Vivo sin vivir en mí
Y tan alta vida espero
Que muero porque no muero
Santa Teresa de Jesús
No tenía razón Santa Teresa. La única circunstancia que nos priva de la vida y no es necesario ser muy inteligente para llegar a la inevitable conclusión, es la muerte. De la misma manera en que podemos decir con rotundidad que lo que más adelgaza es no comer, podemos afirmar que lo que más mata es morir.
Por encima de cualquier otro objetivo, el principal oficio que nos toca desempeñar es el oficio de vivir. A él dedicamos la mayor parte de nuestros esfuerzos. Conscientes de nuestra finitud, el instinto animal nos lleva, en un lógico afán de trascendencia, a procurarnos descendencia con la que asegurar la perpetuación de nuestros genes, de nuestra especie.
Una cuestión bien distinta es la forma de vivir. Todos los seres humanos perseguimos la felicidad y será nuestra distinta percepción de la misma la que determine en gran medida nuestras pautas de comportamiento, nuestra forma de vida.
Es así cómo surgen un cúmulo de necesidades cuya satisfacción nos acercará al estado de felicidad deseada. Es en este contexto donde cobra sentido la frase “No podría vivir sin…”. Como decíamos al principio, lo único que nos priva de la vida es la muerte. El “vivir sin”, nos hace la vida más ingrata, menos deseable, menos feliz, pero no por eso deja de ser vida.
Lamentablemente tenemos pocas opciones de ser los principales artífices de nuestra felicidad. La Naturaleza por un lado y la sociedad por otro, se encargan de alejarnos de ese estado ideal. Por mucho esfuerzo que hagamos, nunca lograremos ser felices del todo, ni ser felices siempre.
Circunstancias como la enfermedad o la muerte de un ser querido, son ajenas a nuestra voluntad y poco o nada podemos hacer por evitarlas. Son carencias que nos alejan de la felicidad y ante ellas lo único que nos queda es aprender a “vivir sin”. Nuestra debilidad , nuestra incomprensión de estos episodios lleva a algunos a achacar su autoría a deidades, omnipotentes seres superiores que manejan nuestro destino a su antojo y capricho y que nos prometen una vida después de la vida. Pobre remedio para nuestra incapacidad de adaptación a “vivir sin”.
Alimento, vivienda, educación son otras necesidades cuya cobertura nos proporciona bienestar. Son necesidades básicas que cada uno en la medida de sus posibilidades se esfuerza por satisfacer. Es en este escenario en el que se desarrolla la más cruenta de las batallas. El hombre contra el hombre. El poder de unos pocos contra las necesidades de muchos. Paro, analfabetismo, hambre, ausencia de medios frente a las enfermedades, explotación, marginación, son crueles exponentes de una sociedad, la humana, donde el hombre bien poco importa. Son estas básicas carencias, a todas luces evitables, las que mayor frustración provocan en el ser humano. Son las más cargadas de argumentos para llevarnos a sentir que no “podríamos vivir sin”.
Nosotros mismos, a veces, equivocamos los pasos en nuestra búsqueda de la felicidad y fijamos su consecución en objetivos ilusorios, paraísos artificiales que, como el alcohol o las drogas, parecen acercarnos a ella cuando en realidad están destruyendo en nosotros cualquier posibilidad de ser felices. Creamos así un estado de dependencia que nos impulsa a decir, aún a nuestro pesar, que no “podríamos vivir sin”.
Concluyendo, parece claro que, puesto que respiro, el corazón me late, y la neurona me permite razonar mínimamente y escribir sobre la vida, vivir, lo que se dice vivir… ¡vivo!. Es un contrasentido afirmar que “no podría vivir sin”, puesto que lo estoy haciendo. Otra cuestión muy distinta es la forma en que nosotros mismos hacemos, la sociedad y la Naturaleza hacen, que esta vida sea más o menos armónica con la satisfacción de aquellas necesidades que nos obligan a exclamar “no podría vivir sin”.
Más reflexiones sobre el hecho de existir en el blog de GUS
Pobre Teresiña, a mi modo también la citaré en mi Jueves, era su forma de vivir, lo místico, tenía derecho.
ResponderEliminarA la postre todos llegamos vivos a la muerte, mientras, al CARPE DIEM, cada cual a su manera, a sus entendederas, a pellizcar instantes de felicidad, que no existe total, eso creo. Vivir respetándose y siendo respetado, !vivir, que son cuatro días!
Escribiste, Pepe, demuestras existir y comunicar con letras a través de este fragil éter. Un cariñosos besito.
la vida y la muerte ,caminan junas de la mano,eso es algo palpable.como bién dices ,es el modo en el que vivamos,por un lado la sociedad y por el otro nuestra mentalidad de vida.En mi modesta opinión,sea la vida que me haya tocado vivir,la viviré a tope,ya que nunca se sabe cuando pueden llamar a tu puerta.
ResponderEliminarBesos,Pepe.
Morgana.
Si, Pepe, vivir se vive, pero lo más importante es cómo. Tú bien lo expresas.
ResponderEliminarPrescindir de lo superfluo, de lo banal, de lo transitorio... Siempre en este camino aprendiendo, hasta el último segundo, ojalá sigamos buscando dentro nuestro, el verdadero sentido de todo.
un fuerte abrazo jueverísimo.
Querido amigo Pepe. Cómo vivir la vida, que todos sabemos es finita...la gran incógnita. ¿cómo queremos?-¿Cómo nos dejan? - ¿Cómo podemos? Seguramente será una mezcla de todo. La sabiduría está en saber combinar las pociones de forma armoniosa y que nos hagan felices. Y así nos pasamos la vida...
ResponderEliminarExcelente reflexión.
Un besito,
La felicidad es algo diferente para cada uno de nosotros, por eso el "no podría vivir sin" varía de persona a persona como bien decís.
ResponderEliminarUno siempre puede "vivir sin", es increíble la capacidad de adaptación que tenemos cuando la situación lo requiere.
La felicidad son momentos mínimos, instantes, como fotografías que uno va tomando a lo largo del camino. Y no tenemos ningún poder sobre ella, como también decís, viene cuando quiere y se va de repente sin pre-aviso.
Un abrazo Pepe
Hay muerte porque hay vida y desde luego, tanto una cosa como la otra nos hace iguales pobres y ricos; aunque la vida puede ser mejor para los últimos. Ahora, yo te digo: No se si hay alguien superior allá arriba; pero no creo que todo acabe aquí y espero que sea así.
ResponderEliminarUn abrazo
"No puedo vivir sin.." limita nuestras actuaciones personales en la vida, hace que nos hagamos tan prácticos que perdemos el interés por lo que realmente podría darnos la felicidad, al menos yo lo veo así. El ritmo de la vida, como tu dices, prima y nos olvidamos de pasearla, vivirla y disfrutarla, la felicidad plena, no existe.
ResponderEliminarEl ser humano tiende a ser un inconformista en muchos aspectos y se pierde en la búsqueda de la misma, sin pensar que parte de la actitud de uno mismo ante la vida.
Estupenda reflexión..
Amén con todo lo dicho, vivir se vive, sin nada prácticamente, solo cubriendo necesidades básicas,ahora bien ¿como se vive?, supongo que como buenamente se puede.
ResponderEliminarMucho para reflexionar Pepe.
Un abrazo.
Pienso que la felicidad es para cada uno de nosotros diferente, cada cual la vive de una manera de tal forma que lo que para mi puede ser plenitud para otros no lo es.
ResponderEliminarLo importante es poder "vivir sin" porque como bien dices la vida acaba cuando morimos.
Una buena reflexión Pepe, me gustó porque haces pensar.
Un abrazo
Buena disquisición, vivir claro que vivimos desde que nacemos hasta que morimos, pero ¿existir?, a veces lo único que hacemos en ese largo o corto viaje es sobrevivir.
ResponderEliminarEl existir supone la realización personal y quizás ahí reside ese concepto de "no puedo vivir sin..."
Un abrazo
Me ha gustado la filosofía de vida que explicas en esta entrada, ceo que refleja lo que és en si la esencia de la vida, , de las buenas gentes que quieren vivir en paz; ante eseos terribles monstruos que ha creado la sociedad humana.
ResponderEliminarUn abrazo Pepe.
Querido Pepe, somos, existimos, vivimos, pero quien no ha dicho en algún momento "no puedo vivir sin" y condicionamos nuestra vida, todo es efímero. Siempre habrá algo o alguien con sin lo cual creamos que no podemos vivir y eso nos hará infelices. La vida son cuatro días y dos ya se han pasado. Buena reflexión amigo. Un beso grandote. (No sé si podría vivir sin salmorejo pero mientras lo tenga voy a disfrutarlo.)
ResponderEliminarFíjate que he conocido vivos muy muertos y muertos muy vivos, lo cual me plantea serias dudas de si lo que más mata es la muerte... ¡Hombre, algo mata desde luego! Creo yo.
ResponderEliminarAlgún día, quizá pueda hablar con más propiedad, mientras tanto me subo a la esencia de tu relato y ... ¡A vivir que son dos días!
Abrazos
Hay que vivir la vida lo mejor posible, sin hacer daño, ayudando y dando mas unica forma de sentirte bien contigo misma.
ResponderEliminarHermoso tu post
Primavera
Por si fuera poco, de la conciencia de nuestras carencias surge esa motivacion, que cambia nuestra vida y transciende ésta al ámbito de la familia, del entorno de trabajo... etc.
ResponderEliminarNo podría vivir sin... aunque también, a mí me basto con ... paradojicamente, algunaas veces.
Tésalo
Hola Pepe:
ResponderEliminarTarde, pero aquí estoy. Vivir también viven las plantas y los animales; lo que nos distingue a los humanos es cómo llegamos al final de ella.
Si nos hace felices escribir/leer, escuchar música, hacer deporte... no perdamos la oportunidad. No vaya a ser que esa alta vida en la que esperaba Santa Teresa, se quede en un sueño eterno sin más.
Un abrazo.
Que gran reflexión Pepe!
ResponderEliminarSupongo que cada uno tiene la medida propia de lo que necesita para ser feliz, aunque a veces cuando se consigue, se descubra que eso no traía la felicidad duradera. Y otras la vida nos trae algo mejor de lo que esperabamos.
Te dejo un fuerte abrazo