Me ha surgido una
circunstancia imprevista cuando decidí hacerme cargo de la
coordinación de este jueves, que me hace imposible dedicar tiempo a
una entrada para el tema propuesto por mí. Dado que como anfitrión
no debo faltar a mi propia convocatoria, os dejo un escrito que
publiqué allá por el 2010 que creo responde bien al tema propuesto.
Alguno de vosotros es posible que lo recuerde pero creo que para la
mayoría será nuevo.
UN PUNTO DE LOCURA.
El sonido del reloj le hizo levantar los ojos. Las doce de la mañana. Miró a sus compañeros. Las mesas de trabajo, perfectamente alineadas y jerarquizadas. Al fondo, dominándolo todo, el Director del Departamento. Delante, tres mesas para otros tantos oficiales administrativos, y delante de estas, a su altura, cinco mesas servían de lugar de trabajo para cinco auxiliares entre los que se encontraba. Aparte del tamaño de las mesas y la posición jerarquizada de las mismas, nada les diferenciaba en el aspecto personal. Ellos con traje gris, camisa blanca, discreta corbata, pelo corto, zapatos brillantes. Ellas, traje de chaqueta, camisa de seda, zapatos de tacón medio, discreto maquillaje y elegantemente peinadas.
En todas las mesas, a un lado, expedientes perfectamente amontonados, al otro lado, idénticas pantallas de ordenador, ubicadas en el mismo extremo de las mesas. La luz, blanca, fría y uniforme.
Cada uno de ellos conocía a la perfección el trabajo a desarrollar. Era el mismo de ayer, el mismo de hace una semana, un mes, el mismo del año anterior,… el mismo de siempre. Así desde el día en que se sentó por vez primera en su mesa de auxiliar, hacía ya quince años.
Reinaba la calma, habitual y monótona. Sin embargo, una extraña sensación de ahogo comenzaba a apoderarse de él. Primero fue un ligero estremecimiento. Después un sudor frio, empapó todo su cuerpo mientras poco a poco, el sentimiento de ahogo fue a más y comenzó a faltarle la respiración hasta que estalló su personal tormenta.
De un manotazo, arrojó al suelo la pantalla y el teclado de su ordenador. Los expedientes que un momento antes se amontonaban en perfecto orden en un extremo de su mesa, volaron por los aires y un tremendo grito liberador, puso fin a ese sentimiento de ahogo que le impedía respirar.
Le dijo al director, saltándose el orden jerárquico que se iba, y se fue. No quizo oir la oferta de vacaciones, tampoco quiso que lo despidieran lo que le hubiera permitido una indemnización por despido, no atendió a razones. Sólo atendió a la imperiosa llamada de su corazón y se marchó.
Sus compañeros lo vieron meses más tarde en una feria de artesanía. Vendía collares elaborados por él. Su atuendo en nada se parecía al “uniforme” de trabajo que ellos conocían tan bien. El traje había sido sustituido por unos pantalones amplios de rayas moradas y rojas, la camisa, por una camiseta de color indescriptible, la corbata había sido reemplazada por un collar, los zapatos por unas chanclas de cuero y al pelo le habían crecido unas hermosas rastas. Lo que más llamó su atención, sin embargo, es que su cara que antes reflejaba aburrimiento y tedio, lucía ahora jovial y reflejaba en todo su esplendor esa tranquilidad de espíritu que es patrimonio de los hombres libres.
Pepe.
El resto de relatos de esta convocatoria los podeis disfrutar en este mismo blog, algo más abajo
Me encantó lo de "el patrimonio de los hombres libres" aunque yo hubiese usado el genérico de "personas" jeje pero no vamos a fijarnos en esos detalles 😁😁😁 me encantó leerte Pepe. Muchas gracias x coordinar pese a tus apremios de horarios. Un abrazo 😊
ResponderEliminarDisculpado estás de sobra ..y me pareció un buen texto y además genial para ese toque de locura que en este caso eligió de su aburrimiento trabajo a pasar a ser como has definido a ser un hombre libre y feliz .
ResponderEliminarUn abrazo y feliz jornada.
Una bonita ficción, una utopía para muchos y la libertad para los que tienen, de verdad, un punto de locura.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Saludos.
QUé gozada, qué momentazo... ojalá ese punto de locura, seríamos todos más felices ;)
ResponderEliminarBss
Me ha parecido muy adecuado, te ha sido útil tenerlo archivado. Genial para una defensora de la locura. Abrazos
ResponderEliminarEl protagonista decidió ser fiel a sí mismo y ahora está en paz, consigo mismo y muy a gusto. Dejó atrás el vivir "como se debe" haciendo lo que se espera de él, etc. Y eso es muy beneficioso para él y para quienes le rodeean.
ResponderEliminarMucha suerte con la operación de tu mujer.
Cariños.
Ahh, y para mi era un relato nuevo. Gracias.
ResponderEliminarEstos cambios drásticos hoy día se están produciendo con alguna frecuencia, señal de que el personal está harto de esta vida encorsetada que llevamos y no conduce a ninguna parte , sólo a estrés y depresiones.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
No hay más libre que aquel que lo es en mente. Estas locuras son las que nos hacen sentir vivos.
ResponderEliminarNo te había leído esta entrada en su fecha pues no hace tanto que nos cruzamos pero bien ha merecido la pena.
Un beso.
La libertad es lo más bello si nace de una mente libre!! muy bueno!!!
ResponderEliminarHabra' que seguirlo a vender collares por las Antillas o Nusa Dua ,Felicitaciones muy buena historia ,un abrazo
ResponderEliminarHola Pepe; Con un poco de retraso te mando mi aportación, en la confianza que lo enlaces con los demás compñeros. Me ha gustao mucho tu historia de al oficina.
ResponderEliminarhttp://msalaportagmail.comblogspot.com.es.
Me encantó el giro que dio el relato y que decidieras volver a publicarlo para esta convocatoria, y así poder leerlo.
ResponderEliminarMil gracias por hacer de anfitrión.
Un besazo
Para mi que es la primera vez que lo leo me parece un relato fantastico, muy bien por tu protagonista, solo tenemos una vida para dar pinceladas de colores, el gris es para otra cosa. Me ha encantado, besos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Tomo una buena decisión que no todo el mundo se suele atrever, y por supuesto le salió bien; porque uno es feliz haciendo lo que realmente le gusta.
ResponderEliminarMuy bueno.
Muchos besos, Pepe.
Le habría venido bien que lo despidieran pero todo cambio que haga feliz, es algo interesante para hacer.
ResponderEliminarY entra muy bien en tu jueves.
Saludos.
Liberador, cuando se pierde todo es cuando te das cuenta que no tenías nada, hay momentos que nos hacen ver que estamos en el lugar equivocado, por un ahogo, por una melancolía, por tantas cosas, es muy bueno tu relato.
ResponderEliminarSaludos
Que lo hayas tenido guardado de hace unos años te ha venido bien para publicarlo ahora en tu propia inciaitiva, no hay mal que por bien no venga, como dice un refrán, y además, nosotros hemos podido leerlo.
ResponderEliminarTiene su punto de locura desde la libertad para encontrar la felicidad.
Me encantó la última frase, un broche de oro final: +++patrimonio de los hombres libres***.
Un placer leerte, y haber participado, Pepe.
Besos enormes.
Lo leí en su momento y no sé que sentiría entonces después de la lectura, pero ahora le entiendo, una liberación de una vida tan ominosa no puede llevar sino a la felicidad.
ResponderEliminarMe gusta la perspectiva desde la que lo cuentas.
Un abrazo.
Eso si que es un punto de locura. Se acabó lo monótomo, viva la aventura; pero está claro que cuesta tomar una decisión como esa, se ha de ser bien valiente.
ResponderEliminarUn abrazo
Un valiente.
ResponderEliminarOjalá muchos lo fuéramos
Un beso
del
Aire