Atrás quedaba el largo
proceso que nos había llevado hasta allí. Ambos sufriamos aunque
no en igual medida ni de la misma forma. Tú en el quirófano, yo
dando vueltas por el pasillo incapaz de contener los nervios y
anhelando un cigarrillo, hábito que había dejado hacía unos meses,
que me ayudara a paliar mi estado de ansiedad.
Ciertamente, no existió
premeditación por nuestra parte. Simplemente la casualidad o el
caprichoso destino se habían confabulado para llevarte precisamente
un 13 de Junio, día de tu onomástica, al hospital.
Todo comenzó en Las
Palmas de Gran Canaria. ¿Te acuerdas?. Pasabas por un estado de
tristeza crónica causada por un trauma físico y emocional. Pensé
que ambos necesitábamos olvidar lo ocurrido y allá que nos fuimos
en un intento de recuperar la serenidad perdida.
Nueve meses después de
aquel providencial viaje, con el cigarrillo ya encendido, con la
sonrisa en los labios, impaciente y nervioso, pensaba en aquel aborto
que tuviste del que hubiera sido nuestro segundo hijo después de
cinco meses de gestación y en el maravilloso regalo que estabas a
punto de recibir en el día de tu santo, el nacimiento de nuestra
hija Yolanda, fruto de aquel viaje y de nuestros esfuerzos por
recuperar nuestro mejor estado anímico.
Desde entonces, ese doble
acontecimiento tu santo y su cumpleaños, son motivo de especial
celebración como se merece un acontecimiento tan importante en
nuestras vidas.
Podeis celebrar más cumpleaños en el blog de nuestro amigo Max Estrella
Hermosa historia que nos habla del poder de sanación que nos brindan el amor y la esperanza. Un fuerte abrazo, Pepe.
ResponderEliminarComplementados ambos cumpleaños. Que de uno, no muy feliz, viene el otro con un sobre poder de sanación psicológica. Es un relato compungido, realista, original.
ResponderEliminarBeso
Está claro que el amor todo lo puede cuando no lo acosamos y cuando ayudamos a que haga su arte.
ResponderEliminarPreciosa historia a pesar de algún que otro amargo recuerdo pero la vida son pasos hacia adelante.
Un beso enorme.
Una bonita historia digna de ser cierta y de ser celebrada cada año.
ResponderEliminarTracy la realidad supera a menudo a la ficcion. Es totalmente cierta. Yolanda es mi hija y todo lo que aquí cuento sucedió realmente.
EliminarUna historia preciosa que seguro recordáis cada vez que celebráis el cumpleaños y el santo el mismo día. Estas casualidades siempre me llaman mucho la atención, aunque quizás no lo sean tanto...
ResponderEliminarUn beso
Después de leer tu hermoso relato, vuelvo a sentir que la vida nos deja fechas grabadas en el alma...Quizá para decirnos que nada es casual, que el universo mueve los hilos de la causalidad y nos devuelve todo el amor que vamos dando...Mi felicitación y mi abrazo, amigo.
ResponderEliminarM.Jesús
Sentí la historia como verdadera, he leído en un comentario que lo es, me alegro de la coincidencia, en mi familia hay una y siempre fue una alegría doble. Abrazos
ResponderEliminarBella historia, me quedo sin palabras
ResponderEliminarUn beso, Pepe
Una preciosidad de historia y más si podemos pensar todo lo que hay o puede haber detrás...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gracias por participar en este cumpleaños bloguero..
Desde luego que esbonita la historia, muy dyuce y entrñable que dice mucho de la clase de personas que sois. un beso muy fresco desde el Norte del norte.
ResponderEliminar¡Qué historia más hermosa! ...y aún sin conocerte mucho, siento que bien merecido está ese final; enhorabuena Pepe!
ResponderEliminarUn beso.
Que bonito regalo y recuerdo imborrable. Un saludo.
ResponderEliminarEsa pareja tan fuerte, tan enamorada que a tanto admiro y que no me hace pensar de manera negativa en los matrimonios, no mereció nunca tal dolor, estoy segura.
ResponderEliminarBrindo por vosotros por la vida y vuestro amor.
Un beso
del
Aire
Preciosa página de vuestras vidas que nos regalas hoy. Celebrad por muuuuuchos años.
ResponderEliminarUn abrazo
Esa preciosidad, menuda en su momento, seguro que acabó por elevar el ánimo a ambos. Ese sí que fue un bonito regalo onomástico. Seguro que cada año recordáis el incidente y seguro también que la niña os ha pedido cientos de veces que le contéis la historia de su nacimiento.
ResponderEliminarUn beso a los dos.