Desde que la vió por primera vez presentando las noticias, quedó prendado de ella. Ejercía sobre el un magnetismo animal. Desde aquel día, fué apoderándose de su ánimo una obsesión enfermiza por conseguir acercarse a ella, por conocerla primero, por conseguirla después. Intimar y hacerla suya lo antes posible se había convertido en su única ocupación. Utilizó todos los medios a su alcance para ello. Investigó sus rutinas de vida diarias, sus hábitos y costumbres, los sitios que frecuentaba, indagó la existencia de posibles amigos comunes. Hace dos meses que consiguió que los presentaran en una fiesta. A partir de ese día había logrado estar presente en su vida cada vez con mayor asiduidad. Ella accedió a salir con él con la única condición de la privacidad. Nadie debía saber que salían juntos. Era famosa y no quería ser objeto de la crónica social. Se veían en sitios distantes y discretos.
Hoy
era el día largamente soñado. Finalmente había accedido a la
invitación de él de cenar en su casa aunque le advirtió que
llegaría lo suficientemente tarde como para no ser vista. Hoy por
fin pasaría la noche con ella, la haría suya.
Había
cuidado hasta el más mínimo detalle. Una cena romántica, champán
francés, velas aromáticas, música suave, luz tenue. La atmósfera
adecuada para que el deseo carnal se desatara en ambos. Y sucedió.
Desnudos y sudorosos en la cama, estrechamente enlazados, su obsesivo
sueño, cumplido. Un agudo pinchazo en el cuello le hizo comprender,
aunque tarde, que nada ni nadie durante sus pesquisas, había
asociado a su oscuro objeto del deseo con una viuda negra.
Más relatos basados en argumentos oníricos en el blog de nuestro amigo El Demiurgo de Hurlingham
Las apariencias engañan
ResponderEliminarQue gran historia. Su objeto del deseo, las conductoras de noticiero lo son tanto como las modelos, actrices y cantantes, resultó ser la siniestra. Obsesionado y todo, él sólo quería seducirla, con nobles metodos. Pero ella era bella y siniestra. Tal vez los amigos en común eran complices de ella.
ResponderEliminar¡Mira que quedar atrapado de esa manera! ¡ser goloso a veces juega en contra! je je.
ResponderEliminarSupongo que después de todo es un final feliz porque consiguió su sueño aunque el precio a pagar fuera demasiado alto....
ResponderEliminarMurió con placer...
ResponderEliminarsorpresas...sorpresas impensadas te da la vida jejeje
ResponderEliminar=)
Un relato que nos va introduciendo lentamente en las distintas instancias de un encuentro amoroso que parece prometer... sobre todo placer... un placer letal e inesperado! Hay amores que matan -dicen- y aquí nos das la muestra.
ResponderEliminarBesos Pepe!
Gaby*
Se ve que motivos tenía para querer que nadie la viera. Si habrá que desconfiar... Por lo menos sintió el piquete de quién el tanto quería, aunque fuera letal.
ResponderEliminarUn beso!
Vaya mala suerte, enamorarse de la persona equivocada; pero eso es lo que tiene la atracción, no es lógica.
ResponderEliminarUn abrazo
Despues de tanto desear el desenlce no puede ser menos inesperado. Buena atmósfera la que has creado.
ResponderEliminarBesos.
Una historia, que entraña una crítica al mundo de la imagen...El precioso envoltorio que nos regalan es un engaño, que encubre la frialdad y soberbia del ego, que tiene enclaustrada a su propia alma...Mi felicitación y mi abrazo grande por tu creatividad, Pepe.
ResponderEliminarM.Jesús
Y tuvo una muerte dulce...quizá buscada o soñada...
ResponderEliminarBuena inventiva la de este relato.
Un abrazo
Y tuvo una muerte dulce...quizá buscada o soñada...
ResponderEliminarBuena inventiva la de este relato.
Un abrazo
Un muy buen relato con un final muy sorprendente. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso grande.
Buenos días, Pepe:
ResponderEliminarGran relato,
Hay relaciones que resultan fatales, tanto por su resultado como por lo inevitable de que esto ocurra. Y hay idealizaciones que nos llevan a ver como nuestra “dulcinea” a quien es un mal nicho.
En tu relato encuentro combinados estas relaciones e idealizaciones,
Un abrazo, Pepe.