TEATRO, MÁSCARAS Y APARIENCIAS
Cuando llegó a casa, su marido dormía
plácidamente. Ella, por el contrario,
aún traía la respiración entrecortada, la carne trémula, la piel húmeda
transpirada de sudor, los labios desprovistos de carmín, borrado su rastro por la gula avariciosa de otros labios y el
corazón varado para siempre en otra orilla.
Tuvo
que hacer un enorme esfuerzo para aparentar normalidad. Cada día le resultaba
más difícil parapetarse tras la máscara de amante y fiel esposa, pero era
necesario. Jamás lo dejaría. Fue mucho lo que lo había amado y enorme el cariño
que aún le tenía. El no merecía añadir al sufrimiento de su enfermedad
degenerativa, el conocimiento de su infidelidad.
Parapetado tras su sueño fingido, aparentaba
una felicidad y placidez que estaba lejos de sentir. No necesitaba tener
abiertos los ojos para admirar y desear la esplendorosa madurez de su cuerpo,
tantas veces amado. Su enfermedad había ido despojándolo del vigor necesario
para el juego del amor y eso le hacía
sufrir. Hace tiempo que era consciente del engaño. Una mirada ausente, un móvil
olvidado, un teléfono que cuelga cuando
es su voz la que responde, mil pequeños detalles delatando la furtiva
existencia del otro. Pero tenía que seguir aparentando ignorancia, felicidad,
ganas de vivir. No podía delatar el engaño. La amaba y entendía su derecho a
ser feliz.
Ambos, protagonistas. Intérpretes de unos
personajes que ya no encajaban en su piel. Papeles de una farsa,difíciles de
interpretar con convicción. Actores de una obra abocada a un triste desenlace.
Un bote de barbitúricos, un semblante feliz,
ahora sí y para siempre, una carta de despedida expresando el deseo de acabar
con el calvario de su enfermedad, agradeciendo toda una vida de felicidad
compartida y el ruego de que buscara en otros brazos, una vez apagado el dolor
inmediato, la felicidad que sin duda merecía, constituyeron el inesperado epílogo a una obra teatral plagada de máscaras y apariencias
al servicio de un cariño mutuo.
Más manifestaciones teatrales en el blog de nuestra amiga Neo
Excelente relato el que nos regalas, Pepe. En esos casos de mentiras sabidas y engaños consentidos, siempre sobreviene un final doloroso, no hay escapatoria. Siempre la verdad -creo- es mucho menos cruel y más digna que cualquier engaño consensuado.
ResponderEliminarCreo que en el caso que nos cuentas, el de ella no resultó ser un amor muy sincero, quizás fuera algo más parecido a la lástima...y mucho más humillante, claro.
Muy buen aporte juevero!
Muchas gracias por participar.
Que historia triste; se ve que un día se quisieron mucho, tanto que les hizo cuidarse uno al otro enmascarando situaciones y sentimientos para no lastimarse.
ResponderEliminarEl tipo la está liberando hasta en el último mensaje, quitándole cualquier culpa que pudiera sentir ella y habilitándola a que siga su vida. Un último gesto de amor.
Un abrazo
Estas mácaras son menos máscaras que las demás, en otras impera la hipocresía. El la quiere y entiende que busque lo que ya no puede darle. Ella intenta que sufra lo menos posible. Son situaciones muy duras que impone la vida y no hay que darle más vueltas.
ResponderEliminarUn besito.
El cariño siempre está, por otro lado, la pena y la necesidad, los dos de alguna manera tienen un mismo papel en esta obra de vida, lógicamente desde la circunstancia que cada uno individualmente tiene en la relación. Al final alguien tiene que mirar hacia la realidad... creo que pierden los dos en este final.
ResponderEliminarBesos!!
Alguien dijo que el amor es una concepto que comporta alegría... sí, mientras la persona a la que quieres sea feliz, porque si ella no puede serlo... tú tampoco.
ResponderEliminarBeso de cuatro.
Qué triste y dolorosa situación la que nos cuentas, pero qué bien lo haces!
ResponderEliminarEl relato, genial!me ha gustado mucho.
Un beso.
Amor auténtico, amor incluso que tolera la pérdida, que acepta que ella continua, que él termina. Un amor inmenso y sincero, generoso hasta lo indecible. Y es que yo creo que se quisieron de verdad, luego ocurrieron sucesos, años, la vida e incluso el derecho a abandonarla cuando así se quiera.
ResponderEliminarSi hubo máscaras al final cayeron. Besitos emocionados.
Quién ama más, ambos fingen por amor. Ella aguanta por amor y el permite por lo mismo.
ResponderEliminarSituaciones muy difíciles y que solo se pueden entender desde dentro.
Me ha encantado. Me recordó la novela "El amante de lady Chatterley".
Un abrazo.
Leonor
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ResponderEliminarCruda y triste la historia que envuelve tu relato. El amor sincero es capaz de generar enormes sacrificios, como el de tu protagonista. Lo suyo si que era amor verdadero.
ResponderEliminarMe refiero a él, claro.
Me gusta mucho la forma en que lo has relatado.
Un abrazo.
Tremenda la historia Pepe, es el amor verdadero, sacrificarlo todo para que quien más amamos consiga una felicidad que uno no cree poder darle. Ambos escondían su vida y su relación detras de una máscara, uno de ellos, probablemente el que más amaba, decidió quitársela para siempre.
ResponderEliminarBueno de verdad Pepe.
Un abrazo
Que gran sacrificio, y cuanto amor hay en esta entrada. Muy bien expuesta la situación, y magnificamente resuelta al final. Soberbio!!!
ResponderEliminarSaludos muy cordiales,amigo.
Estas enfermedades son espantosas y difíciles de llevar. la tentación es muy grande, y la decisión por el gran amor que aun le tiene más.
ResponderEliminarEntrañable y bien construido relato.
Un abrazo
Yo hubiera vivido los últimos meses diciendo la verdad. Buen trabajo
ResponderEliminarQue buen relato Pepe, por desgracia hay muchas enfermedades que destrozan vidas. Aquí las máscaras dejaron ver parte de la realidad. Es un tema duro y triste, pero lo has narrado de una forma genial. Besitos dobles.
ResponderEliminarcreo que de alguna forma algunos llevan ese teatro y aquellas mascaras en su vida
ResponderEliminarEmpecé pensando que el último párrafo tal vez sobraba y cuando te lo iba a decir veo que ese párrafo, aún tan duro, añade ternura, deja aún más claro el profundo y verdadero amor de él.
ResponderEliminarAbrazos, amigo.
Muy bueno el relato. Hay por parte de los dos protagonistas un sentimiento de cariño y respeto que va más allá de las palabras y los actos.
ResponderEliminarBss.
Convicción; que palabra más adecuada para la historia. La convicción de dejar feliz al otro, como una obligación. La liberación final, ese acto final es triste pero todo un acto de amor, demasiado. Fuerte y contundente relato, impecable construcción. Saludos Pepe
ResponderEliminarUna obra teatral más en este escenario que es la vida, el amor tiene caminos inesperados. Igual de haberlo hablado el desenlaee hubiese sido otro
ResponderEliminarUn abrazo Pepe.
Un final triste, una obra que a pesar de todo las máscaras habla del amor hacia el otro, del cariño y la delicadeza a no hacer mayores daños.
ResponderEliminarUn relato maravilloso Pepe, con un final donde cae el telón y la gente aplaude de pie.
Un abrazo.
Si ella fingía por amor y el aceptaba por amor, ¿qué provocaba las máscaras? ¿la desconfianza?.
ResponderEliminarNo digo que no entienda esa forma de sacrificio, pero conlleva añadir lastre y dolor a corazones que ya sufren.
Muy buen relato.
Un abrazo
ibso
La enfermedad cruel puede cambiar la vida de más de una persona. Normalmente para mal, como es este caso. Y sí, en muchas ocasiones, se aparenta normalidad cuando se sabe que el otro está fingiendo, a veces, toca eso.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, ola de mar...
ResponderEliminarQue duro relato Pepe. Y todo por no saber decir, por no atreverse. ¿ Por qué no hablar, y decir cuáles son sus necesidades de vivir con él pero también en otros brazos? ¿ Por qué morir sólo para que ella feliz, en vez de decirle cuánto entiendo que le sea infiel?
Máscaras. Las tenemos. Yo también, claro, por defensa. Y un día resulta que no distingues la máscara de lo que eras y te conviertes en el di sfraz. Aún así, siempre, por algún miedo, escondemos una parte de nosotros. Pero cómo podríamos ser amados pos completo si no nos la quitamos?
Pepe, he vuelto a blogspot, a escribir allí. Quizá un cambio de aires me anime. Aún lo tengo ahí, a medias la configuración y esas cosas, pero lo tengo abierto. Os echo mucho de menos..mucho
Un beso
del
Aire
Ambos saben de las mascaras del corazon pero nadie se atreve a dejarlas caer. Y todo se va carcomiendo.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato.