponderEliminarUn beso, del Aire
Un relato de gran belleza, muy bien escrito y que te va envolviendo a medida que lo lees, como una historia de amor.
ResponderEliminarTramposa muerte esa, que atrae a sus víctimas inspirándoles compasión!!!
ResponderEliminarTRAMPOSA!!!!
jejeje...muy buen relato, Pepe!
Un abrazo
Gran misterio la muerte, nos atrae y a la vez nos da miedo, el miedo a lo desconocido y que aunque no queramos. al final viene a por nosotros sin que lo podamos impedir.
ResponderEliminarUn abrazo
Ups, cuando entre en el metro procuraré no mirar a mi alrededor, no vaya ser que me entren tentaciones de salvar a alguien...
ResponderEliminarFeliz Halloblogween
No siempre llega con esa apariencia. A veces es tan horrenda que quieres huir en vez de ayudarla. Pero ella siempre logra su propósito. Me ha gustado mucho el relato y más aún tu forma de narrar. Besos.
ResponderEliminarMe ha gustado, sí señor, hay intriga en todo el desarrollo y no esperas que al final, la elegante mujer sea la propia muerte, siempre negra, fea y con guadaña.
ResponderEliminarUn saludo.
Excelente!!! Crea suspenso y misterio desde el principio e invita a ser leído de un tirón queriendo conocer el final, que a decir verdad me encantó!!!
ResponderEliminarUn beso.
Atrayente y sugerente esa muerte hermosa con cara de mujer, y el abrazo final aaaahhh! que horror, un repeluz me recorre jjjee. Muy bueno
ResponderEliminarPepe.
Un abrazo.
Una manera de desmitificar la imagen que tenemos de la muerte (parca negra y ajada, calavérica y con guadaña), sin dudas. Claro, de haberla visto de tal modo, ni por asomo la seguiríamos ni intentaríamos salvarla de peligro alguno... lo que aterroriza más, pues, la dulzura tiene la cualidad de conmovernos a tal punto, de llevarnos a un trágico final. Muy buena historia Pepe.
ResponderEliminarBesos al vuelo:
gaby*
Un relato tan elegante como sobrecogedor, mi enhorabuena.
ResponderEliminarDiablos Pepe, vaya disgusto que me das. Un amigo muerto por solicdaridad con un ente que le lleva a ese destino.
ResponderEliminarBuena historia, narrada exquisitamente. Un abrazo.
Tan seductor y solemne este caminar de la muerte, ese último aliento compartido. Un gran relato.
ResponderEliminarEnhorabuena, es un relato muy bueno, lo lees con interés y no esperas el final, me gusta mucho, lo que no me gusta es el jalogüin, no lo soporto, donde esté el Tenorio, que se quite lo demás. Besitos dobles.
ResponderEliminarNo he podido evitar un respingo al final, maestro... El mayor de los abrazotes, bueno, espera, como dice Pepi, que sea doble : )
ResponderEliminarMe parece un relato inquietante.La muerte, tranquila, sin prisa, sabiéndose la reina de aquel que deja la vida. Sabiendo que siempre, todos terminaremos en su regazo.
ResponderEliminarLo has descrito a la perfección. Con maestría.
Un abrazo
Muy elevado, exquisitas palabras. En este relato la muerte es hermosa Felicitaciones y voy a seguir explorando tu blog
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el desarrollo de este relato. El final es de muerte.
ResponderEliminarReflexionando, he respirado pensando en que la muerte, en su faceta de malvada o en la de seductora, es mujer. Pepe, la sensación dejada por la lectura de tu texto ha hecho que se me cortara de nuevo rápidamente la respiración. Inmediatamente me he dado cuenta de que el destino es varón. Tendré que andar con cuidado.
Saludos.
Muy buena esa ilustración de que la muerte está siempre a nuestro alrededro, esperándose a que nosotros la miremos de cerca y si no lo hacemos, ella nos busca. No hay como escapar de ella... eso sí es aterrorizante!
ResponderEliminarDe siempre le he tenido mucho respeto a los andenes y a las vías, no me he acercado hasta que no ha llegado el tren. Solo imaginar que la muerte esta merodeando por alli... me llena de pavor. Muy bueno, Pepe
ResponderEliminarUn abrazo
Lola
ahhhhh!!!!
ResponderEliminarque hermoso relatoo realmente me ha sorprendido pero me ha encantado... por cierto la muerte suele tener distintas formas de disfrazarse....
Y yo que pensaba que había dejado ya mi comentario... Supongo que la muerte cuando no se espera tiene que enamorar y merodear alrededor de los que caerán en sus redes... menos mal que aquí han puesto puertas en los andenes.
ResponderEliminarBuena elección, ese pintor tiene su misterio...
Un abrazo
Verónica me envía el siguiente comentario por mail ante la imposibilidad (no conocemos el motivo), de hacerlo directamente:
ResponderEliminarMírala, con carita de mosquita muerta... de "gata maula" que dice mi madre... dando pena al personal...
Muy astuta, así he visto siempre yo a la muerte, antes que verla como a una dama negra o seductoramente peligrosa, la he visto como alguien ordinario que te la da con queso cuando menos te lo espero, astuta y ladina damisela.
Un abrazo, Pepe
Me gustó mucho Pepe. Es escalofriante el final, pero ta adentras en él de un modo suave, romántico, exquisito. Muy bien llevado el suspenso y mejor rematado.
ResponderEliminarBesito
Escalofriante. Me ha gustado mucho el estilo elegante con que has descrito a la muerte. Una dama fría y bella que te arranca de este mundo sirviéndose de cualquier ardid.
ResponderEliminarGran relato, muy bien contado, manteniendo la intriga y la tensión, y con un final inesperado.
ResponderEliminarGracias por participar ¡
Los trucos de esta dama, que nos hace ver lo que no vemos y sentir lo que no sentimos y al final siempre siempre se sale con la suya. Me ha encantado.
ResponderEliminarHola Pepe.
ResponderEliminarHas conseguido un relato con una exquisitez suprema. Y no me he conformado con leerlo solo una vez. Te aseguro que me ha enganchado. Mi enhorabuena.
Te dejo un abrazo.
Maat
Me ha encantado y sorprendido muchísimo la originalidad de indentificar a la muerte en una mujer hermosa. Estupendo relato. Besos.
ResponderEliminarAtrayente disfraz de la muerte que pasa a nuestro lado. Y magnifica forma de relatar ese encuentro.
ResponderEliminarUn beso
PER-FEC-TO.
ResponderEliminarNo hace falta añadir ni quitar nada a tu relato. Soberbio.
Besines!
La muerte es tan bella como inquietante. Sólo por ella merece la pena vivir.
ResponderEliminarUn saludo.
Pepe, a mi ritmo te comento...
ResponderEliminarLa Dama Blanca, así dicen que es "ella" a veces, en tu escalofriante relato acudió a la cita sin que el citado la descubriera, enmascarada belleza y un beso, el último, por lo menos ese gesto.
Besos admirados.