EXCLUIDOS
En un carro de compra
conseguido al descuido
de algún supermercado,
lleva sus pertenencias:
Cuatro grandes cartones,
(Tabiques, cama y manta
Para las noches frías)
Y unos pocos harapos.
Con el triste semblante
De quien espera poco
Aunque agradece todo,
Mendiga suplicante.
Incómodos con la pobreza ajena,
simplemente lo ignoran
Y pasan a su lado como si no lo vieran
Porque siendo invisible, ni siquiera da pena.
Su sustento…. indigente.
Un cigarrillo o dos,
un poco de alimento
y un mucho de aguardiente.
Y al abrigo del frío, en un cajero
Sueña tiempos ausentes,
acurrucando su mísero presente
Tan cerca de la riqueza y el dinero.
Pepe
Este jueves convoca y conduce Gastón
Tienes razón Pepe, absolutamente vigente.
ResponderEliminarMirar para otro lado...o actuar para que desaparezca esa diferencia molesta. No nos acordamos de cuando éramos emigrantes, raros, feos, molestos, "exluidos" del banquete que se ofrecía en América o Europa.
Ahora lo distinto está ante nuestros ojos con sus razones, múltiples, contradictórias, porque así es el mundo, por suerte diverso, pero también muy injusto.
Ofende la miseria, aquella que viene del barrio mismo, o del forastero, molestan ritos, caras, rasgos, acentos y hasta formas de comer o de rezar o de no rezar.
Aciertas Pepe de lleno, un besito añorado y a Toñi.
Los homeless como gustan de llamar ahora a ese colecivo de excluidos, a veces autoexcluidos, que podemos ver en muchos rincones de nuestras ciudades. Curiosamente casi inesistentes en los pueblos con modo de vida rural. ¿Será porque allí se oyen mejor y se atiende mejor esos gritos?
ResponderEliminarUn abrazo
CONFITEOR. Un beso.
ResponderEliminarExcluidos en su propio suelo, nada puede haber más injusto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amiguco Pepe:
ResponderEliminarEste es un tema que me rompe el alma y me convoca y me evoca,y me deja helada siempre.
La cuarta estrofa es la verdadera pena hecha realidade en unos preciosos versos bien sentidos.
Ojalá no dure tanto tiempo como el que se percibe:ojalá sepamos mirar con ojos cercanos a quien necesita una mano,porque otros se la han negado.
Besucos
Gó
*Todo bien ,amiguco.Gracias!! y no sabes cuánto me acordé de tus palabras y las de los otros amigucos.
Es molesto, no gusta; pero existen y por mucho que no queramos verla, nos rodea cada día esa otra realidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Carmen Andújar
Hola, ola de mar..
ResponderEliminarRecuerdo esta entrada Pepe. Hoy me pregunto en qué momento cada uno de nosotros, yo misma, dejé de mirar a esas personas que viven en la calle o dejé de sentir compasión o al menos desear que no llevaran esa vida. No se cuando fue, en qué minuto. Si recuerdo que al menos en la adolescencia si les miraba, y les daba el bocadillo que mi abuela me había hecho para la excursión, lo cual al menos me hace pensar que en algún momento percibía su hambre al menos. Luego, años más tarde, durante la carrera de trabajo social, me decepcioné enormemente cuando estudiamos al grupo de personas que aquí describes. Me decepcionó el sistema, también me sorprendieron ellos. Y es que en un momento determinado se les pasa a consdierar desahuciados sociales, lo cual significa que la sociedad, o los servicios sociales, se resignan a que ese es su estilo de vida aunque se haya pretendido digamos, que hacer que se recuperen, intenten trabajar...y los servicios sociales ya se resignan digamos a darles a veces una du cha, un plato de comida, poco más.
En cuanto a la parte en la que me sorprendieron ellos fue aquella en la me dijeron que algunas personas habían decidido esa forma de vivir y realmente no querían cambiarla. Igual, igual no, seguro, es que la sociedad está haciendo algo peor que pasar por su lado sin mirarles, igual tiene algo que ver en la generación de personas que deciden no vivir en un entorno social tan viciado, competitivo, consumista, hipócrita..., ellos son hijos de la sociedad que hemos creado en definitiva.
Un beso, del Aire que hoy está de lo más charlatán
Es fácil, amigo Pepe, mirar hacia otro lado. O no pronunciar la palabra para alejar el yuyu. No hablemos de miseria que se pega al cuerpo.
ResponderEliminarY tanto que es actual y lo seguirá siendo, por los siglos de los siglos...
Un abrazo a los dos!
Que penita llegar a esa situación.
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe. Buen fin de semana.
Lola
Me encanta. Destaco, de una parte, esa consideración que da a los cartones: tabiques, techo y manta. La perspectiva que alcanzan los objetos vistos con ojos de necesidad.
ResponderEliminarY la última estrofa, sublime juego de dinero-pobreza, pasado-presente.
Coincidimos en la temática, si, mi personaje solo lo vivió de modo transitorio, el tuyo temo que definitivamente.
Un abrazo fuerte y otro, por supuesto, para Toñi.
Llevas razón Pepe, está vigente y en estos meses aún lo sera más, llega la temporada de la recogida de la aceituna,vienen más temporeros de los que podran trabajar, el año pasado se vieron estas improvisidad viviendas de cartón, en demasiados portales. Terrible situación de exclusión y desesperación. ¿donde estan los ojos que ven y pueden hacer?
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto, en los años venideros se complicará la cosa más. Todos sabemos que en este colectivo de exclusión hay quien está voluntariamente y no quiere incluirse de nuevo en sociedad. Y ahora aumentarán los excluidos por la situación económica, obligados por el momento, "la calle" es muy dura y cruel, no habrá olvido para ellos.
ResponderEliminarBesos a repartir para los dos
Esta imagen que tan bien describes Pepe, por desgracia es cada vez mas frecuente y la impotencia que me recome por dentro, me amarga la vida.
ResponderEliminarMe niego a tener que acostumbrarme.
Besos incluyentes
siempre intento buscar un resquicio verde pero hay temas que por más vueltas que uno le da siguen sin encontrar posición para que entre la luz del color que sea... Un abrazote por dos : )
ResponderEliminarPepe acabo de leerte y me dejaste la piel erizada. Un triste poema de realidad, de dolor ajeno, de grito de excluído...Excelente!!!
ResponderEliminarMe quedo con esta verdad:
Incómodos con la pobreza ajena,
simplemente lo ignoran
Y pasan a su lado como si no lo vieran
Porque siendo invisible, ni siquiera da pena
Un abrazo.
Siempre me pregunte que sentiran las personas cuyas pertenencias, todo lo que tienen en el mundo caben en un atado, o en un carrito de supermercado. La verdad es que me da muchísima, muchísima pena. Es un tema escabroso para mi, me provoca terrible remordimiento pasar de largo. Yo siempre le doy una moneda a quien me la pide, ...pero eso no salva a nadie, no es nada en la gran y desoladora realildad
ResponderEliminarTe dejo un beso Pepe
Magnifico blog tienes lleno de sentimientos
ResponderEliminarEs algo que nos parte el corazón, en ninguna parte se deberían ver estas cosa, menos en lo que llamamos países desarrollados, pero desgraciadamente, cada vez los vemos más.
ResponderEliminarhermos y a la vez triste poema. Besitos dobles.