28 de abril de 2010
SOLEDAD ¡Este jueves un relato!
Sucedió en nuestro Camino de Santiago en Octubre del pasado año. Hacíamos el Camino andando dos parejas amigas y yo. Toñi, mi mujer, no hacía camino, o al menos, no nuestro camino. Tenía la sacrificada misión de prestarnos apoyo logístico.
Habíamos salido de Orense muy temprano con destino a Cea. Toñi se quedó en el hotel para coger más tarde un autobús de linea hasta dicha población, donde buscaría hospedaje y algún restaurante en el que reponer fuerzas cuando llegáramos.
Había visitado un manantial de aguas termales muy famoso, un mercado de flores y se encaminaba a gestionar la forma de llegar hasta Cea, cuando un anciano, sentado bajo la marquesina de lo que parecía ser una parada de autobús, se dirigió a ella.
- Oye, tu no eres de aquí, ¿verdad?
Toñi, distraida en sus propios pensamientos, se sobresaltó un poco. Sin embargo, el aspecto entrañable de aquel anciano le inspiró confianza y le respondió:
- No. Estoy de paso. Me encamino a la estación de autobuses para ver si alguno sale próximamente para Cea.
-Pues yo estoy aquí, descansando, tomando el sol hasta que sea la hora de entrar a misa.
Intuyendo la necesidad de compañía de aquel hombre, con la excusa de tener también ganas de descansar y manifestando no tener prisa, se sentó a su lado a conversar.
Durante el rato que con él estuvo, el anciano le dijo que era de Lalín, una población cercana, donde tenía una casa, que sus hijos vivían y trabajaban fuera de Galicia, que se había quedado viudo, que vivía en una residencia de ancianos, que se sentía muy solo, que le gustaría encontrar una mujer amable y cariñosa como ella.
Todo esto, antes de hacerle la insólita proposición de que se fuera con él, a su casa, la de toda su vida, en Lalín, con la promesa de que nada le faltaría, sólo a cambio de compartir su vida, sólo a cambio de un poco de compañía para los últimos años de su vejez.
Toñi, acordándose de su padre ya fallecido, se vio embargada por un sentimiento de ternura hacia aquel anciano. Le costó mucho decirle que estaba felizmente casada y que se reuniría con su marido dentro de unas horas en Cea.
Después siguió conversando con él durante un buen rato hasta que las campanadas de la iglesia, anunciando la misa, marcaron el final de esta historia, fiel reflejo de una soledad más, la de una vejez desprovista de afectos en la que se encuentran muchísimos ancianos.
Pepe.
Os dejo a continuación el vínculo a una reflexión personal, a la reedición de una entrada que publiqué en spaces sobre una soledad bien distinta, la soledad que te inunda cuando en un momento de tu vida, sientes que te fallan todos los pilares de tu existencia. Es mi segunda reflexión sobre la soledad que espero que os guste.
Radiografía de la absoluta soledad
Más relatos en el blog de María José
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PEPE,has descrito magistralmente esa soledad impuesta,la que no buscas.Por ello te aferras a cualquier asomo de amistad y charla.
ResponderEliminarmuy bello.
Besos.
Genial ese camino, ese encontrar el momento para parar y ofrecer al solitario un poco de nuestro tiempo, aunque luego se quede de nuevo solo, lo estará en el corazón algo menos.
ResponderEliminarUn encuentro inesperado de humanidades, un escuchar al desconocido, un darse cuenta de las soledades que nos rodean sin que las veamos. Lo dices Pepe, con tu sencillez magnífica que conmueve. Bsitoooos.
Por desgracia lo que cuentas es cierto. Hay mucha soledad y especialmente en aquellas personas mayores.
ResponderEliminarMi madre vive en una residencia de ancianos y en ocasiones me siento muy culpable y también me lo hacen sentir. Pero...
Me has emocionado mucho
Ahora tengo prisa, pero prometo entrar en el enlace para seguir leyendo.
Un abrazo y te sigo
Es verdad Pepe.
ResponderEliminarLa soledad de los ancianos es la mas triste de todas. Nosotros si nos sentimos solos, no dudamos en conectarnos a Internet, o ir al cine, o al bar de la esquina donde podemos toparnos con algún conocido; ellos se sientan en un rincón donde les dé un poco de sol y esperan, por qué no decirlo, la muerte. Es tremenda esa soledad forzada.
Un abrazo.
Un relato tristemente cierto. Cuántas personas se sentirán igual? Ser mayor y anciano es un grave problema para uno y para los demás. Creo que la sociedad no está preparada para los mayores, en absoluto y desafortunadamente.
ResponderEliminarAl menos un tiempo no estuvo solo. Bravo por Toñi.
besos a ambos.
Asi ocurre que los ancianos(es algo que me toca el corazón de lleno)son una "asignatura"pediente y suspensa en esta sociedad.
ResponderEliminarNO juzgo a quien deja a sus padres en un rincón solitario de amor ,pero sí pienso,siento que ellos no lo harían.
Sï pienso y siento que hay tanto dolor en ellos que "su momento" a vece se acerca antes de tiempo.
Vivo la ancianidad de mi mamá y aún estando en casa,miro sus ojos,sus manos...cada arruga es un retazo de vida,de entrega,de silencio,de amor...
NO es extrañoq eu el señor pidiera un SOS a Toñy.Quién no loo haría estando así?
AL menos,Toñy supo ser generosa por un rato y compartió sus palabras y escuchó que en defintiva es lo que más necesitan .
Un besuco cálido para esa mujer que tienes por esposa y otro para tí,amigucos
Gó
estoy segura,,,
ResponderEliminarque me hubiese provocado lo mismo que a Toñi,,,
esa mezcla de ternura,,,
con no saber que hacer,,,
con que nos tocará a esa altura,,,
pero por un rato,,,
éste anciano,,,
no tuvo a la soledad en su diccionario,,,
belllo Pepe
besosos desde mi siesta
A veces pienso que con la de gente que está sola, como es que no se encuentra compañía, a veces pienso que es la misma soledad, quien se encarga de subsistir impidiendo encuentros para sobrevivir.
ResponderEliminarDale un besazo a Toñi de mi parte porque tiene que ser una mujer estupenda, miles de besosssssssss.
En mi camino, yo he encontrado algunas cosas.
ResponderEliminarTambién, me dan conversaciòn de una manera inesperada.
En cuanto a la radiografía de la soledad màs absoluta. me ha venido bien, haber reconocido en mí esos síntomas. Aquellos a los que has hecho referencia, del desinterés.
Es verdad, que haber salido, serà muy lento.
Tésalo
Magnífico relato.Has ido describiendo de una forma detallada y muy amena, toda la historia que tuvo que pasar tu mujer.
ResponderEliminarAmigo mío, es que la soledad no buscada, es muy fea. Y se hace lo indecible para salir de ella.
Me ha gustado mucho tu relato.
Un saludo.
Generoso el que regala un poco de su tiempo para quien solo pide un poco de atención y dejar de ser ese hombre invisible de la esquina que tiene su historia, tuvo su vida y hoy cuenta solo con su soledad.
ResponderEliminarTu mujer sin duda demuestra tener un buen corazón, y tú la felicidad de contar con ella.
Enhorabuena!!
Un abrazo
Coincidimos en el tema porque ronda en nuestras cabezas, precisamente por la soledad que conlleva esa etapa ultima de nuestra vida, que ya es dificil de vivir "per se".
ResponderEliminarA mi me ha encantado el segundo en el que decsribes muy bien las desnudez en la que quedamos como humanos que somos cuando algo inesperado o traumatico nos sucede.
Me gusta leerte, Pepe.
Besos
Triste es la soledad en cualquier etapa de la vida, más aún cuando uno se encuentra en la cuesta abajo.
ResponderEliminarEl relato muy preciso y fluido.
Y digo yo: ¿el vejete no le diría eso a todas?
Dramatico y realista,un cuadro desriptivo de la sociedad en que vivimos y donde a diferencia de la actual,nuestros ancestros reivindicaban el aciano por su sabiduria,¿Asi estamos no?
ResponderEliminarsaludo cordial
Hace poco me pasó algo similar en la parada del autobús. No llegó a proposición de matrimonio, pero por las preguntas que me hizo el buen hombre, parecía que iba en camino. Y que pase esto en Galicia, donde las familias siempre han estado unidas, viviendo juntos dos y tres generaciones... Pero sí, todo se pierde, empezando por las buenas costumbres.
ResponderEliminarHola Pepe.
ResponderEliminarMe ha emocionado leer tu relato. Es una imagen real de lo que nos toca vivir a estas generaciones. Las costumbres han ido cambiando, y casi no hay ancianos en las familias. No porque no los quieran cuidar, simplemente porque ya no les dejamos sitio para compartir por la vida tan estresante que nos hemos montado. Como ese anciano de Lalin habrán miles. Y aquí estamos, sin ser capaces de alegrarles lo suficiente la existencia, a pesar de merecerlo. Y dicen que progresamos...
Me imagino que sería reconfortante la atención que Toñi le dispensó a su ocasional vecino de parada de autobús. Dice mucho en su favor.
Un abrazo.
Maat
Pepe, una soledad más, la de algunos ancianos, que has contado con detalle y ternura.
ResponderEliminarY detallazo de Toñi, no todos estan dispuestos a regalar unos minutos de su tiempo a otros seres, aunque en esta ocasión recibiera una oferta tentadora.
Abrazos
pepe, en cuant0 a...sabes, p0se0 una edad de 47...y una decisi0n que he t0mad0 es que a mis 60, si lleg0, es que me gustaria c0mpartir casa y vida c0m0 ese señ0r...per0 sin el am0r de p0r medi0...ay, si se me cumpliera...¡¡¡
ResponderEliminarbes0s median0s.
Paso por aca a dejarte un saludo especial...
ResponderEliminarQue triste es la soledad...
Pero es capaz de inspirarnos grandes ideas...
A veces hay que saber abusar de ella, antes que abuse de nosotros y tome total control...
Te espero por mi portal de sueños cuando puedas: http://ununiversodeideas.blogspot.com/
Saludos...
Lo que nos cuentas es una de esas vivencias que no se olvidan por muchos años que pasen. Estos días un corto que he visto en el blog de Mª Mercé, pero también está en la pagina de Lapices para la paz, me ha hecho pensar mucho en los ancianos, y justo lo que pienso de ellos, lo cuenta ese corto, si puedes no te lo pierdas, se llama Capicúa. Besitos dobles
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